La Semana Santa en Chequia se vive con alegría, diversos ritos religiosos y paganos, mercadillos de primavera y unos bocados dulces que animan el paladar. ¿Habéis escuchado hablar de la cerveza verde? También se elabora en estas fechas.
En un país como la República Checa en el que sólo un veinte por ciento de la población se declara cristiano, el periodo de Semana Santa se vive con mayor alegría que en otros lugares y rodeados de unos usos y costumbres que sorprenden a los viajeros. Las tradiciones religiosas conviven en armonía con las paganas, enraizadas habitualmente con el culto a la naturaleza y el despertar de la primavera. Un viaje a Chequia que coincida con este periodo festivo permite familiarizarse con estas interesantes manifestaciones culturales al tiempo que se disfruta de museos, mercadillos de Pascua y de una mesa generosa en viandas.
Cómo se vive la Semana Santa en Chequia
Las supersticiones y leyendas alcanzan diversos ámbitos en la República Checa, también llegan a las celebraciones de Semana Santa. Por este motivo, hay determinados actos que están reservados para estos días. Ya en la antesala de la festividad, el Miércoles de Ceniza, se solía aprovechar para la engorrosa tarea de quitar el hollín de las chimeneas (de ahí su nombre). Hoy día, simplemente se dedica a limpiar, pero con buena actitud si se desea evitar que cada miércoles del año ocurra algo negativo.
El periodo oficial de Semana Santa se desarrolla entre el Jueves Santo y el Lunes de Pascua, unos días que se viven intensamente tanto en el ámbito privado, con los usos y costumbres que narraremos a continuación, como en el público, ya que suele haber liturgias y se colocan mercadillos de primavera. Buenas excusas para hacer vida social y empezar a disfrutar de las temperaturas más agradables de la nueva estación.
El primer día festivo, el Jueves Santo, es conocido como Jueves Verde debido a la costumbre de comer verduras y hortalizas de ese color -como las ortigas, espinacas o coles- para atraer la buena salud durante los siguientes doce meses. Ese hábito también incluye la cerveza verde (Zelené pivo), una especialidad que algunas cervecerías, como Starobrno, hacen para la ocasión con una receta secreta a la que añaden una infusión de hierbas. El resto del año no la elabora. Ese jueves también es el último día que sonarán las campanas en las misas porque la leyenda dice que “parten hacia Roma”. El sonido será sustituido por otro menos agradable, el de las carracas y matracas que los niños harán sonar insistentemente por las calles.
En señal de tristeza por la muerte de Jesucristo, el Viernes Santo se reserva para el ayuno y se desaconseja trabajar en el campo para no molestar al futuro Salvador. Si alguien obviase la recomendación, su cosecha se arruinaría. Las leyendas también indican que ese día se abren las rocas para que los más necesitados encuentren tesoros ocultos en su interior. Esa tarea de búsqueda de objetos valiosos está relacionada con el juego (de origen anglosajón) de buscar los huevos de Pascua.
El Sábado Santo o Sábado Blanco, una jornada de reflexión, se vivía de puertas para adentro, se terminaban las labores domésticas, de pintar y limpiar, y se preparaban algunos platos, como el mazanec (pan dulce), para el Domingo de Resurrección. Este es un día alegre en el que se acude a la iglesia y después las familias se reúnen para gozar de un festín. La carne vuelve a ser bienvenida y es tradición comer conejo o cordero al horno, también el beránek, que es un bizcocho con forma de corderito, que se presenta bañado de chocolate o con azúcar glas.
Azotes a las niñas para asegurarles belleza
Para despedir la Semana Santa en Chequia, el Lunes de Pascua, los jovencitos azotan simbólicamente a las niñas con trenzas de sauce (pomlázka) que han preparado ellos mismos, con este rito se les asegura belleza y juventud durante todo el año. Y si son mujeres casadas, además, expulsarán cualquier sentimiento negativo. Ellas responden a la “gentileza” regalando huevos de pascua, que han decorado con mimo el día anterior, a los “azotadores”. También es habitual ofrecer unas cintas de colores, cuyo tono simboliza el sentimiento que tienen hacia esos chicos (rojo, amor; amarillo, rechazo; azul, esperanza; y verde, simpatía). Antaño, incluso se azotaban las vacas, los árboles y los sirvientes.
Las primeras menciones a esta tradición se remontan al siglo XIV, aunque se cree que puede remontarse más allá, a la era precristiana. También se conserva una bonita costumbre que consiste en cantar de casa en casa: los niños y los hombres llevan sus varas trenzadas y los vecinos les regalan un huevo de pascua, cintas de colores para la fusta, alguna golosina o una copa de aguardiente casero (a los adultos).
Dos excursiones desde Praga
Museos al aire libre que cobran vida
Si todas las tradiciones comentadas anteriormente se tuviesen que situar en un contexto histórico y espacial, el mejor lugar sería el Museo al aire libre de Valaquia, en Rožnov pod Radhoštěm, un auténtico pueblo de madera que cobra vida en Moravia durante la Semana Santa. A este sitio acuden grupos folklóricos ataviados con los trajes tradicionales que comparten alegremente sus músicas y danzas con los visitantes. No faltan las varas trenzadas que ya hemos comentado, el ruido de las matracas (rapáč) o los huevos decorados (kraslice).
Durante el fin de semana (8 y 9 de abril) y el Lunes de Pascua, los mercadillos ocuparán las calles con varas, flautines, huevos, cerámica y ricas viandas propias de estas fechas. Son días de bullicio y alegría que merece la pena conocer in situ. Esta es una escapada desde Praga muy aconsejable pero debido a la distancia (casi 4 horas en coche), hay que plantearse quedarse a dormir en ciudades más cercanas como Olomouc (a 75 kilómetros), Ostrava o Zlín (a unos 50 kilómetros).
Una propuesta parecida en Bohemia del Este sería el Museo al aire libre de Veselý Kopec, un conjunto de casitas de madera del siglo XIX que entusiastas voluntarios mantienen en perfectas condiciones. Es un lugar que cobra vida durante los días de Semana Santa y donde los vecinos visten trajes tradicionales, realizan recreaciones y narran las costumbres de antaño.
Santuarios religiosos
La diversión en pueblos y plazas del país se transforma en recogimiento en algunos santuarios checos a los que acuden creyentes y curiosos durante los días de Semana Santa. Las iglesias que suelen acoger a más peregrinos en esos días son las de Svatá Hora (Montaña Santa) que está situada en la población de Příbram, a 60 kilómetros de Praga, y la basílica de Nuestra Señora de la Asunción y de San Cirilo y Metodio, la iglesia de peregrinación más importante del país, ubicada en Velehrad, donde se realizan liturgias durante toda la semana. Tampoco podemos olvidar la iglesia de San Juan Nepomuceno, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, que se encuentra cerca de Žďár nad Sázavou, a unos 150 kilómetros de Praga.