Este es el relato de mi primera experiencia en coche compartido repleta de: nervios, vergüenza, muchas risas y 4 personas muy diferentes y desconocidas en un mismo coche viajando a un mismo destino.
Los medios de transporte han evolucionado mucho a lo largo de todos estos años. Hemos pasado de trenes que recorrían lentamente la España de los 80 y 90, a aves de larga distancia que circulan por nuestro país a unas velocidades que alcanzan los 310 km/h. Pasando por aviones con asientos pequeños de cuatro compañías aéreas contadas con los dedos, a grandes aeronaves, pertenecientes a una larga lista de compañías aéreas nacionales e internacionales que vuelan de un destino a otro del país a cualquier hora del día.
Sin olvidarnos de los medios de transporte que circulan por carretera como los autobuses de toda la vida, que, aunque hayan mejorado sus instalaciones considerablemente, siguen tardando un sinfín de horas al destino en sí. Y por supuesto, nadie consigue aún olvidarse del siempre recordado mítico Seat 600, en el que miles de familias madrileñas de 3, 4 y hasta 5 miembros, viajaban dentro de este minúsculo coche en busca de sus esperadas vacaciones en Benidorm. Y con los medios de transporte por carretera me voy a quedar, ya que es con ellos, con los que tiene lugar mi primera experiencia en coche compartido.
Hace ya un par de años que llevo escuchado y leyendo sobre muchos viajeros que aunque la economía de muchos de ellos está mal, deciden aun así, seguir adelante con sus viajes gracias a varias empresas nuevas que han surgido con la crisis y que todas tienen un mismo denominador en común, el coche compartido. Como mi economía tampoco es para echar cohetes, decidí probar este tipo de viajes con la empresa más conocida actualmente para compartir coche, es decir con BlaBlaCar.
Mi punto de partida era Madrid, con dirección Galicia. Después de una hora observando anuncios y leyendo comentarios de los conductores que viajaban el día que a mi me interesaba, decido reservar mi plaza con uno de ellos, quien me pareció el más interesante dado los comentarios que le dejaban otros pasajeros que ya habían viajado con él. En menos de cinco minutos había realizado todo el proceso de reserva y ya había cerrado con el conductor la hora de salida en Moncloa (Madrid) a las 8.00 a.m.
Llegó el día esperado, muy temprano (completamente dormido), me dirijo hacia el punto de partida en donde había quedado con mi conductor. Lo primero que me llamó la atención, es que ese mismo punto estaba repleto de personas que también viajaban como yo y varios coches aparcados en el lugar, en los que su conductor buscaba a sus pasajeros entre todo el grupo de personas que esperábamos allí a que llegara nuestro coche compartido.
No tardé mucho en encontrar mi coche compartido, por suerte iba a realizar un viaje en un coche BMW Serie 3 con las ventanillas traseras tintadas que llamaba la atención entre tantos coches. Lo mismo le ocurrió al resto de mis compañer@s, ya que en menos de 10 minutos habíamos empezado el viaje y comenzaban las presentaciones.
Los primeros minutos quizá sean los más incómodos y de más nervios que se puede llegar a tener durante este tipo de viajes, da igual si es tu primer BlaBlaCar o el 20, pienso yo. Es el momento en el que observas, escuchas con mucha atención y por supuesto analizas movimientos y palabras de las personas con las que vas a compartir un par de horas (en mi caso 6), sin salir de un mismo espacio. Es gracioso, porque esos primeros minutos en los cuales ya te has creado una etiqueta de cada persona, cambiará radicalmente cuando finaliza el viaje.
En la primera hora de trayecto, ya más o menos todos sabíamos un poco de cada uno: hobbies, trabajo, a que íbamos a Galicia… En mi BlaBlaCar viajábamos cuatro personas: dos hombres y dos mujeres, cada uno totalmente diferente al otro. Quizá sea este, uno de los factores más interesantes a parte del económico del porqué muchos deciden viajar en coche compartido. ¿Cuantas oportunidades hoy en día surgen de encontrarte 6 horas en un mismo espacio (sin poder escapar) con personas desconocidas y totalmente diferentes a ti en estilo de vida, procedencia, edad, creencias, política, pensamientos…? Pues ahí estaba yo, viajando a a Galicia en un viaje de mínimo seis horas, con una estudiante china de 20 años, una ecologista de 36 años y un chófer que creo recordar rondaba los 30 años.
Todos éramos muy diferentes y con vidas muy opuestas, pero ahí estábamos metidos en un coche hablando de nuestros viajes, política, situación del país, que haríamos en Galicia cuando llegáramos... conversaciones tan tranquilas como sorprendentes, ya que poco a poco las etiquetas de cada uno que me había creado iban cayendo una detrás de otra.
Y así fue, como de una conversación a otra nos acercamos a las 3 horas de viaje y a la primera parada y única para ir al servicio, estirar un poco las piernas y sobre todo en mi caso, fumarme un cigarrillo. La parada de 10 minutos la realizamos ya entrados en Galicia. Se notaba porque, una vez fuera del coche, comprobamos como de los 25 °C que había en Madrid cuando habíamos salido, estábamos a 16 °C y todos vestidos con ropa muy de 30 °C, por lo que el frío se notaba en el ambiente.
En nada, ya nos encontramos otra vez viajando y continuando las conversaciones que habíamos dejado a medias. Me llamó mucho la atención, ya que en mi caso era el primer viaje en coche compartido que realizaba pero en cambio mis compañer@s de BlaBlaCar, ya era el 5º y hasta 10º viaje.
Por lo que me explicaron, hoy en día y tras la crisis económica cualquiera persona independientemente de la edad utiliza este tipo de servicios para viajar. Es cómodo, económico, conoces gente nueva y quien sabe si da la casualidad de coincidir con el amor de tu vida en uno de estos viajes.
Es gracioso, porque nos conocíamos de solamente 3 horas y media pero yo, ya podía intuir determinadas respuestas que me darían a preguntas que nos hacíamos sobre temas varios.
Entre batallitas y batallitas de viajes del conductor (era un completo viajero 100%), llegamos a Ourense, y con ello tiene lugar la primera parada de una de las chicas y el despertar de otra de ellas (la estudiante china de 20 años), que se había pasado casi, por no decir todo el viaje hasta esa parada, durmiendo tan tranquila. Es un detalle que me llamó mucho la atención. ¿Cómo alguien se puede meter en el coche de un desconocido junto a otros 2 pasajeros que tampoco conoce de nada y a los 20 minutos de viaje cerrar los ojos tan tranquilamente y ponerse a dormir?. ¿Será cosa de chin@s?, ¿no le apetecería hablar con nosotros? o ¿estaría cansada?. La verdad, no lo sé.
Una vez abandonado Ourense y dicho adiós a la ecologista de 36 años, ya comenzaba la cuenta atrás para llegar al destino Vigo y terminar mi primer viaje en coche compartido.
La última hora ya fue más pesada, llevábamos 4 horas y poco viajando y entre las ganas de llegar, el sueño que tenía de haberme levantado tan temprano y todo el tiempo sentado en el coche en una misma posición, comenzaba a pasarme factura. De igual forma pienso yo que le sucedía al conductor, ya que aunque conducía muy bien (trabajaba de chófer, por lo que era un crack en la carretera) no dejaba de llevar cuatro horas y media conduciendo, con solo una parada para descansar de 10 minutos.
Pero por suerte para nosotros, la estudiante china de 20 años que se había pasado casi todo el viaje durmiendo tan plácidamente como si estuviera en su casa, había despertado y tenía ganas de hablar y contarnos detalles de su vida. Y así fue como entre risas y varias traducciones de castellano-gallego-chino llegamos por fin a Vigo y daba por finalizado mi primer BlaBlaCar.
La verdad, es que me ha gustado bastante, pienso que es una forma entretenida y económica de viajar, en la que te pueden ocurrir mil y una anécdotas para contarlas luego a tus amigos con unos vinos y pasar un buen rato.