Ocultos entre bosques, desfiladeros o viñedos, descubrimos cinco alojamientos rurales muy coquetos, donde olvidarse de todo menos de sentirse bien mano a mano con la naturaleza y el encanto rural. Un antiguo palacete del Arzobispado en la silenciosa Bureba, una coqueta casa castellana en Las Merindades, un molino harinero del SXI en la comarca del Arlanza, un spa junto a las lagunas glaciares de Neila o un hotel junto al Hayedo de Carrales. Difícil elección…
Si necesitas desconectar, olvidar rutinas, desintoxicarte de dispositivos y encender tus sentidos, la provincia de Burgos es tu próximo destino. El lugar donde respirar en parques naturales, bosques y paisajes de postal y alojarse en sitios bonitos, de ésos que gusta repetir y compartir. Como ejemplo, estos cinco alojamientos rurales en los que codearse con la naturaleza en estado puro, perderse y reencontrarse. La terapia que necesitabas… y que tantos viajeros han puesto en práctica este 2022.
Y es que como destaca Ana Peña, presidenta de la Asociación de Turismo Rural de la Provincia de Burgos, TURALBUR, “el balance de este 2022 es muy positivo, con datos que se van acercando a los previos a la pandemia”.
Con propuestas como estas, imposible resistirse a la tentación de una escapada rural este 2023 a la provincia de Burgos.
Diseño y calidez en las postales esteparias de la Bureba
Acercarse a Quintanilla San García es entrar en un estado de ánimo sosegado y tranquilo. Todo lo envuelve el silencioso ruido de una naturaleza encantadora y el tímido trasiego de los 100 vecinos que le echan un pulso al tiempo rodeados de belleza. En medio de esta calma, se levanta El Palacete del Obispo, antigua propiedad del Arzobispado en la que se pagaban los diezmos de la cosecha a los curas. Esta casa solariega del S XVII es hoy una casona cálida y acogedora, restaurada en un equilibrio perfecto entre el rústico tradicional y el diseño moderno. Una posada que ofrece todas las comodidades entre muros de piedra y ventanales por los que asomarse a la historia y la vida del valle.
El pasado de este rincón de la Bureba burgalesa se remonta a muy atrás. Por aquí pasaba la calzada romana Vía de Italia e Hispania que aún se conserva y, en su momento, llegó a ser una de las más importantes del Imperio, siendo paso obligatorio en la Edad Media para aquellos que caminaban rumbo a Santiago. Testigo de este trasiego es y ha sido Briviesca, a tan solo 6 km; ciudad típicamente castellana donde poder disfrutar de una gastronomía sencilla, elaborada con productos de alta calidad, en la que la pastelería adquiere niveles de excelencia.
Para los amantes de la naturaleza más activa, Las Lomas de la Bureba es un tesoro por descubrir, pues entre cereales, arroyos y postales esteparias sorprende el vuelo de las águilas o la regia presencia de un corzo. Las mismas entrañas de esta tierra se han abierto para los escaladores y esconden pasillos y grutas de extraordinaria belleza para deleite de espeleólogos y amantes de las actividades multiaventura. Un entorno en el que practicar el escapismo mental y empaparse de historia.
La excelencia de lo rústico a un paso de Ojo Guareña
A los pies del Monte Zalama palpita aún una aldea ganadera de unos 20 vecinos que recibe el nombre de San Pelayo, un oasis rural en el que escapar de uno mismo y contagiarse de vida sencilla. Aquí mismo, en plena comarca de Las Merindades, se levantaron las piedras típicamente castellanas que hoy en día dan nombre a la Casa Zalama, un coqueto alojamiento rural de belleza humilde y encanto abrumador. Su balconada tradicional desde la que observar al ganado pastar o sus vigas rústicas sujetando el alma de este refugio, forman parte de su indiscutible atractivo.
Una vez fuera, su ubicación la convierte en el lugar perfecto desde el que explorar los alrededores. Las Merindades, al norte de Burgos, son un mapa infinito de paisajes de alto impacto, pueblos de reconocida belleza y lugares con una historia que recordar. El Monumento Natural de Ojo Guareña (a media hora en coche de la casa) es parada obligatoria. Se trata del complejo kárstico más grande de España y, uno de los mayores de Europa; una mina inagotable de fósiles y un espectáculo para los amantes de la geología y los paisajes de película.
Para buscadores incansables de rincones instagrameables, el destino está a 35 minutos. Puentedey es el pueblo más bonito de España 2022. Y no defrauda. Belleza rural en vena. Su urbanismo de casas solariegas diseñado en torno a un puente de piedra natural que el río Nela lleva esculpiendo a su antojo 90 millones de años es de los lugares más fotografiados de la comarca. La atmósfera de este lugar alcanza el nivel máximo del bucolismo.
Si lo que se buscas es patrimonio cultural, hay dos rumbos que tomar a 20 minutos. Espinosa de los Monteros sorprende con sus fachadas y sus soportales castellanos, mientras que Medina de Pomar habla de Renacimiento y Carlos V. Ciudad declarada Conjunto Histórico Artístico es una visita de alto interés para amantes de la historia, pues este municipio fue descanso de reyes europeos y tal privilegio dejó un vasto legado patrimonial que hoy salpica de iglesias románicas y monasterios los valles circundantes de profundidades glaciares. El mejor tratamiento para el bienestar.
Descansar en un molino harinero de más de mil años de historia en la comarca del Arlanza
Quien viene a la comarca del Arlanza, llega atraído por el olor del vino y el paisaje de los viñedos. Y es que esta tierra tiene tradición vitivinícola desde el SVII. Las catas de los vino de estas tierras burgalesas y la visita a bodegas es un reclamo para winelovers y amantes de la cultura tradicional, que tienen en Lerma y Covarrubias dos preciosas localizaciones (no en vano también están entre los pueblos más bonitos).
Aquí mismo, a mitad de camino entre ambas se encuentra El Batán del Molino, un molino harinero del SXI que comparte valle con robledales y encinares en la vega del río Arlanza. El edificio, restaurado con la máxima fidelidad a la construcción típica de la zona, ha respetado el entramado de madera de sabina y adobe y parte de su estructura interior, lo que convierte a este lugar en un auténtico museo etnográfico en el que poder pernoctar. El Batán del Molino es un espacio único rodeado de un extenso vivero de plantas que da a los huéspedes la sensación de estar alojado en un auténtico refugio natural.
El entorno inspira a recorrer los senderos a caballo o atravesar bosques suspendido en puentes colgantes o tirolinas, pues la oferta de actividades de turismo activo es altamente recomendable. Para amantes de la historia, a 40 minutos se encuentra Atapuerca, el yacimiento arqueológico y paleontológico en el que se descubrieron restos del primer hombre europeo. Un tesoro entre tesoros que fascinará también a los más pequeños, cuando descubran que allí se encontró la mayor acumulación de fósiles humanos de la historia; hombres que vivieron hace más de 400.000 años. Una visita que hay que hacer, al menos una vez en la vida, y que cobra una dimensión mayor si la recuerdas mientras descansas entre los muros de un molino de más de mil años de historia.
El encanto de un buen hotel en el corazón de Las Merindades
En medio de este mágico lugar está Crespos, una aldea silenciosa que se sostiene en un paraje encantador lleno de manzanos, cuevas y arroyos; aquí se encuentra el Hotel Rural La Gándara, un refugio típicamente castellano de piedra y madera, donde recuperar el sosiego. Un lugar a caminar lento, recuperar la lectura o degustar un buen plato de la cuchara castellana. Recordar los sabores de siempre y despertar los sentidos.
Fuera el valle, rodeado de robles centenarios, esconde un punto clave en la ruta para amantes de la naturaleza: es el Hayedo de Carrales, uno de los más grandes y mejor conservados bosques caducifolios de la provincia, que adquiere un grado de belleza casi celestial con las nieves del invierno. El modo en el que la luz atraviesa el entramado vegetal que teje la techumbre de este lugar es sencillamente majestuoso. A cada paso,
construcciones del SXII muestran la huella de un románico que fue testigo de la grandeza de este rincón burgalés. Un regalo para los buscadores de tesoros, al igual que Orbaneja del Castillo, pueblo medieval considerado una obra de arte natural, con su imponente cascada de 25 metros atravesando el pueblo en un gesto mágico.
Una acogedora posada-spa junto a las Lagunas Glaciares de Neila
Acercarse con los primeros fríos al Parque Natural de las Lagunas Glaciares de Neila provoca una sensación inexplicable, de ésas que hay que vivir. Las cascadas que se precipitan de una a otra por las siete lagunas de origen glaciar que se nutren del río Arlanza se muestran en esta época, en su mayoría, congeladas. Surge entonces un mausoleo natural de hielo, vigilado por los Picos de Urbión y el vuelo de las aves rapaces que acechan a la caza de su presa. El espectáculo es de una pureza inconmensurable y gozar de todas las comodidades a un paso de este escenario casi virginal es posible gracias a Las Mayas. Esta coqueta posada, en las estribaciones de la Sierra de la Demanda, es un maravilloso refugio donde descansar de la aventura glaciar.
Las instalaciones de su spa invitan a la relajación, igual que una velada degustando los mejores productos de la tierra en su restaurante. Para huéspedes más solitarios, el ambiente de sus acogedoras estancias con paredes de piedra de sillería bajo un techo de vigas de madera natural invita a la reconexión vital y el reposo. Con el calor de la chimenea y el curioso patio de las corralas el lugar no podría ser mejor campamento base.
La necrópolis de Cuyacabras, el desfiladero de la Yecla o el cañón del río Lobos son destinos que no defraudarán a los amantes de la naturaleza más viva, si bien no puedes abandonar Las Mayas sin haberte adentrado en el bosque modelo de Urbión, el mayor bosque de coníferas de la Península.