Nada viaja mejor que el amor por la tierra, sus platos, sus gentes y, por supuesto, por la gastronomía. Bar Carallo, ubicado en plena milla de oro madrileña, estrena nueva carta con la que nos acerca el sentir de sus gentes, la hospitalidad, el sabor y el olor de los auténticos platos cocinados a fuego lento y con tanto amor como el de los avós de las terras galegas. Ese amor que hace que la morriña se desvanezca.
El establecimiento de Kike Sierra, tras su declaración de amor a la capital con su famoso Queroté Madrid, apuesta por convertirse en nuestra morada al más puro estilo de los furanchos gallegos: una suerte de taberna donde prima el buen comer y dejamos de lado ese encorsetamiento al que están sometidos los restaurantes más conservadores. Para aquellos que no lo sepan, furancho es sinónimo de hospitalidad y son, sin duda, el secreto mejor guardado de los gallegos. Ir a un furancho es ir a comer comida casera por excelencia, un lugar donde te reciben con los brazos abiertos y te ofrecen lo mejor que tienen: el sabor de su cocina. Aunque hoy está totalmente regulado, antiguamente se trataba de una casa particular en la que el propietario vendía el excedente de vino de sus cosechas, normalmente en los bajos de su vivienda o en su garaje, y los que por allí pasaban y eran conocedores de este secreto llevaban alguna tapa casera para acompañar esos tragos. Así es como nacieron hace más de tres siglos. Es Galicia en estado puro y eso es justo lo que encontramos en Carallo: una nueva carta que ha contado con el asesoramiento del laureado chef Julio Miralles y que refleja esa hospitalidad y ese espíritu.
GALICIA SE SIENTA A LA MESA
Este local sigue sorprendiendo y no podemos evitar decir en voz alta ¡carallo!, aludiendo a esa grata sorpresa que produce probar cada uno de sus platos cuidados y mimados al milímetro. Entre ellos encontramos grandes tesoros de Galicia como pulpo a feira con cachelos, croquetas de zorza, ovos divorciados con raxo y patatas, cigalitas marinadas en AOVE y jugo de limón, bacalao con grelos y orecchiette, lacón fresco a cuchillo… y un largo etcétera. Mención aparte merece su sangría de carallo (1 l): vino blanco albariño, licor de saúco, zumo de naranja natural, lemon grass y hierbabuena. Una elaboración con la que invocaremos a las meigas al son de «mouchos, coruxas, sapos e bruxas» y que ha sido realizada por el bartender César García Fernández, finalista de la World Class 2022 que se suma al proyecto de Kike Sierra.
Carallo se transforma en esa taberna gallega informal, con un estilo casual y marcada por el tapeo. Eso sí, cimienta su oferta gastronómica en la cocina tradicional gallega con una versión actualizada que aporta un toque contemporáneo a productos y elaboraciones conocidos por todos. Raciones clásicas, guisos de la abuela, variedad de pescados y carnes de calidad o postres en plena milla de oro madrileña. Además, en la parte líquida de esta propuesta se encuentran también alusiones directas a su esencia, como la cerveza de bodega de Estrella Galicia y una carta de vinos que incluye blancos, rosados, generosos, semidulces, moscato y tintos.
CALIDAD CON SELLO GALLEGO
Bar Carallo está ubicado en uno de los pocos edificios de estilo brutalista —movimiento de origen inglés que tuvo su auge entre los años cincuenta y los setenta del pasado siglo y que se caracterizó por el uso de hormigón— que pueden encontrarse en la capital. Su diseño fue ideado por Parolio Estudio. Además de varios ambientes en los que resalta una cocina vista, dispone de un comedor con mucha luminosidad y una amplia terraza, que está preparada para disfrutarse durante todo el año, incluso en los meses más fríos, gracias a sus estufas. Bar Carallo se acompaña de nuevas y futuras aperturas que formarán parte de Galerías Serrano —ya pueden disfrutarse Nómada y el club privado Ishtar, conectados entre sí y a los que en pocos meses se sumará la apertura de Astro— como parte de la revitalización del conjunto arquitectónico brutalista que Kike lidera en coordinación con los vecinos.