El Conjunto de cuevas de Monte Castillo constituye uno de los referentes más significativos de la riqueza arqueológica de Cantabria y es, junto a Altamira, uno de los yacimientos prehistóricos más conocidos.
En torno a la localidad cántabra de Puente Viesgo, se concentran este importante número de cuevas que aportan innumerables vestigios del hombre prehistórico de alto valor histórico y artístico. La cueva del Castillo, descubierta en 1903, ofreció la primera y más clara secuencia de un asentamiento humano desde el Paleolítico hasta la época histórica. En ella se pueden observar sedimentos de distintos periodos prehistóricos y en su interior sus habitantes dejaron huellas de lo que se supone sus manifestaciones místicas y religiosas. La cueva del Castillo alberga pinturas, con un margen de 6.000 años entre las primeras y las últimas figuras. Las representaciones, colorido y técnicas utilizadas son muy variadas. Las más representativas son los signos abstractos de puntuaciones y las manos en positivo y negativo. Suman un total de 51 manos, 31 caballos, 24 bisontes, 13 uros o 37 ciervas, entre otros.
El interior de la cavidad contiene uno de los conjuntos más singulares e importantes de la Prehistoria de Europa, un referente para la Historia. Sus más de 275 figuras, todas ellas correspondientes a los albores de la presencia del Homo sapiens en Europa, representan un paseo subterráneo por los orígenes del pensamiento simbólico, la mente abstracta y la expresión artística.
Las paredes de los casi 275 metros que el visitante recorre, y en los cuales se encuentran repartidas la mayor parte de las representaciones, ejemplifican las técnicas, los temas y los recursos gráficos que los artistas del Paleolítico superior (36.000-10.000 a.C.) utilizaron para expresar una parte de su mentalidad.
Caballos, bisontes, ciervas, uros, ciervos, cabras, un mamut, etc, forman el elenco figurativo animal, un bestiario variado que representa una parte de los animales que cohabitaron con el hombre. Las referencias a la figura humana son numerosas pero abreviadas, expresadas mediante la mano, un motivo especial en esta cueva debido a su elevado número, más de 50. Los signos, formas geométricas o abstracciones, son abundante. Destacan las llamadas nubes de puntos y las formas rectangulares. Dibujos y pinturas rojas, negras o amarillas, cuyo colorante se aplicó mediante diferentes soluciones tales como el pincel, el dedo o el aerógrafo, grabados y al menos dos esculturas simples se hallan también en su interior.
La cueva de la Pasiega, situada a escasa distancia, contiene una importante acumulación de animales pintados y signos, realizados en varias técnicas y estilos.
Las Chimeneas, perteneciente al mismo grupo, contiene pinturas en negro y grabados en arcilla y muchas de ellas representan animales con un estilo muy expresivo.
Las Monedas, la cuarta cueva situada en el monte Castillo, son la más espectacular por las formaciones geológicas y el colorido natural de sus cascadas estalactíticas. Sus pinturas, realizadas en negro y con pocas indicaciones de volumen, son más monótonas y concentradas que las del resto de las cuevas. Hay representados caballos, renos, cabras, bisontes, ciervos y uno oso incompleto.
El complejo de las Cuevas de El Castillo cuenta con su propio Centro de Interpretación, en el que el visitante puede informarse y conocer previamente lo que va a descubrir. Además, durante este verano en él se realizan los diferentes talleres del paleolítico.