Aunque ya es, por todos, conocido el excelente vino del Alentejo, las tierras de esta región lusa también producen otro tesoro de altísima calidad: el aceite de oliva. Aromático y de tonos dorados, basta un poco de buen pan y una pizca de sal para disfrutar en todo su esplendor de los sabores de este pilar de la gastronomía alentejana.
Para conocerlo, es preciso comenzar por su origen. Un paseo por los campos y llanuras del Alentejo revelará ante los ojos del viajero un bello paisaje salpicado de olivos, algunos de ellos, de cientos de años debido a la arraigada tradición en torno a su cultivo. En total, los olivares ocupan más de 150.000 hectáreas a lo largo y ancho del Alentejo, produciendo más del 70% del aceite portugués en sus tres zonas con Denominación de Origen: Moura, Norte Alentejano y Alentejo Interior.
El Alentejo ofrece todo un repertorio de opciones para vivir de la manera más auténtica la elaboración del aceite, conocer su historia y experimentar el potencial culinario de sus variedades, cada una de las cuales posee una personalidad propia.
Un viaje al pasado por la bien conservada tradición del aceite
El encantador pueblo amurallado de Marvão, entre otros muchos atractivos, es uno de los lugares más indicados para comenzar una ruta de olivoturismo. Su Museu do Azeite Castelo de Marvão no solo se encarga de conservar herramientas y técnicas milenarias, sino que también produce su propio aceite de oliva y cuenta con programas turísticos para conocer de primera mano el arte de la oliva. Para exprimir al máximo la visita, se recomienda subir al castillo medieval del pueblo y admirar las espectaculares vistas a los campos de olivos.
Algo más al sur, en el entorno idílico circundante al lago de Alqueva, la localidad de Moura guarda el Lagar de Varas do Fojo. Funcionando como museo y como almazara, sigue empleando procesos de más de dos mil años de antigüedad en su infraestructura original de 1810. Tras deleitarse con el olor tan característico de las prensas de aceituna, el viajero podrá catar este símbolo de la dieta mediterránea en sus variedades Virgen y Virgen Extra, obtenidas exclusivamente a través de procesos mecánicos a bajas temperaturas.
Serpa es otro municipio que destaca por su historia vinculada a la aceituna, pues su producción de aceite fue de las más apreciadas de todo el Imperio Romano. Es, por tanto, una parada indispensable para los auténticos gourmets, que podrán probar en sus tradicionales tabernas las típicas aceitunas aliñadas con orégano y sal, o platos como la açorda y la sopa de cação, en los que el aceite cuenta con un gran protagonismo. De paso, merece la pena descubrir sus afamados quesos DOP.
Una extraordinaria combinación de costumbre y modernidad
Para una experiencia única, la Herdade da Malhadinha Nova diseña actividades para que los huéspedes del hotel descubran los atractivos de los aceites alentejanos, ofreciendo asimismo workshops de cocina tradicional para poder llevarse a casa un pedacito de sus costumbres. La joya culinaria que se produce en sus tierras tiene notas de almendras y manzanas verdes, y aunque puede probarse en su restaurante, los viajeros a los que les sepa a poco también tienen la opción de adquirir una botella como souvenir.
Aquellos que, además de paladar exquisito, mantengan un interés por la arquitectura, deben parar obligatoriamente en el Lagar do Marmelo. Rodeada de infinitas filas de olivos en Ferreira do Alentejo, esta almazara ofrece visitas guiadas gratuitas. Al término del recorrido se realiza una cata para convertirse en un auténtico experto en reconocer las principales diferencias entre sus aceites más distintivos.