Es cierto que cualquier época del año es buena para una escapada corta; sin embargo, hay sitios que, entre más alejados de la temporada alta, más encantadores resultan. Por ello, es preciso aprovechar un fin de semana de estos meses para visitar alguno de los siete pueblos del hinterland de la Costa Brava. Con paisajes admirables, un patrimonio cultural inigualable y un marcado pasado medieval, estos pueblos merecen una escapada en pareja, en familia, con amigos, en solitario, para descubrir todos sus encantos.
La villa de Bañolas está estrechamente vinculada a su lago, un fenómeno biológico de primer orden. Es el más grande de Cataluña y uno de los más grandes de la Península Ibérica, con una superficie de 107 hectáreas. Además, en 1990 se descubrió el poblado neolítico de La Draga, el primer asentamiento de la península situado a orilla de un lago. En la actualidad se han reconstruido algunas de sus curiosas cabañas neolíticas que se pueden visitar de forma guiada.
Caldes de Malavella
La historia y el patrimonio cultural de Caldes de Malavella está estrechamente relacionado con el termalismo. Sus termas romanas, construidas el siglo I d.C., son un monumento histórico declarado Bien Cultural de Interés Nacional. El balneario romano del Puig de Sant Grau está abierto al público, y se puede recorrer de forma autoguiada con la ayuda de sus señalizaciones; además, es el locus amoenus de todo aquel que quiera relajarse.
En el corazón de Castellón de Ampurias se encuentra la Basílica de Santa María, el majestuoso edifico de estilo gótico construido entre los siglos XII y XV. En su interior destaca el museo parroquial, conocido como el Tesoro, que ofrece una valiosa colección de orfebrería religiosa. En esta localidad también puede visitarse el Ecomuseo Harinera, en el que se puede conocer la historia y evolución de los molinos de harina de la zona y una exposición con lo más destacado del Alto Ampurdán. Este museo conserva in situ toda la maquinaria propia del proceso industrial de transformación del trigo en harina.
Rodeado de montañas y con unas magníficas vistas al valle de Tordera, al Montseny y al Montnegro, Hostalric conserva uno de los legados monumentales más notables de la época medieval catalana. Su espectacular muralla se alarga hasta los 600 metros y en su recorrido se encuentran diez torres, siendo la Torre de los Frailes una de las más destacadas. A través del Centro de Interpretación del Castillo se puede hacer un viaje en el tiempo y conocer las funciones y transformaciones que ha tenido el antiguo castillo medieval de los vizcondes de Cabrera a lo largo de su historia, el cual tuvo su máximo protagonismo durante la guerra de francés.
A medio camino entre la ciudad de Girona y las poblaciones costeras de la Costa Brava se sitúa La Bisbal de Ampurdán, la capital de la cerámica de Cataluña. La importancia de esta actividad se refleja en el paisaje urbano de la ciudad, caracterizado por las esbeltas siluetas de antiguas chimeneas industriales y por un área comercial claramente orientada a la comercialización de los diferentes productos cerámicos. Visita Ampurdán es la marca turística conjunta de varios municipios del Bajo Ampurdán (La Bisbal Ampurdán, Forallac, Cruïlles, Monells y San Sadurní de la Hiedra, Corsá y Ullastret), cuyo principal emblema es: “vive nuestro territorio con nuestros ojos”.
El conjunto medieval de Peratallada conserva una gran armonía en su arquitectura rural, lo que invita a perderse por sus estrechas calles, así como a cruzar bajo los numerosos arcos que abundan por ellas. El paseo es corto y agradable, con un encanto especial; en su recorrido, los amantes de la fotografía pondrán el foco en la iglesia de San Esteban, su castillo-palacio o la Plaza de Les Voltes. Aparte de sus atractivos arquitectónicos e históricos, esta villa es reconocida por su oferta artesanal y gastronómica. Los callejones del centro cuentan con sugestivos restaurantes que ofrecen el complemento idóneo a una escapada de fin de semana.