Muchas de las obras de arte que se pueden contemplar en el mundo no han sido creadas por el hombre sino por la propia naturaleza.. Visitarlas puede tornar el viaje en una experiencia irrepetible. Analizamos 10 de ellas.
1. Lago Champagne, Nueva Zelanda. Un burbujeante cráter de 65 metros de diámetro y 62 de profundidad se extiende en la zona de Wai-O-Tapu, rodeado de colinas repletas de árboles. La temperatura de la superficie del agua llega incluso a los 75º. La visión es emocionante: los minerales se concentran en depósitos anaranjados en los bordes de esta inmensa cavidad mientras que, en la orilla, predominan los tonos grisáceos del sílice.
2. La Ola, Arizona. Con 190 millones de años, esta formación rocosa muestra un paisaje de vistas onduladas horizontales que se reparten entre los tonos anaranjados, rojizos y marrones, dando sensación de movimiento y aspecto arenoso. De hecho, en un principio fueron dunas, pero el paso del tiempo las ha transformado en rocas mientras que la erosión del viento les ha dado su aspecto actual.
3. Bosques helados de Laponia, Finlandia. Teniendo en cuenta que los bosques cubren aproximadamente el 75% del territorio finlandés, no cabe duda de que las intensas nevadas que cubren de un denso manto blanco las colinas de Laponia dejan un paisaje sin igual en el resto del mundo. La panorámica es curiosa: decenas de dólmenes de nieve de todos los tamaños emergen del suelo a cada paso con un esponjoso aspecto.
4. Parque Geológico de Zhangye, China. En la provincia de Gansuse, a lo largo de 300 kilómetros cuadrados se encuentra este lugar, donde apenas llueve. Destaca un paraje idílico: innumerables montañas separadas por capas de multitud de colores, que recuerdan a las botellitas de sal de las manualidades escolares. A este tipo de formación se denomina ‘danxia’ y es debido a los sedimentos de minerales cuyos pigmentos naturales crean esta original postal.
5. White Sands, Nuevo México (EEUU). A 25 km de la ciudad de Almogordo se encuentra este Monumento Nacional. Un desierto que, como su nombre indica, está formado por arenas completamente blancas debido a la erosión del viento en el yeso cristalizado –selenita-. Se trata del campo de arena de yeso más grande del mundo y, antiguamente, se encontraba cubierto por las aguas del mar.
6. Pamukkale, Turquía. Ubicado en la región del Egeo, su nombre significa en turco ‘Castillo de Algodón’, un aspecto originado por las terrazas escalonadas naturales llenas de agua con mucho calcio, que parecen cascadas congeladas sobre la ladera de la montaña. El agua termal brota a una temperatura constante de 35º y se utiliza para el tratamiento de distintas enfermedades.
7. Gran Fuente Prismática, Wyoming (EEUU). Localizada en el Parque Nacional de Yellowstone, es la mayor fuente de aguas termales de Estados Unidos, y la tercera más grande del mundo. Pero lo llamativo de este preciado lugar son sus colores: turquesas y azules profundos en el centro y, degradándose hacia el exterior, desde el verde hasta el rojo. Y todo ello, cubierto de vapor. Una amalgama cromática que deja con la boca abierta a todo aquel que visita sus 90 metros de diámetro.
8. Desierto de Danakil, Etiopía. Las zonas próximas al volcán Dallol son consideradas como de las más cálidas del planeta, con temperaturas diurnas de más de 40º. Sulfuro, sal y azufre brotan de la tierra, y ardientes manantiales recorren estas tierras dotando al suelo irregular y al propio agua de colores que van desde el amarillo y verde hasta el rojo o el blanco, ofreciendo al espectador un territorio que no parece real.
9. La Digue, Seychelles. Un entorno más paradisíaco y menos hostil en temperaturas ofrece esta isla del famoso archipiélago, reconocida por ofrecer las playas más originales del mundo. Formaciones rocosas de un curioso aspecto curvilíneo se fusionan con matas vegetales de un intenso verde, oníricas palmeras, arena fina y dorada y, cómo no, una interminable gama de azules en sus aguas. Sin duda, la definición gráfica del paraíso.
10. Lake Hillier, Australia. Conocido mundialmente como el Lago Rosa, fue descubierto en 1802 por un explorador y científico británico desde el pico más alto de sus alrededores. Está situado muy cerca del mar, tiene forma ovalada y está rodeado por blancas dunas y un denso bosque de eucaliptos y melaleucas, el árbol típico de esa zona. La belleza del contraste entre los colores rosa, blanco y verde convierte este punto geográfico en uno de los atractivos naturales más anhelados de los viajeros.