El Alentejo tiene muchas caras y todas ellas unos rasgos comunes: naturaleza, tradición, tranquilidad, luz y sostenibilidad. A estos hay que sumarle la autenticidad como las líneas que dibujan un rostro. Por ello, estos atributos, además del fácil acceso por tierra o aire desde España, hacen de la región más extensa de Portugal el destino perfecto para tomarse unos días libres y conocer con calma alguna de sus muchas maravillas.
Si bien durante el verano los viajeros se decantan más por su preciosa costa, el interior del Alentejo guarda numerosas historias y lugares por descubrir de formas muy diversas. A continuación, cinco planes muy diversos para una escapada en la que descubrir su esencia.
Recorrer su historia y tradición a pie
El Alentejo es una región perfecta para recorrer a pie gracias a sus numerosas vías y caminos. Aunque las más conocidas son el TransAlentejo o la Ruta Vicentina, hay otras muchas a lo largo del territorio, incluyendo un Camino de Santiago alternativo. Los Caminhos de Santiago de Alentejo e Ribatejo unen el sur de Portugal con la región de Centro, regalando a su paso tres caminos llenos de historia, cultura y paisajes únicos atraviesan. Quienes busquen algo más corto, pero igualmente fascinante, la Rota do Contrabando, en Galegos, muy cerca de Marvão y de la frontera con España, es ideal para empaparse de su interesante historia y su entorno natural. No hay nada como acabar la caminata en el Museo del Aceite degustando alguno de sus productos.
Saborear su identidad de la Tierra a la Mesa
Es ya bien sabido que los lugares también hay que conocerlos a través de sus sabores y, en este caso, el Alentejo tiene mucho que decir. El viajero encontrará verdaderos manjares allá donde pase, pero las rutas enogastronómicas “De la tierra a la mesa” son perfectas para todo aquel que desee empaparse aún más de la cultura de esta maravillosa región. Cinco grandes rutas, subdivididas en 17 recorridos más pequeños, permiten realizar un sabroso viaje a través de los productos del Alentejo, descubriendo el ingenio y el arte que hacen posibles los manjares y los vinos del territorio.
Participar en la recogida de la aceituna, catar aceites, vendimiar por unas horas, conocer el ciclo del arroz, visitar puestos pesqueros o pasear por los montes donde se crían los animales en libertad son solo algunas de las actividades que ofrecen estas rutas, además de, por supuesto, degustar los mejores productos recién salidos de la tierra.
La magia de Alter Real
Hablemos ahora de momentos mágicos. Uno de ellos se da en la Coudelaria- yeguada en español- Alter Real, fundada en 1748 para la conservación del patrimonio genético animal de la raza de caballo Lusitano, a los que también preparan para formar parte de la Escuela Portuguesa de Arte Ecuestre. Aquí, todas las tardes se da la “yeguada”, donde los caballos -en algunas ocasiones tan pequeños que es su primera vez- salen en masa del establo al campo para el pasto. Este complejo cuenta además con una escuela de equitación, hotel, restaurante, un museo, un centro de cetrería, entre otros atractivos, para completar la visita.
Refrescarse en las playas fluviales
Volverse loco con los increíbles productos de artesanía local
Fiel a su tradición, su artesanía local es una auténtica maravilla, sobre todo para quienes viajen en coche, que podrán volver con preciosas piezas hechas a mano de todo tipo. Desde los tapices de Portalegre, las alfombras de Arraiolos, las mantas de Mértola o los capotes de Évora, pasando por los vinhos de talha (elaborados en ánforas de barro) o aceites de oliva artesanales, el Alentejo es uno de esos lugares en los que dejarse llevar por el buen arte y mejor saber hacer de sus habitantes, que han sabido perpetuar la tradición de la región y crear piezas únicas con mucho estilo.