En el corazón de la árida extensión que caracteriza Oriente Próximo se encuentra una anomalía; una exuberante maravilla acunada en los brazos del Sultanato de Omán. Esta es Salalah, la capital de la región de Dhofar, una ciudad que narra una historia única. Enclavada en el extremo sur de Omán, Dhofar es una provincia con un clima extraordinario, donde el abrazo tropical del mar Arábigo da a sus tierras el don de paisajes verdes en una época en que el resto de la región domina el calor, creando una muestra de la mejor obra de la naturaleza.
Salalah: la joya de Omán
Salalah no es solo la mayor ciudad de Dhofar, sino también la tercera más grande de Omán. La ciudad florece bajo un clima tropical que cobra vida durante los meses de junio a agosto, cuando la estación del khareef despliega su magia, cubriendo el paisaje de un verde intenso, alimentado por las lluvias y las nubes bajas. Sin embargo, el final del monzón no le resta belleza, sino que deja rastros de su verde, cascadas, un cielo despejado y mares en calma, que se oponen al otoño enérgico y al arduo invierno de Europa.
Al Mughsail, al oeste de Salalah, también cuenta su propia historia. Aquí, los rocosos paisajes costeros esconden géiseres marinos nacidos de las aberturas naturales de las rocas, creando así un espectáculo de la fuerza y belleza brutas de la naturaleza.
La influencia de este clima hace que la ciudad pueda presumir de puestos repletos de frutas tropicales, papayas, cocos y plátanos, gran símbolo de la riqueza de Salalah. En el zoco, corazón palpitante del comercio árabe, se encuentra el olíbano, la resina dorada del árbol del incienso, reliquia del próspero pasado de Dhofar en la era de la expansión comercial y, en el presente, ingrediente codiciado en el mundo de la perfumería.
La naturaleza exuberante de Wadi Darbat
En los áridos paisajes de Omán, los wadis se erigen como serenos oasis, valles esculpidos por ríos estacionales, que presentan un marcado contraste y una impresionante visión de la capacidad de la naturaleza para crear focos de vida. Entre ellos, Wadi Darbat, en Dhofar, a poca distancia al norte de Salalah, es el más exuberante y vibrante de todos.
Para sumergirse en su belleza se puede caminar por senderos señalizados que conducen a los viajeros por un reino de cascadas, algunas de 30 metros de altura, y pozas de agua turquesa. También hay empresas que ofrecen excursiones guiadas, que culminan con un picnic meticulosamente preparado por un chef local, que ofrece una muestra de las delicias culinarias omaníes.
Más allá del verde: explorando el rico tapiz cultural de Salalah
Muy cerca de aquí, el Museo del País del Incienso abre las puertas a un mundo de artefactos y obras de arte, que reflejan el legado artístico, histórico y cultural de Omán. Un poco más lejos, invitando a la exploración durante el viaje, se encuentran las ruinas de Sumhuram, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1998. Este antiguo puerto y ciudad fortificada, fundado en el siglo III y abandonado dos siglos más tarde, es el guardián silencioso de la historia; un lugar donde los restos cuentan las aventuras del pasado.