Desde la reciente erupción en Islandia, el pasado 11 de julio, los volcanes vuelven a ser tendencia. En los últimos años, visitar volcanes activos se ha convertido en un tipo de turismo al alza para los amantes de la naturaleza en estado puro que, por supuesto, han de tomar las debidas precauciones. Kiwi.com, empresa en tecnología de viajes, permite llegar hasta los rincones más remotos del mundo para oír el rugido de la Tierra y captar uno de los mayores espectáculos naturales que hay que ver, al menos, una vez en la vida:
Fagradalsfjall, Islandia
Islandia, probablemente sea el paraíso europeo del geoturismo, ya que este país es uno de los lugares geológicamente más activos del planeta. Islandia no sólo ostenta el título de “tierra de hielo y fuego”, sino que además alberga unos 130 volcanes. Si ya el año pasado el volcán Fagradalsfjall, en la península de Reykjanes, se convirtió en la atracción estrella de Reikiavik, recientemente lo ha vuelto a hacer por tercera vez, en tres años consecutivos y ya es la nueva erupción volcánica de moda.
Kilauea, Hawái
Este paraíso tropical es el único estado de los Estados Unidos forjado por la potencia de los volcanes hace millones de años. Con el paso del tiempo, los volcanes han dado forma a algunos de los paisajes más icónicos de la isla de Hawái. Actualmente, el Parque Nacional de los Volcanes, a 45 minutos en coche desde la ciudad de Hilo, es uno de los pocos lugares en el mundo en el que los visitantes pueden estar cara a cara con un volcán activo, incluido el Kilauea.
La Palma, Canarias
En las islas Canarias se han contabilizado hasta 321 volcanes, prácticamente uno por cada día del año, aunque hay uno que se lleva “la palma”, nunca mejor dicho. En 2021, la erupción más larga en la historia de la isla de La Palma causó estragos en el área de Cumbre Vieja. Sin embargo, uno de los atractivos turísticos más demandados es la “Ruta de los Volcanes”: una ruta de senderismo de 23 kilómetros que, especialmente durante el verano, es todo un espectáculo para la vista, cuando el amarillo efervescente del corazoncillo en flor contrasta con el verde del pino canario, ambos realzados por el oscuro paisaje volcánico.
Etna, Sicilia
El legado de los volcanes en Italia se remonta a hace miles de años, siendo la erupción más reconocida la del Vesubio, en el 79 d.C, que dejó sepultada a la ciudad de Pompeya. Por su parte, el volcán Etna, situado en la costa este de Sicilia, con una cumbre a 3.357 metros sobre el nivel del mar, es el volcán activo más grande de Europa. Con casi 2,7 millones de años de actividad eruptiva, en 2013 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Como curiosidad, en esta región se originó la palabra “volcán”, la cual deriva de Vulcano, el dios romano del fuego.
Sakurajima, Japón
El Sakurajima es un volcán, de 1.117 metros de altura, situado a cuatro kilómetros de la ciudad de Kagoshima. Forma parte del parque nacional Kirishima Kinkowan y es uno de los volcanes más activos de Japón, sobre todo desde 2009. No sorprende, pues, que anualmente reciba unos 1,8 millones de visitantes, que se sienten atraídos por este imponente espectáculo de la naturaleza. Cabe destacar la abundancia de onsens y aguas termales de la zona, donde disfrutar de los beneficios de los baños tradicionales japoneses.
Popocatépetl, México
Hace unos meses el estratovolcán (volcán compuesto) Popocatépetl, también conocido como “el Popo” o “Don Goyo”, entró en erupción en México. Está considerado uno de los mayores volcanes del mundo y es uno de los 12 más activos del planeta. Detrás de esta imponente formación terrestre se esconde una historia de amor al más puro estilo de Romeo y Julieta. Cuenta la leyenda que un guerrero tlaxcalteca llamado Popocatépetl se enamoró de la princesa Iztaccíhuatl. Le prometieron su mano si volvía victorioso de la batalla. Pero un rival mintió a la princesa sobre el destino de su amado y ésta murió de tristeza. Entonces el guerrero juntó diez cerros para formar una gran montaña y, encendiendo una antorcha, se recostó a su lado hasta su propia muerte. Desde entonces permanecen juntos. Así que, cada vez que Popo se acuerda de Itza, el suelo tiembla y su antorcha se enciende para avivar su amor.