La sociedad actual parece que vive casi obsesionada con la limpieza. Sin embargo, un exceso de higiene puede conllevar muchos peligros para la salud. Los analizamos todos.
Una higiene excesiva puede conllevar numerosos peligros para la salud. Sin embargo, hay personas que se duchan incluso dos veces al día, sin que tengan tiempo de ensuciarse (algo de lo que tratamos hace unos meses, y que puede volver a leer aquí).
En nuestras viviendas ocurre algo similar y usamos un producto de limpieza para cada cosa: para el baño, para las ventanas, para el horno de la cocina o la vitrocerámica, para suelos de madera, de gres o de cerámica, etc.
Estamos “demasiado” limpios y vivimos en entornos que rozan lo aséptico. Y claro, como casi todo en la vida lo bueno es no quedarse corto… ni pasarse. De hecho, la excesiva limpieza puede traernos problemas de salud.
La limpieza excesiva perjudica a la piel
Un problema cada vez más diagnosticado es la piel atópica. Provoca síntomas molestos como picor, descamación e irritación. Se produce porque la piel está seca, con poca agua y grasa.
En los últimos años los casos de piel atópica se han multiplicado por tres, según la Academia Europea de Dermatología y Venereología.
Usar el jabón de la ducha con demasiada frecuencia hace que la piel pierda la capa de grasa que la protege. Los dermatólogos cada vez están más convencidos de que ciertas prácticas de higiene excesiva son perjudiciales.
También, de manera paradójica, el contacto prolongado o repetido con agua debido a una higiene desmedida puede conducir, a largo plazo, a la deshidratación de la piel. Con tanto lavado con jabón se pierde la vérnix caseosa natural de la piel (una capa grasa), dejando poros abiertos por donde se escapa el agua.
Los virus y bacterias “buenos”
La falta de exposición a bacterias, virus y alérgenos impide el desarrollo normal del sistema inmunológico, luego el contacto con ellos es “bueno”.
Demasiada limpieza puede provocar que desarrollemos alergias, asma, enfermedades inflamatorias e intestinales.
La exposición temprana a microbios ayuda a que vayamos adquiriendo inmunidad desde que somos niños.
Un estudio publicado en The Journal of Allergy and Clinical Immunology llegó a la siguiente conclusión: “En los entornos urbanos, los niños con la mayor exposición a alérgenos y bacterias específicas durante su primer año tenían menos probabilidades de padecer sibilancias recurrentes y sensibilización alérgica”.
Es decir, que la exposición a altos niveles de ciertos alérgenos y bacterias en los primeros años de vida resulta beneficiosa.
Otro estudio, este sobre la prevalencia del asma en los distintos países del mundo, presenta datos que pudieran resultar paradójicos. Se supone que un país desarrollado es más sano por ser más “limpio”.
Pero ese trabajo científico revela que los más ricos tienen entre 20 y 60 veces más casos de asma, rinoconjuntivitis y eccema que los países más pobres.
Y es que la obsesión por desinfectarlo todo, más acusada si cabe tras la pandemia de Covid, provoca que no solo eliminemos los virus y las bacterias malos, sino también los buenos.
La limpieza estricta en un hogar o una oficina no ha de ser como la de los hospitales, no hay que exagerar.
Se aconseja que la ducha no dure más de 5 minutos y que no se utilice esponja (es un nido de gérmenes al estar casi siempre húmeda), que se haga con la mano. El jabón es mejor que sea neutro.
Y tenga en cuenta que la temperatura también es importante, no muy caliente, mejor sobre los 35-37º C., que es la temperatura de nuestro organismo. Hay que minimizar el cambio brusco de temperatura para evitar problemas de piel.
Para secarse es mejor usar toallas suaves y si son de algodón ecológico y que no lleven tintes sintéticos, sería lo óptimo porque así se previene el prurito. El secado ha de hacerse sin rascar la piel.
Siga estos consejos y tendrá un sistema inmune más fuerte y menos asma, alergias o problemas en la piel.
(Extraído de https://www.saludnutricionbienestar.com/)