Repasamos algunos de los ejemplos más llamativos de «plantas mitológicas»: vegetales repletos de beneficios para la salud que, además, son protagonistas de mitos clásicos de lo más llamativos. ¡Le sorprenderán!
Las propiedades de muchas plantas medicinales ya eran conocidas en la Antigua Grecia. Y precisamente por ello muchas ocupan un lugar destacado en la mitología clásica, convirtiéndose en auténticas plantas mitológicas.
Gracias a los mitos el vasto conocimiento que los griegos tenían sobre algunas variedades vegetales ha llegado hasta nuestros días. Ofreciéndonos una maravillosa combinación de realidad y ficción que, además de regalarnos una curiosa historia, también nos recuerda la importancia de algunos elementos de la Naturaleza.
El olivo, digno regalo de los dioses
El aceite de oliva es uno de los ingredientes estrella de la dieta mediterránea y ofrece numerosas propiedades beneficiosas para la salud: fortalece el sistema inmunitario, ayuda a regular el colesterol, alivia los dolores articulares e incluso protege del deterioro cognitivo.
Pero además el olivo (Olea europaea) es el principal atributo de la diosa protectora de Atenas, capital de Grecia. Así lo narra el mito sobre la batalla que enfrentó a Atenea, hija de Zeus (padre de todos los dioses), con Poseidón, dios de los mares y océanos y hermano del rey del Olimpo.
Tío y sobrina se disputaban el honor de ser elegidos protectores de la polis (ciudad griega) más importante de la región. Y para ello organizaron una especie de concurso en la que cada uno debía demostrar lo poderoso que era.
El primero en competir fue Poseidón, quien clavó su tridente en el suelo para que de él brotara un pozo de agua dulce que abastecería a todos los atenienses.
Le tocó entonces el turno a la diosa de la sabiduría, quien hizo crecer con su cetro un arbolito que cambiaría la vida de los atenienses: un olivo.
Y es que gracias a su fruto los ciudadanos podían elaborar aceite para aliñar sus platos, además de para alumbrar sus casas, calles y templos. Un “2×1” que hizo de Atenea la digna ganadora de esta peculiar batalla.
La granada y el cambio de estaciones
La granada (Punica granatum) es todo un superalimento por sus capacidades protectoras frente al sobrepeso, las enfermedades cardiovasculares y hasta el envejecimiento prematuro, siendo uno de los antioxidantes más potentes que existen.
Su riqueza en polifenoles también hace de esta fruta el acompañamiento perfecto para todo tipo de tratamientos, incluyendo el cáncer, ya que ayuda a combatir los efectos secundarios provocados por la quimioterapia y la radioterapia.
Con estas propiedades tan beneficiosas, sorprende que en la mitología griega se relacione a la granada con el inframundo… Aunque esto no tiene por qué ser algo malo. De hecho, también fue gracias a esta fruta que “se crearon” las estaciones.
La explicación se halla en el mito de Perséfone. Ella era hija de Deméter, la diosa de la agricultura y responsable de que las semillas germinaran y los árboles dieran sus frutos. Un día la joven Perséfone recogía flores en el campo, cuando ocurrió lo impensable: Hades, el dios del inframundo, quedó prendado de su belleza y la secuestró para llevarla a su reino.
Finalmente, Zeus, que todo lo ve, descubrió a la bella Perséfone y ordenó al dios Hades que liberara a la joven. Por desgracia, era demasiado tarde. Y es que durante su encierro Perséfone había cometido el error de comer uno de los frutos que crecían en el Hades: una granada. Y ese simple hecho bastaba para que el dios del inframundo reclamara que se quedara con él.
Incapaz de romper aquella ley, pero tampoco queriendo que Deméter perdiera a su hija, Zeus ofreció una solución intermedia. Perséfone se quedaría con Hades durante los meses más fríos y permanecería junto a su madre en la otra mitad del año, la más cálida, para disfrutar juntas del sol y de la Naturaleza en su máximo esplendor.
Justo lo que se sigue observando a día de hoy con el cambio de estaciones.
La delicada amapola, capaz de dormir a los dioses
Para cerrar esta breve selección de mitos querría hablarle de la amapola (Papaver rhoeas). Se trata de una hermosa flor cuyos pétalos contienen alcaloides de propiedades sedativas y ansiolíticas, y por este motivo es uno de los remedios naturales más empleados para combatir el insomnio y otros trastornos del sueño.
Estas capacidades también eran conocidas por los antiguos griegos, quienes las plasmaron en su mitología. Además, este mito en concreto guarda relación con el que acabo de narrarle de Perséfone.
Y es que precisamente amapolas eran las flores que la joven estaba recogiendo cuando Hades la secuestró. Y Deméter, que conocía de las propiedades de esta planta, se la dio a Zeus para que se durmiera mientras ella buscaba a su hija, abandonando su tarea como diosa de la agricultura.
Esta relación entre la amapola y la diosa de la agricultura es la que “explica” por qué las amapolas crecen entre el trigo, que es el cereal dedicado a Deméter y símbolo con el que se representa a esta diosa.
Como ve, los griegos lo tenían todo pensado. Desde los remedios naturales más efectivos para tratar todo tipo de dolencias, hasta los mitos que ayudaran a explicar y transmitir las propiedades de esos vegetales de generación en generación.
Por ello, aunque ahora estas leyendas sean cosas del pasado, le invito a recordar estos mitos (y la sabiduría que encierran) cada vez que vea un robusto olivo en medio del campo, o una delicada amapola creciendo entre las espigas del cereal.
(Extraído de https://www.saludnutricionbienestar.com/)