La huella del escritor argentino Ernesto Sábato (1911-2011), premio Cervantes 1984, entró en la Caja de las Letras de la mano de su hijo Mario Sábato, quien depositó libros, fotografías, cartas y otros objetos del novelista, ensayista y defensor de los derechos humanos en su país. El legado in memoriam del autor de El túnel (1948), cedido a perpetuidad al Instituto Cervantes, quedó guardado en la caja de seguridad número 1542 de la antigua cámara acorazada de la sede de la institución.
Componen el legado un ejemplar de Uno y el Universo (1945), una colección de ensayos breves que fue su primera obra; un ejemplar de su ensayo Heterodoxia (1952); el poemario Cenizas y plegarias, de Matilde Sábato; una docena de fotografías, diversas cartas escritas a máquina que incluyen anotaciones manuscritas de Ernesto Sábato y un ejemplar del libro El Pantanillo de Ernesto Sábato, escrito por el autor y periodista Pedro Jorge Solans.
Ernesto Sábato, quien da nombre a la biblioteca del Instituto Cervantes de Budapest, fue un firme defensor de los derechos y valores contrarios a la política dictatorial argentina. En 1984 fue elegido fue elegido presidente de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP), que redactó el Informe Sábato, conocido en España como Nunca más. Precisamente una primera edición de este histórico informe sobre los abusos del régimen militar se encuentra guardado en la Caja de las Letras, donde lo depositaron los responsables de la Universidad de Buenos Aires en octubre de 2021.
El escritor y cineasta Mario Sábato reivindicó la “cruzada por la moral y la justicia” que acometieron tanto su padre como el expresidente argentino Raúl Alfonsín, cuyo hijo, el embajador de Argentina en España, Ricardo Alfonsín, actuó como testigo de la entrega del legado.
Mario Sábato, quien además es responsable de la Casa Museo dedicada al autor de Hombres y engranajes (1951), destacó que este “quería mucho al idioma español que nos legó la conquista”. En su opinión, la conquista fue algo “fantástico, aunque atroz en otros aspectos”, “terrible y milagrosa” a la vez, que dejó como mejor fruto el valor y la unidad del idioma español, siempre defendidos por Ernesto Sábato.
El libro El Pantanillo de Ernesto Sábato, de Solans, que forma parte del legado, se basa precisamente en el rescate de la obra de Sábato desde su experiencia en el Pantanillo donde compartió sus vivencias con artistas y escritores que buscaban un refugio para sus inquietudes. Mientras él escribía algunas de sus obras más destacables, visitaban los ranchos Alejandra Pizarnik, Jorge Amado, Córdoba Iturburu, la familia de Ernesto Che Guevara, artistas, etc. Este mes de enero se cumplen ochenta años de su arribo al Pantanillo y coincide con los veinte años de su despedida de aquel lugar que frecuentó, donde se hicieron muchas de las fotografías que integran el legado cedido sine die.