Oculto entre uno de los desiertos de Oriente Medio más vírgenes del mundo, bañado por las profundas aguas del mar Arábigo, y envuelto en una historia y un patrimonio cultural conservado a la perfección, se encuentra Omán; un país marcado, no solo por su exuberante belleza natural, sino por ser un territorio con una hospitalidad envidiable.
Omán ofrece a los visitantes un amplio abanico de posibilidades para salir a conocer su territorio ajustándose a los gustos y preferencias de cada uno: recorridos por el zoco de la capital, búsqueda de tesoros tradicionales, adentrarse en su cultura única, excursiones a través de sus wadis, rutas en bicicleta por las montañas en contraste con sus indescriptibles aguas turquesas, entre otras muchas opciones. Todo ello alza al país como una de las grandes joyas por descubrir de la Península Arábiga y, por ende, lo convierte en un destino clave que no puede faltar en la lista de los viajeros que busquen vivir una experiencia capaz de transformar su manera de ver el mundo.
Quizás hay quién todavía no encuentre las razones suficientes para viajar a este maravilloso país, en cualquier caso, no tiene que hacer más que leer estas líneas y entender por qué Omán estará entre las opciones principales de viaje de cara a los próximos años. Es momento de preparar las maletas y lanzarse a descubrir el Sultanato.
Su diversidad paisajística
Si hay algo por lo que Omán es considerado un destino tan especial es, sin duda, gracias a su paisaje natural, ya que aúna una gran diversidad de elementos que consiguen que cada visitante se quede absolutamente embelesado por el contraste de sus desiertos, valles, montañas y playas. Y es que Omán es el único país del mundo formado principalmente por corteza oceánica y rocas del manto terrestre.
Entre estos elementos naturales se encuentran los famosos wadis, que son los cauces secos o estacionales de ríos que se forman en las zonas áridas y desérticas. Se trata de una especia de oasis de aguas turquesas, pero en vez de formarse en el desierto lo hacen entre montañas. Uno de los más conocidos por su gran belleza es el wadi Shab.
Por otro lado, entre las cordilleras de Omán se encuentra la de Al Hajar, que cuenta con el pico más alto de la península arábiga, Jabal Shams, de 3009 metros. La zona montañosa del país es perfecta para salir a practicar deportes de aventura y disfrutar de las espectaculares vistas, además son zonas agradables por tener un clima más fresco. Esta ubicación cuenta con alojamientos hoteleros mimetizados con la naturaleza que permiten al viajero sentir la belleza del país a través de unas vistas únicas.
Un lugar perfecto para desconectar sintiendo el silencio de la noche y contemplando la inmensidad de las estrellas en el cielo son las dunas de Wahiba, en pleno corazón del desierto de Omán. Esta inmersión en el desierto permite conocer la cultura beduina gracias a las familias nómadas que habitan en él y que ofrecen hospedaje a aquellos que se aventuren a adentrarse en este mundo de arena.
Por último, las playas del Sultanato se encuentran entre los paisajes más destacados. Marcados por sus aguas esmeraldas, los 3.165 kilómetros de costa que dan al océano Índico están formados por playas y calas salvajes, como las que se encuentran entre Shinas y Barka, perfectas para disfrutar de baños refrescantes y de actividades náuticas, fiordos como el de Khor al Sham y arrecifes de coral para los amantes del snorkel y del buceo.
Su rica historia y patrimonio cultural
Omán tiene muchos secretos por descubrir, siendo dos de ellos su alucinante historia y su patrimonio cultural. Gracias a su ubicación en la esquina sureste de la Península Arábiga, el país cuenta con una rica historia de navegación, pesca de perlas y comercio. Tanto es así que, obtuvo un papel muy importante en la Ruta de la Seda y en las Rutas de las Especias. Además, la artesanía omaní, así como la arquitectura característica por mantener la esencia auténtica del país a través del tiempo, son otros elementos claves que han marcado el legado de su patrimonio cultural.
Por ello, la mejor forma para conocer este legado es adentrarse en sus ciudades y pueblos, pues es en las calles y en los edificios históricos donde se respira la auténtica esencia del país. Desde la aldea abandonada de Birkat Al-Mawz, donde se puede escuchar la llamada a la oración; pasando por el pueblo de Al Hamra, uno de los más antiguos del país que data de hace más de 400 años; la aldea de Misfat, donde en cada laberíntica calle se respira la tradición de un tiempo pasado en el presente; hasta el fuerte de Bahla, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Todos estos lugares hacen que los visitantes viajen al pasado y conozcan la historia del país en primera persona.
Su asombrosa capital
Cualquier escapada a Omán tiene como punto inicial la ciudad de Mascaté, su viva y asombrosa capital. Una capital repleta de encantos, refugiada entre montañas que fueron su mayor protección en la antigüedad y con infinidad de rincones imprescindibles.
Al contrario que los países árabes vecinos en los que en el skyline de su capital destacan los grandes rascacielos y la arquitectura moderna, Mascaté conserva la esencia de la historia y la cultura omaní en sus edificios. Un ejemplo de ello es la Mezquita del Sultán Qaboos, que con su inmensa lámpara de 8 toneladas gobernando la sala de oración y sus esplendorosos jardines es un fiel reflejo de las bases de la sociedad omaní.
Además, una de las grandes ventajas de la ciudad, así como del país en general, es que es un destino muy poco masificado, por lo que es perfecto para visitarlo durante todo el año y cuenta con todo tipo de facilidades para desplazarse de un lugar a otro.
Su exquisita gastronomía
Esta exquisita fusión se puede encontrar en el plato más tradicional del país, el Shuwa. En esta receta de cordero, que suele prepararse en las ocasiones más especiales, la carne es cocinada bajo tierra durante uno o dos días y aderezada con especias como el loomi o limón negro, la especialidad omaní por excelencia.
Para los paladares más dulces está el Halwa. Este postre típico elaborado a partir de azúcar de caña, agua, miel y frutos secos encuentra su secreto en el uso de una gran mezcla de especias que aportan la esencia gastronómica del país.
Su autenticidad y hospitalidad
Hay países de cultura musulmana que se rigen por una serie de normas a la hora de vestir. En el caso de Omán, sus habitantes tienen la libertad de elegir entre la vestimenta típica del país o de seguir otras tendencias. Incluso siendo de esta manera, es muy habitual encontrarse rodeado de locales vestidos con sus dishdashas y abayas. La selección del color indica la ocasión, siendo el blanco para los eventos más formales, y las opciones coloridas para los momentos informales. En el caso de los hombres, es habitual verlos cubriendo sus cabezas con el massar, el turbante; o el kummah, el gorro omaní. La selección de uno u otro dependerá de la ocasión, siendo el primero más formal. Este es el claro ejemplo de la autenticidad y la fidelidad a los valores de los omaníes.
De esta misma manera, Omán es conocido por ser uno de los lugares más amigables y seguros del mundo. De hecho, es uno de los destinos más acogedores para los turistas, pues tienen un firme compromiso en garantizar la seguridad de sus visitantes. Además, al no estar masificado, es habitual que, vayas donde vayas, estés rodeado de locales dispuestos a compartir la esencia de cada rincón con el visitante. Y es que los omaníes están unidos por un sentido de tolerancia y hospitalidad que se extiende a toda la población del país y con el que los viajeros suelen quedar absolutamente impresionados. Con lo cual, no es de sorprender que por todo esto, una aventura por el Sultanato de Omán sea algo que entrará en la lista de deseos de viajes de todo amante de lo auténtico.