Tanto si eres de mar como si eres de tierra firme, Algarve es tu destino. En la costa: playas infinitas, arena blanca, acantilados de vértigo, pueblos marineros llenos de tradición y rincones de historia en los que sentarse a apreciar la mejor gastronomía. En el océano: travesías nocturnas, jugar a descubrir tierras remotas sobre veleros históricos, sumergirse con caballitos de mar entre arrecifes de navíos naufragados o navegar hacia la puesta de Sol. Remar en kayak, esquiar aguas cristalinas o surfear lo alto de las olas. En Algarve puedes hacerlo todo o no hacer nada.
Vacaciones es descanso, desconexión y tiempo para hacer todo lo que no puedes durante el año. Garantía de sol para poder tumbarte en la toalla y que la brisa marina te vaya adormeciendo. Garantía de viento que te deje jugar con las olas sobre una embarcación a remo, una tabla o un barco de vela. Vacaciones es Algarve. 200 kilómetros de costa de acantilados vertiginosos, playas paradisíacas y grutas excavadas por el océano en una de las regiones más soleadas del Viejo Continente. No hay excusa. Algarve son los arenales más premiados de Portugal, las aguas más cristalinas y los pueblos más encantadores. Ocho veces se ha llevado el Premio Oscar del Turismo a ‘Mejor Destino de Playa de Europa’ en los World Travel Awards. Porque en tierras algarvías, encuentras tranquilidad, pero también adrenalina.
La arena es blanca y el agua de un azul intenso, a juego con las villas que musulmanes y cristianos han levantado a lo largo de su Historia a orillas del océano. Pasear por sus calles y recorrer sus rutas culturales es caminar a otro ritmo, detener el tiempo, llenarse de descanso. Sentarse a la mesa con sus gentes es descubrir nuevas experiencias; sabores de Oriente y Occidente en una misma gastronomía, la dieta mediterránea en pleno Atlántico, las huertas rebosantes de vida y una naturaleza salpicada de vestigios romanos que aún dejan ver la esencia arabesca que tanto carácter da a esta región del sur de Portugal.
En Algarve, si buscas calma, vendrá a buscarte. Pero si lo tuyo es la adrenalina, su amplia oferta de actividades marítimas te mantendrá en la cresta de la ola durante todas tus vacaciones. Viento en popa a toda vela, a remo o descubriendo los secretos de sus fondos marinos. El sol y el viento hacen de este destino un paraíso para la práctica de cualquier deporte náutico. Tanto si te gusta el riesgo, como si únicamente eres un lobo de mar, más que de arena: Algarve tiene todo lo que buscas.
Paseos en barco por Ría Formosa
Pocos lugares hay más bellos que el que queda atrapado entre las penínsulas de Ancao y Cacela y las islas de Barreta, Culatra, Armona, Tavira y Cabanas. Pocos lugares hay más bellos que el sotavento algarvío de Loulé, Faro, Olhao, Tavira y Vila Real de Santo Antonio.
La Ría Formosa es uno de los paraísos algarvíos que más se disfruta en travesía marítima, pues este lugar es agua y explota de vida. El paisaje lagunar aquí enmudece enmarcado por un cordón de playas y dunas de un blanco brillante que cuando la marea baja, muestran su máximo esplendor natural; la mezcla de agua dulce y salada hace que proliferen especies de flora y fauna que son un espectáculo para el visitante (camaleones, caballitos de mar…), que puede llegar hasta aquí en paseos contratados de una hora, dos, tres o incluso el día entero. Las ofertas son variadas y se ajustan a los intereses del grupo, que podrá zarpar desde cualquiera de los municipios para observar a las aves que migran del norte de Europa hacia África y encuentran en este hermoso paraje todo lo que necesitan para reponer fuerzas y emprender de nuevo su vuelo.
Kayak, windsurf y esquí acuático
Lejos de la bravura del océano y rodeados de esa naturaleza imponente, Algarve te da la oportunidad de practicar todo tipo de deportes náuticos. En los ríos Arade y Guadiana y en las rías de Alvor y Formosa, orientadas hacia la tranquilidad del sur, son numerosos los puntos en los que podrás alquilar todo tipo de embarcaciones para disfrutar del sol y el mar en arenales casi vírgenes y aguas cristalinas. El escenario es idílico.
Canoas, piraguas dobles o individuales, kayak, esquí acuático, windsurf, pedaletas… Mayores y pequeños podrán disfrutar del paraíso a todos los niveles. Desde la tranquilidad de la arena y el baño en las piscinas naturales que forma la bajamar, a las descargas de adrenalina del esquí acuático a toda velocidad o un golpe de viento que te haga volar con tu tabla de windsurf. Todo puede ocurrir en el Algarve.
Navegar a vela: tranquilidad, sol y viento
La serenidad de navegar al abrigo de las ensenadas algarvías es una sensación adictiva para todos aquellos que disfrutan de las actividades náuticas. El Cabo de San Vicente son brazos que protegen a todos aquellos que desde sus veleros, grandes o pequeños, juegan a desafiar al viento.
Las marinas de Albufeira, Lagos, Portimao y Vilamoura (las cuatro distinguidas con Bandera Azul) y los puertos de recreo de Tavira, Olhao y Guadiana (Vila Real de Santo Antonio), así como el muelle de recreo de Faro, están equipados con todo lo que los amantes de la vela necesitan para poder detener el tiempo en altamar. Empresas de alquiler de embarcaciones se multiplican por las zonas portuarias junto a escuelas y clubes de vela que buscan perfeccionar las técnicas de los navegantes titulados y enseñar a los más pequeños los trucos para convertirse en auténticos patrones de barco.
En las aguas transparentes del Algarve, el viento infla todas las velas, desde las de los sofisticados barcos de alta competición a las de las barcas artesanales que mece a su antojo cerca de la orilla. Levar el ancla de veleros históricos y soñar con descubrir tierras aún desconocidas o explorar rutas comerciales nunca antes transitadas dejará huella en tu recuerdo si admiras la gallardía de los antiguos descubridores. Surcarás el océano algarvío y sentirás la fuerza del mar como en ningún otro lugar.
Si eres de emociones más sosegadas, navega hasta playas solitarias, encalla en arenales paradisíacos y deja que el viento te lleve a ver la puesta de sol junto a acantilados infinitos. Algarve se ve hermoso desde el agua.
Buceo: corales y navíos hundidos
Pero la belleza algarvía también se esconde en las profundidades. En el fondo de ese océano de aguas cristalinas, Algarve atesora una belleza que parece imperturbable, otro mundo a observar en silencio y admirar maravillado. A lo largo de toda su costa encontrarás escuelas y centros de buceo en los que poder aprender a sumergirte o descubrir todo lo que el Océano Atlántico te ofrece en este rincón del mundo.
Caballitos de mar, pulpos, peces luna, corales, anémonas… un paraíso de vida y colores vibrantes que te dejará sin aliento. Una selva bajo el mar en la que adentrarse para descubrir el ‘Jardín de los nudibranquios’ de Playa do Vau (una extensa comunidad de babosas de mar de belleza inigualable: con alas ondeantes fucsias, verdes fluorescentes, amarillos, cuernos azul eléctrico, patas transparentes y luminosas…) o atravesar los pasadizos naturales que el mar ha excavado en las rocas de Ponta da Piedade. Será como explorar las raíces del Algarve, las que lo mantienen a flote.
Porque la historia del Algarve también sabe mucho de piratas y navíos, de naufragios y tesoros escondidos. En Vila do Bispo, frente a la Playa de Salema, por ejemplo, se esconde un auténtico museo subacuático con restos arqueológicos que no hará más que abrirte el apetito submarino, que podrás saciar en Portimao, a dos millas de la costa. Allí se extienden los arrecifes artificiales de Alvor, únicos en el mundo. Bajo el nombre de parque subacuático ‘Ocean Revival’, estos cuatro navíos de guerra de la Marina portuguesa yacen en el fondo del océano convertidos en hogar de millones de especies marinas que atraen la atención de buceadores de todo el mundo. Cardúmenes de meros, centollas, camarones, langostas… El Algarve submarino está en silencio, pero tiene mucho que decir.
De día y de noche: travesías y delfines
De la Punta de Sagres al Guadiana, Algarve es navegable. Ríos, ensenadas, grutas, lagunas de agua dulce y salada, pequeñas villas de pescadores, rías angostas, acantilados escarpados que encierran playas tan diminutas como paradisíacas, castillos que casi se precipitan al océano vigilantes… todo merece una travesía, porque desde el mar, el Algarve brilla con otra luz más brillante si cabe.
Desde la Marina de Vilamoura salen barcos para conocer todas estas maravillas, con paradas programadas para degustar las famosas sardinas portuguesas o darse un chapuzón junto a arenales de ensueño, alejados del bullicio y el estrés urbanos. Muchos pescadores de Olhao ofrecen breves travesías para descubrir las bellezas menos conocidas de la Ría Formosa y de las Islas da Armona, do Farol o da Culatra. Sin duda, una oportunidad única para conocer de primera mano los secretos del Algarve que sus gentes guardan celosamente para ellos.
Si no te importa madrugar, sal temprano de Tavira rumbo a Cacela Velha por la ruta de las Quatro Águas; la inmensidad de las salinas y la belleza de los flamencos sobrevolando la planicie con los primeros rayos de la mañana te regalarán fotografías inolvidables. Será una excursión para el recuerdo, al igual que si te atreves a pasear por las grutas de Ponta da Piedade, en Lagos. ¡Puede que los delfines se acerquen a bañarse contigo! Y es que Algarve, desde Portimao hasta la Mareta, es un no parar de sensaciones; ciudades blancas, playas doradas y acantilados vertiginosos que interrumpen de forma abrupta tierras, de un verde intenso, abarrotadas de pinares.
Si eres ave nocturna, la marina de Vilamoura te ofrece travesías en barco con música a bordo para que puedas disfrutar de la noche desde altamar. Las luces tintineantes de Quarteira, Faro y Olhao son el escenario perfecto para una velada romántica o con amigos. De día o de noche, Algarve siempre está despierto si lo necesitas.
Pesca deportiva
Sargos, doradas, pargos, lubinas… tomar un barco en Lagos, Portimao o Vilamoura y salir a practicar la pesca deportiva es otra manera de disfrutar del Algarve. Las capturas pueden ser de muy alto nivel si sabe tener paciencia. La belleza de la costa algarvía desde el agua le mantendrá entretenido, pero si se deja llevar mar adentro, donde la tierra se vuelve diminuta, las aguas algarvías pueden darle la alegría de las grandes capturas. Rayas, atunes o algún ejemplar de pez espada son los trofeos más apreciados por los amantes de este deporte en aguas del Algarve.
Apoyadas en una caseta, sobre una caravana, bajo el brazo de un adolescente emocionado o de un adulto experimentado; clavadas en la arena blanca o atravesando un túnel de agua. Mires adonde mires, vayas a donde vayas: en Algarve habrá tablas de surf.
El enclave algarvío es perfecto para este deporte porque, tanto en la costa occidental como en la sur, hay Océano Atlántico. El vecino Mediterráneo se presiente y, de alguna manera, ayuda a mantener el mayor reclamo del Algarve para los surfistas: la ola garantizada. En aguas algarvías, la probabilidad de encontrar buenas olas en cualquier época del año es muy alta y esto, para los amantes del surf y el bodyboard, es un regalo. La costa occidental, con sus paisajes vírgenes y sus playas de ensueño, son el paraíso de estos turistas que vienen buscando el swell de noroeste (mar de fondo). La Playa do Tonel, al oeste de Ponta de Sagres es conocida por sus olas y presume de estar protegida del viento más dominante, al contrario de Arrifana, que está más expuesta y garantiza olas durante todo el año.
Si lo que vas buscando es hacer comunidad, Playa da Bordeira es perfecta, pues es punto de encuentro para surfistas de todo el mundo. Muy cerca de allí, se extiende Praia do Amado, escenario de numerosos circuitos nacionales e internacionales. Coger unas olas en este lugar te dará categoría para presumir ante cualquiera.
Pero en Algarve hay surf para todos los niveles. Playa do Beliche, Ingrina, Burgau, Luz, Meia Praia, Praia da Rocha e isla de Tavira son algunos de los mejores puntos de la región en los que practicar este deporte o iniciarte en él. A lo largo de estos inmensos y espectaculares arenales se levantan numerosas escuelas de surf dispuestas a enseñarte lo necesario para ponerte en pie en la tabla y deslizarte entre las olas.