Tokio, la ciudad cosmopolita que abraza tradición y modernidad, es la ciudad más poblada del mundo. Por eso, viajar a la capital nipona es toda una experiencia, ya que es un lugar donde pasea muchísima gente por sus calles, pero donde impresiona la educación, respeto, orden y limpieza de la población japonesa. Pero también existe un Tokio más tranquilo, como por ejemplo las islas de Tokio, que cuentan con playas tropicales de arena blanca, paisajes escarpados creados por los volcanes y exhuberantes montañas cubiertas de bosque. De esta forma, Turismo de Tokio propone, además de disfrutar de los lugares más turísticos y emblemáticos de la ciudad, visitar sus islas Izu, menos conocidas pero donde embarcarse en una aventura inolvidable.
Isla Oshima: senderismo y turismo volcánico
Se trata de la mayor isla del archipiélago Izu. Se encuentra ubicada a 120km de Tokio, por lo que se puede llegar tanto en avión como en barco, siendo el transcurso de viaje de 25 minutos y 1 hora y 45 minutos, respectivamente. El protagonista indiscutible es el volcán aún activo de la isla, por lo que es un gran reclamo para los amantes del turismo volcánico, senderismo y geología, que puede avistarse al subir el monte Mihara y recorrer su “desierto negro”, o incluso, gozar de las aguas termales Motomachi Hamanoyu o Gojinka Onsen. También es posible disfrutar de actividades al aire libre, submarinismo y golf, e incluso dejarse sorprender por los infinitos usos del aceite de camelia o la hierba ashitaba.
Isla de Niijima: un paraíso para surferos
A escasos 45 minutos en avión desde el aeropuerto de Chofu se encuentra esta isla con largas playas de arena, acantilados blancos y muchas olas, por lo que es el lugar idóneo para realizar surf durante todo el año y para disfrutar de una temporada de vacaciones después de recorrer el Tokio más turístico. La isla está rodeada de playas, pero una de las más destacadas es la Playa de Habushibura, en la costa este de la isla, ya que es la más larga y una de las mejores para surfear. Además, en esta playa hay tiendas de surf para alquilar tablas e incluso recibir clases particulares. Sin olvidar que es un lugar muy rico para empaparse de su cultura, ya que es famoso por el arte en vidrio y tallas Moyai, unas esculturas talladas en un tipo especial de piedra local que se encuentran por toda la isla.
Isla de Kozushima: un planetario natural
Kozushima, a una distancia de 35 minutos de vuelo desde Tokio, es la primera isla reconocida como Parque Internacional de Cielo Oscuro por su esmero en preservar los cielos nocturnos y proteger el ambiente nocturno. Hay, de hecho, numerosos tours con guías locales que acercan al turista a los mejores lugares para disfrutar del cielo estrellado y la grandeza del universo. Además, la isla es ideal para familias, con playas de arena, para darse un chapuzón, realizar snorkel, nadar e incluso hacer rutas de senderismo hasta subir el monte Tenjyo. Una de las playas más reconocidas de la isla es Maehama de un kilómetro de largo e inmaculada arena blanca.
Isla de Toshima: delfines, vistas naturales y cielos estrellados
Esta isla que cuenta con un pico cónico muy peculiar es una isla volcánica de frondosos bosques, atracciones naturales y aventura al aire libre. Se trata de un lugar tranquilo donde desconectar a 40 minutos de Tokio en avión y helicóptero. Una vez allí, el visitante tendrá la oportunidad de bucear con delfines, deslumbrarse por la belleza virgen natural, subir a la cima del monte Miyatsuka desde donde contemplar el resto de islas Izu e incluso el monte Fuji, y contemplar las estrellas en una noche de cielo despejado, que en una noche sin luna, incluso se puede ver la vía láctea.
Isla de Miyakejima: observación de aves y turismo volcánico
A escasos 50 minutos en avión desde Tokio el visitante puede adentrarse en un paraíso tropical con escarpados senderos, aguas cristalinas, fuentes termales onsen e incluso el Monte Oyama, un volcán activo que se encuentra en el centro de la isla cuya última erupción fue en el 2000. De hecho, los lugareños han creado un sendero por el campo de lava que permite deslumbrarse por el escarpado paisaje desde dentro. Por otro lado, la isla es conocida como la “isla de los pájaros”, designada como “Área de Aves Importantes” por la Sociedad de Aves Silvestres de Japón, lo que hace imprescindible visitar Akokakkokan, un centro de naturaleza y santuario de aves donde observarlas con telescopio y aprender sobre la vida salvaje y la vegetación de la zona.
Isla de Hachijojima: ideal para el descanso de la luna de miel
Isla de Shikinejima: una escapada estival
Esta isla es reconocida por ser la mejor en cuanto a playas para el descanso y relax de la familia. Sobre todo, la Playa de Tomari, la más popular, con arena blanca y tranquilas aguas turquesa; la Playa Oura para ver una bonita puesta de sol y la Playa Nakamura para hacer snorkel. A menos de 1h en avión y ferry desde Tokio se encuentra esta pequeña isla volcánica que cuenta con escasas carreteras, un solo semáforo y que, por lo tanto, es un lugar perfecto para descubrir sus rincones a pie o en bicicleta, como sus infinitas aguas azules, playas, calas escarpadas y fuentes termales.
Isla de Mikurajima: parque natural para senderistas y amantes de los delfines
Se trata de una isla muy pequeña, de escasos 20km2, pero muy completa, ya que la totalidad de la isla está designada como Parque Nacional. Esta isla a 1 hora en avión y helicóptero desde Tokio, cuenta con una exuberante naturaleza como fauna y especies vegetales autóctonas y la segunda montaña más alta del archipiélago Izu, el monte Oyama de 851 metros, entre otras. Pero, además, es muy fácil avistar delfines del Indo-Pacífico y nadar con ellos en sus aguas, por supuesto, siempre bajo la supervisión de un guía de Tokyo Nature al tratarse de un parque nacional, al igual que hacer senderismo.
Isla de Aogashima: vivir en un cráter volcánico
Se trata de la isla más remota y topográficamente más interesante del archipiélago Izu a solo hora y 10 minutos de Tokio en avión y helicóptero. La totalidad de la isla es un cráter volcánico y dentro del mismo se encuentra un volcán menor. Desde el Parque de Observación Oyama es posible contemplar la belleza de la isla con sus escarpados acantilados que se alzan desde el mar por los cuatro costados, con el monte Maruyama en el centro, así como el punto más alto de la isla llamado Otonbu e, incluso, avistar en días claros a la vecina Hachijojima a lo lejos. Además, las noches en la isla pasa a ser de cuento, por ser un lugar perfecto para contemplar las estrellas y el cielo. Es un destino donde desconectar, ya que no es conocido turísticamente hablando y cuenta con escasos tres bares donde degustar su gastronomía más tradicional.