Objetivo: que los padres puedan compartir con sus hijos una de sus grandes pasiones, el vino y su cultura, en un formato divertido. Ir de museos y visitar bodegas en familia puede esconder planes tan geniales como una ruta en 4x4 entre viñedos, un paseo en bici que acaba en una cueva o una cata de mostos para los más pequeños. Te damos siete razones para que escojas la Ruta del Vino de La Mancha y te corones en casa como el ‘planner’ de la mejor aventura familiar en décadas
Poner de acuerdo a toda la familia cuando se busca destino para una escapada puede resultar complicado. Pero el secreto de la felicidad es sencillo: niños entretenidos. Ahora bien ¿Cómo se consigue? Visitando la Ruta del Vino de La Mancha. Porque si a lo atractivo de un nuevo lugar para explorar le sumas que los más pequeños puedan participar activamente de un mundo que en apariencia es solo de adultos el éxito del viaje está asegurado.
Y así sucede en la Ruta del Vino de La Mancha, donde la cultura del vino está al alcance de grandes y pequeños. Aquí hay lugar para todos y para todo, para que los amantes del vino disfruten compartiendo su pasión con los que más quieren, enseñándoles a amar el vino desde el mayor viñedo del mundo. Habrá lugar para la creatividad y la imaginación, para la historia y la literatura, para los héroes de leyenda y las aventuras de caballeros y doncellas, pero, sobre todo, habrá espacio para mancharse de tradición y aprender de los valores de antes. Conocer de cerca la dureza del campo, los desafíos de la sequía, la complejidad de moler el grano a merced del viento o el sabor de los primeros mostos.
La Ruta del Vino de La Mancha es una aventura perfecta para compartir en familia y brindar juntos por una escapada llena de diversión y momentos especiales. Toma nota de estos ocho motivos para venir y colgarte la medalla de haber organizado la mejor escapada familiar en años.
Pequeños y grandes catadores
¿Cuántas veces los más pequeños de la casa se asoman a una copa de vino para ver a qué huele? ¿Cuántas veces les has dejado mojarse los labios con el tinto de la comida? ¿Nunca los has visto poner el blanco a contraluz para ver el color? ¿Dejar que el gas del espumoso les haga cosquillas en la nariz? El vino les atrae desde niños y es justo que, aunque no puedan beberlo, les enseñemos la historia, cultura y tradición de algo tan nuestro.
En Bodegas Castiblanque, en plena Ruta del Vino de La Mancha, están comprometidos con ello, por eso ofrecen una visita para familias (sábados y domingos; previa inscripción) en la que no solo poder conocer de cerca el proceso de elaboración del vino. Los más pequeños de la casa pueden disfrutar de un taller infantil de elaboración de mosto que termina con la cata del mismo y la entrega de una guía didáctica para niños en la que aprender todo sobre el mundo vitivinícola. ¡Nada les puede gustar más que emular a papá o a mamá con una copita de vino en la mano! Los mayores, mientras, disfrutarán de una degustación de vinos de la bodega y un aperitivo, para después juntos asistir a un taller de cocina típica manchega que pondrá el broche de oro en los viñedos con la comida-degustación y el menú infantil. Un día del que hablarán en el cole durante meses.
Moliendas tradicionales
Los molinos de viento son uno de los iconos de la Ruta del Vino de La Mancha, declarados Bien de Interés Cultural. El escenario perfecto para una excursión de la que sacarás un montón de fotos familiares para enmarcar. Campo de Criptana es la parada de la ruta que conserva más molinos en pie, diez en concreto, de los que tres datan del siglo XVI. Visitar esta Sierra de los Molinos con ‘El Quijote’ en la mano y leer juntos el capítulo VIII hará volar la imaginación de los más pequeños, que emularán al famoso caballero de la triste figura luchando contra los gigantes. ¡Las risas están aseguradas!
Si el viaje además coincide con el primer domingo del mes, podréis asistir durante la mañana a una molienda tradicional y a la ceremonia de colocación de los lienzos en las inmensas aspas del molino. Un plan por el que merecerá mucho la pena madrugar.
Alcázar de San Juan es el otro punto de esta ruta en el que podrás encontrar molinos de viento. Cuatro son los que vigilan la llanura manchega desde su Cerro de San Antón. Dos de ellos se pueden visitar: uno acoge el Centro de Interpretación del Paisaje Manchego y el otro alberga una reconstrucción de la maquinaria original del siglo XVI, donde en fechas señaladas se realizan moliendas tradicionales. Una vez más, la fórmula no falla: poner a un niño delante de una máquina grande les despierta pura fascinación.
Museos interactivos y talleres infantiles
Porque lo que se toca, se huele, se saborea… se disfruta y no se olvida. Las visitas al Centro de Interpretación de la Alfarería Tinajera (Villarrobledo), al Centro de Interpretación del Vino (Alcázar de San Juan) o al Museo Torre del Vino (Socuéllamos) son una experiencia para todos los sentidos. La cultura del vino se abre a niños y mayores a través de espacios audiovisuales e interactivos que ayudan a captar la atención de todos en torno a una historia llena de curiosidades y tradiciones que aún hoy siguen vivas.
Buen ejemplo son las inmensas tinajas que albergaban hasta 4.000 litros de vino, fabricadas aún hoy respetando una técnica ancestral. La familia entera cabe dentro de una de esas tinajas. ¡Hagan sus apuestas! Si además es época de vendimia, las Bodegas César Velasco abren sus puertas para mostrar el espectáculo único de la fermentación natural del vino en estas tinajas. La magia de la Ruta del Vino de La Mancha.
Y cuando se trata de disfrutar, mejor si lo hacemos todos, por eso en la Torre del Vino, aparte de tener una máquina para pisar uva que sacará el espíritu hasta del menos competitivo de la familia, combinan planes con inscripción previa para adultos (catas de vino y maridaje, cursos de cata horizontal…) con talleres y actividades en torno al vino para los más pequeños, que van desde gymkanas, manualidades y talleres de repostería, a cata de turrones en Navidad. Podrán fabricar su propio souvenir para llevar de recuerdo a casa o jugar a ser expertos catadores.
Visitas teatralizadas en bodegas
Porque el vino marida con muchas cosas, pero sobre todo con el arte. Muchas son las ocasiones en las que las bodegas de la Ruta del Vino de La Mancha proponen nuevas experiencias para acompañar sus catas y degustaciones, como es el caso de la bodega ecológica Hermanos Delgado que, desde hace años, realiza visitas teatralizadas con cata de vinos. Las hay terroríficas en Halloween o inspiradoras con los mejores disfraces de carnaval, pero todas son una oportunidad genial para divertirse en familia y probar los vinos que salen del mayor viñedo del mundo. No en vano, 600.000 hectáreas de viña forman la Ruta del Vino de La Mancha.
Emociones fuertes en 4x4
La adrenalina y los niños. No hay combinación más perfecta, así que este plan de recorrer viñedos en 4x4 es el gancho perfecto para que los más pequeños de la casa os acompañen a conocer los innovadores vinos de Finca Antigua, conocidos por despertar nuevos sabores de la llanura manchega. Ruta sobre ruedas, bodega, cata comentada de tres vinos con degustación de queso manchego y paseo por el viñedo. Retar a los niños a descubrir conejos, liebres o lirones, entre las cepas, les ayudará a darse cuenta de que la naturaleza es más entretenida de lo que parece si la observas.
En bici: bombos, viñas y cuevas
La Ruta del Vino de La Mancha es perfecta para recorrerla sobre dos ruedas. Varias son las empresas en las que puedes reservar alguna actividad de cicloturismo y disfrutar de un paseo en bici en familia entre viñedos, desiertos de cereal y bombos, las típicas construcciones del siglo XV que servían para dar refugio a pastores y cultivadores de vid. Sabersabor, además, combina la excursión en bicicleta con una visita a las cuevas-bodega de Tomelloso, lo que elevará el plan a otro nivel. Descubrir que esta ciudad de la Ruta del Vino de La Mancha tiene bajo sus pies más de 2.000 cuevas, horadadas en el S.XIX para almacenar vino en ellas, será toda una aventura.
La dureza del campo: lección de vida
Acercarse con tu familia hasta la Ruta del Vino de La Mancha es compartir con ellos algo más que una escapada. Nada nos conecta más con los nuestros y la naturaleza que el trabajo de campo. Lo podrás comprobar en Bodegas Tinedo de Socuéllamos. La vendimia es una experiencia que hay que tener al menos, una vez en la vida, y en la Ruta del Vino de La Mancha, podrás participar de lleno en ella. Muchas de sus bodegas organizan actividades y visitas para que puedas recoger la uva, pisarla y seguir todo su proceso hasta que el vino termina embotellado. Compartir con los tuyos el esfuerzo que se esconde detrás de cada botella es el verdadero premio y, el mayor viñedo del mundo es el mejor lugar para venir a recogerlo.
La Ruta de los Pozos de El Toboso es otra oportunidad para valorar con los tuyos las comodidades de los tiempos modernos. La localidad de Dulcinea, aparte de ser una parada perfecta para seguir los pasos de Don Quijote y Sancho Panza por sus calles, conserva ocho pozos (algunos datan del siglo XVI) que conforman una ruta que despertará el interés de los más pequeños. ¿Abrir el grifo y que salga agua? No siempre fue tan sencillo. Acercarse a estas construcciones, declaradas hoy Bien de Interés Cultural, y explicar a los niños las dificultades de antaño para conseguir algo tan necesario como el agua, no caerá en saco roto. La Ruta del Vino de La Mancha dejará huella en toda la familia.
Un tren para recorrer la grandeza de la tierra manchega
Descubrir en una misma visita un viñedo y una bodega, un olivar y una almazara, un molino, ganadería de oveja de pura raza manchega y una quesería. Pago de La Jaraba es una finca familiar que sabe cuidar y poner en valor la tierra a la que pertenece. Y lo muestra con orgullo a todo aquel que decide recorrerla a pie, en vehículo particular o en un precioso tren que hará la delicia de los más pequeños, que disfrutarán acariciando las crías del ganado. Los Vinos de Pago, quesos manchegos artesanos con sus distintas curaciones y aceite de oliva virgen extra que aquí se producen son el centro de atención de las catas realizadas durante las visitas. La forma más deliciosa y sensorial de conocer la personalidad de la tierra que los produce.