El legado in memoriam del escritor, periodista, crítico literario y dramaturgo Leopoldo Enrique García-Alas y Ureña, conocido como Leopoldo Alas, Clarín (1852-1901), ha entrado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, cuando se cumplen 140 años de la publicación de su obra más universal, La Regenta.
La caja n.º 1682 de la antigua cámara acorazada ya guarda las primeras ediciones de sus libros Palique (1893), Doña Berta (1892) y la recopilación de críticas literarias Nueva campaña (1897).
Además, cuatro escritores imprescindibles de la narrativa española contemporánea han legado alguna de sus obras incluyendo una dedicatoria a Clarín: Luis Landero, La última función; Fernando Aramburu, El niño (que no pudo estar presente y mandó el libro dedicado); Marta Sanz, Persianas metálicas bajan de golpe, y Soledad Puértolas, La novela olvidada en la casa del ingeniero.
García Montero comenzó recitando el principio del libro de cuentos de Clarín ¡Adiós, Cordera! (1892): «Me emocionó en mi adolescencia; una historia familiar en la que cabían los sentimientos infantiles, el diálogo con la naturaleza, la pobreza familiar y una guerra que marcaba los destinos» porque para García Montero «la literatura nos cuenta por dentro los hechos que componen las grandes fechas de la historia».
El director del Cervantes también señaló que Clarín tuvo «el poder de escribir obras capaces de fijar la memoria más alta de la literatura española del siglo XIX de acuerdo con la toma de conciencia de su tiempo».
Un maestro como escritor y lector
«Clarín sabía el mundo en que vivía y fue un maestro no solo como escritor sino como lector», explicó García Montero, que añadió: «Clarín no dialogaba con una tradición cerrada en lo nacional, sino que mezclaba a Virgilio, a Fray Luis o a Shakespeare, no quiso ser medievalista y tuvo muy presente la filosofía, con los ojos muy abiertos a los contemporáneos europeos. Se trataba de crear una tradición futura en la sociedad española».
Clarín, además de escribir una de las grandes novelas europeas del siglo XIX, forjó un universo narrativo excepcional y fue el mejor crítico literario de finales de ese siglo. Novelista clave del realismo español, volvió mítica a la ciudad de Oviedo cuando la transformó en Vetusta, escenario de su obra más memorable.
Cuatro autores recuerdan a Clarín
Luis Landero, «enamorado eróticamente» de Ana Ozores (protagonista de La Regenta) como él mismo reveló, reconoció en su dedicatoria que desde que leyó esta novela contrajo con Clarín deudas impagables y también «la deuda de encontrar la novia secreta que me regaló en mi juventud».
Para Marta Sanz, «La Regenta forma parte de nuestra circulación sanguínea. Ana Ozores formaba parte del subconsciente colectivo, de una forma de enfrentarse al mundo. Después de leerla su presencia se hizo gigantesca: las mujeres nunca hubiéramos querido estar en la piel de Ana».
Soledad Puértolas dijo sentirse agradecida a Clarín como escritora porque con él «la mujer infiel se incorpora a la literatura española a lo grande. Nos ponemos al nivel de Ana Karenina o Madame Bovary. Su personaje de Ana no tiene paralelismo con otros personajes femeninos de sus coetáneos». Y concluyó: «Clarín, en otros bienes nos legó a una mujer atormentada que ya forma parte de nuestras vidas».
Oleza también reivindicó el que Leopoldo Alas tenga más espacio en Asturias: «Galdós o Pardo Bazán tienen museos, revistas especializadas dedicadas a su obra o congresos internacionales: es hora de que la sociedad asturiana se plantee iniciativas con estas».