TURISMO INTERNACIONAL

Alentejo vive así la Semana Santa

Redacción | Viernes 10 de marzo de 2023

No hay nada como disfrutar de la hospitalidad del Alentejo en Semana Santa, cuando la región entera se viste de gala para recibir una de sus fiestas más celebradas. Para el viajero, es una ocasión idónea para detener el tiempo y disfrutar de la tradición sin aglomeraciones ni agobios, descansar en estrecho contacto con la primaveral naturaleza y viajar en el tiempo con la autenticidad de los encantadores pueblos de la región. Además, la cocina alentejana guarda auténticos manjares para esta época del año, redondeando una experiencia de por sí inolvidable.

Formar parte de la tradición a pie de calle

Para hablar de la Semana Santa en Alentejo debe mencionarse obligatoriamente Castelo de Vide. Esta pequeña localidad coronada por un castillo medieval hereda sus costumbres de los diferentes pueblos que la habitaron a lo largo de su historia, fundiendo ritos paganos con elementos de las religiones católica y judía. Durante estos días de algarabía se bendicen corderos, se dan misas a la luz de las velas, se celebran las clásicas procesiones, y niños y mayores salen a las calles empedradas con matracas y campanas para acompañar a la banda sinfónica del pueblo.

Toda la riqueza del legado histórico y cultural de la región puede apreciarse también en las celebraciones de otras muchas villas alentejanas. En ellas se ve a niños portando ramos de flores que regalar a sus madrinas, como dicta la tradición, mientras que a los ahijados se les felicita con bolos fintos, redondos bollitos perfumados con canela. El aire se llena del aroma de los demás dulces típicos de las fechas: folares de Pascua, esponjosos bizcochos decorados con huevos duros, y queijadas, pasteles de queso originarios de Alcácer do Sal.

Hacer el tradicional picnic rodeado de la naturaleza más exquisita

La primavera ya comienza a asomar por los entornos naturales de Alentejo, inaugurando un momento fantástico para disfrutar de su belleza y buen clima. Por ello, el picnic en el campo del Domingo de Resurrección es una tradición especialmente importante en el distrito de Évora y obligatoria para cualquier viajero. Grupos de amigos y familias se reúnen para admirar los paisajes bajo los olivos, disfrutar del ambiente festivo y degustar la gastronomía típica de la Semana Santa. El cordero es el protagonista: asado en hornos de leña, frito, convertido en ensopado de pan y hierbabuena o transformado en sarapatel, las diferentes versiones de este imprescindible de la cocina casera de la región pueden degustarse en picnics como el organizado por el complejo rural São Lourenço do Barrocal.

En Moura, este picnic se convierte en toda una peregrinación en la que se mezclan lo religioso y lo profano, mientras que en Elvas los habitantes van hasta la orilla del río Guadiana para pasar el día y comer su típico dulce de Pascua, una auténtica obra de arte que toma la forma de animales como lagartijas o palomas. Para seguir disfrutando del despertar de la naturaleza, también se puede aprovechar para completar alguna de las muchas rutas senderistas de la Red TransAlentejo y maravillarse ante las playas vírgenes, tupidos bosques o extensas llanuras que atraviesan la región.

Una ruta por los bellos edificios religiosos de la región

Estas fechas suponen una excusa perfecta para conocer la belleza del patrimonio religioso alentejano. En la ciudad de Évora, afamada por su diversa arquitectura, todo aquel que pisa su monumental y robusta catedral queda fascinado por la construcción románica y gótica, al igual que por la impresionante Capilla de los Huesos. Además, numerosos hoteles como el Évora Hotel ofrecen paquetes de alojamiento especiales para disfrutar en familia de las ciudades alentejanas, incluyendo actividades festivas como la búsqueda de huevos de Pascua.

La ruta continúa en el distrito de Beja, donde la humilde fachada de la Basílica Real de Castro Verde protege un sorprendente interior recubierto por 60.000 típicos azulejos portugueses. Otra alternativa de arquitectura similar es la Iglesia de la Misericordia de Arraiolos, donde además merece la pena conocer los apasionantes tapetes que tejen los artesanos locales. Son menos conocidos, aunque igualmente curiosos, los dólmenes cristianizados del Alentejo. Considerados símbolos del mal durante la Edad Media, monumentos megalíticos como el de Pavia fueron convertidos en pequeñas capillas católicas.

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