Hay sabores golosos que gustan prácticamente a todas, en cualquier estación del año, y sin duda, el gofre es uno de ellos. De hecho, el próximo 25 de marzo es el Día Mundial de este dulce, al cual solo se le puede rendir tributo degustándolo. Hablar de gofre es también hablar de Bélgica y, en consecuencia, de la región de Valonia.
Uno de los gofres más codiciados del planeta es el ‘gofre de Lieja’, apodado como la capital de la provincia homónima de la zona francófona belga. Es pequeño, redondeado, con formas irregulares y tiene 24 agujeros (no puede tener ni uno más ni uno menos): son las principales características que lo diferencian del también anhelado ‘gofre de Bruselas’.
Sin embargo, la gran disimilitud del dulce liejense es su ya no tan secreto ingrediente: el azúcar perlado. Este azúcar en grano se añade directamente a la masa, algunos se deshacen y hacen que el gofre se vuelva dorado, sin necesidad de añadirle miel. Otros, permanecen ocultos hasta que se muerden y explotan, dejando una sensación crujiente en el paladar.
De hecho, no se le añade nata, siropes u otros ingredientes adicionales. Los valones lo comen así, al natural, para disfrutar de su sabor dulce, textura esponjosa y efecto crujiente. Sí, pero que se puede elegir el sabor del ‘gofre de Lieja’. Normalmente, en Valonia se pueden encontrar de canela o vainilla.
Ante un sabor tan genuino, este dulce tiene una categoría especial en Lieja, donde es casi una institución. La gente lo devora en las cafeterías, por la calle o en las ferias de la ciudad. Y hay una manera muy fácil para saber si se ha comprado un auténtico gofre de Lieja que se ha elaborado con los ingredientes adecuados y según la tradición: los comercios de este municipio valón que elaboran este dulce pueden certificarse con el sello Authentique Gaufre de Liège.
Un dulce con historia
Según la leyenda, el origen del gofre de Lieja se remonta al siglo XVIII, cuando el Príncipe Obispo de Lieja pidió a su cocinero que creara algo sabroso y dulce para él.
Los gofres sin la receta liejense, tienen otro relato. Se dice que descienden de las oublies, unas pastas religiosas que se ofrendaban a los santos. En el siglo XIII, un herrero de nombre desconocido ideó un molde rectangular y apareció la nomenclatura de ‘gofre’. Pero, en ese entonces, eran un ‘plato’ saldo, hechos con harina y agua y servían, incluso, como un sustituto del pan. No fue hasta más tarde, en el siglo XVIII, cuando se empezaron a cocinar con miel, huevos o leche y a endulzarse, hasta evolucionar en la receta clásica del gofre de Bruselas o de Lieja que se conoce hoy.
La receta del gofre que enamora a Lieja y al mundo
Después, esta mezcla se tiene que amasar hasta obtener una masa lisa y dejarla fermentar de nuevo durante 10 minutos en un lugar templado. A continuación, se añade el azúcar en grano y se divide la masa en trozos de 90-140g para cocerlo en una gofrera de 24 agujeros.
Ingredientes (para 15-20 gofres):