Quien haya tenido la oportunidad de viajar alguna vez a la isla de La Palma habrá comprendido las mil y una razones por las que ha sido bautizada como la Isla Bonita. Y es que se trata de un lugar especial en el que las playas de arena negra, las laderas quebradas, los estrechos valles y los profundos barrancos regalan una experiencia inigualable a todo aquel que recorre sus enclaves naturales.
Además de presumir de un paisaje excepcional que la hace ser merecedora del título de Reserva de la Biosfera por la Unesco, La Palma cuenta con una serie de leyendas que nacen desde tiempos inmemorables, contadas de generación en generación, y que dan hoy nombre a muchos de sus rincones más emblemáticos. Leyendas inspiradas en los amores imposibles, la fuerza divina de los volcanes, la luz como esperanza de las tinieblas, almas hermanas y gemelas en busca de su único ser… Todas ellas narran las historias más entrañables de esta maravillosa isla del Atlántico.
Entre platanales, palmeros y el oleaje del Atlántico, se encuentra La Galga, en el municipio de Puntallana. Con su blanco caserío de San Andrés, el faro de Punta Cumplida al horizonte y el barranco de Nogales hacia el sur, cuenta la leyenda que en este lugar hubo un joven pastor que se enamoró perdidamente de una bella muchacha que no le correspondía. Esta joven quiso ponerle a prueba para que este le demostrara el amor que sentía por ella. De esta manera, le insistió para que su enamorado se acercara a un precipicio y diera tres vueltas sobre el vacío mientras apoyaba sus manos en una larga lanza. Si lo conseguía, ella le aceptaría.
El pastor sujetó su lanza y se dispuso a superar la arriesgada prueba. En la primera vuelta gritó “en el nombre de Dios” y volvió a pisar tierra sin sufrir percance alguno. Durante el segundo salto dijo “En el nombre de la Virgen” y todo volvió a salir bien. Sin embargo, cuando se disponía a girar por tercera vez sobre el barranco para cumplir su deseo exclamó “En el nombre de mi dama”, con tan mala suerte que en esta ocasión cayó por el precipicio. Desde entonces, los habitantes de este lugar se referirieron a este risco como el Salto del Enamorado, para recordar la historia de este pastor que lo arriesgó todo por amor.
Desde este mirador del Barranco de Nogales se puede disfrutar de una de las mejores vistas del oriente de La Palma y contemplar la zona en la que se encuentran los bosques de laurisilva. Además, ofrece una panorámica espectacular del océano, regalando unos amaneceres de película. Sin embargo, lo que marca la diferencia es que el mirador forma parte de la Red Insular de Miradores Astronómicos, por lo que es el lugar idóneo para observar las estrellas cuando cae la noche.
Cuenta la leyenda que, en una lejana noche sin luna, una madre desesperada por la delicada salud de su hijo se dirigía a buscar un remedio para este. Para conseguirlo, se aventuró a través del camino real de Amagar, que unía Tijarafe con Los Llanos de Aridane, pasando por el Santuario de las Angustias. Al llegar a la cima, comenzó a bajar por el desfiladero que se precipita hacia el valle que forma el barranco de las Angustias, pero el viento y la lluvia apagaron el único farol que le había estado iluminando durante todo el camino.
En el transcurso de este descenso, se encontró de repente con un madero de pino en forma de una cruz, por lo que inmediatamente soltó a su hijo, arrancó la rama e hizo una antorcha que les sirvió como guía. Finalmente, el niño recuperó las fuerzas. Sin embargo, la mujer consideraba que había cometido un pecado al haber arrancado la cruz de aquel árbol y puso rumbo al mismo lugar para depositar una nueva cruz en el pino. Durante esta nueva aventura, contempló una luz en forma de cruz que la cegó, por lo que se arrodilló asustada pidiendo perdón a la Virgen de las Angustias por su pecado.
Tras estos hechos, se dice que en las laderas de Amagar se observa de vez en cuando un destello conocido como “La Luz del Time”, presente entre las sombras de la noche para guiar a los caminantes y ayudarles a seguir su recorrido.
El Time es uno de los miradores imprescindibles de La Palma, ya que regala unas impresionantes vistas del valle de Aridane, cubierto por plantaciones de plátanos y cortado por el barranco de Las Angustias, que acaba en el bonito puerto de Tazacorte. Además, desde aquí se pueden contemplar las mejores vistas del sur de la isla, así como del nuevo volcán de la isla, y en los días en los que el cielo se encuentra despejado se vislumbra la isla de El Hierro.
Intervención divina en los volcanes
Son muchos los volcanes que, a lo largo de la historia, han sentido la impresionante fuerza de la naturaleza. Y como no podía ser de otra manera, muchas leyendas giran en torno a ellos. Desde el volcán de Martín, que nació en el año 1646 provocando un fuerte temblor en la tierra y derramando mares de lava y piedras, hasta el volcán Teneguía, que nacía en la superficie de la isla tres siglos después, en 1971.
El volcán de San Juan, por ejemplo, entró en erupción el 24 de junio de 1949 amenazando una zona habitada. Con la esperanza de que se salvase, los vecinos del lugar sacaron en procesión imágenes y ornamentos sacros. Y así fue: en su amenazante avance, el “volcán caballero”, como fue bautizado a raíz de esta actuación, respetó la zona. En agradecimiento de ello, una hornacina con la Virgen de Fátima se erigió en el punto en el que la lava cambió su rumbo.
Es precisamente esta zona uno de los puntos de observación del nuevo volcán de La Palma que se erige por detrás de la misma, además de obtenerse, desde aquí, una vista panorámica del valle de Aridane.