Cuando un destino lo tiene todo, es normal que se cuele en las wish list de todo tipo de viajeros. Fieles admiradores del arte, amantes de la naturaleza, adictos a la adrenalina o trotamundos de manual, el Alentejo es el lugar que todos deberían visitar.
Al ser la región más extensa de Portugal, cuenta con casi 200 kilómetros de costa y extensos campos en el interior, con pintorescos y acogedores pueblos plagados de historia. En otras palabras: se busque lo que se busque, Alentejo tiene todos los ingredientes para hacer las delicias de todo aquel que ponga un pie en él.
El viajero aventurero
Esta es quizá una de las tipologías de viajero que más se repite y una de las más difíciles de sorprender, ya que el amante de las aventuras y las emociones presume de haberlas experimentado todas… pero se equivoca, porque vivirlas en el Alentejo es algo completamente diferente.
Surfear en sus preciosas y salvajes playas que recorren el litoral desde Azenha do Mar hasta Comporta, realizar rutas a pie o en bicicleta por el campo o practicar piragüismo y vela en el embalse de Alqueva son solo algunas de las actividades que se pueden realizar en la región. Los amantes de los animales también podrán disfrutar de paseos a caballo en Golegã o en la Yeguada Alter do Chão. La diversión y la aventura están aseguradas.
El viajero cultural
Desde la era megalítica hasta la actualidad, el Alentejo ofrece un viaje histórico a través de la cultura local.
La región atesora algunos de los monumentos más importantes de Portugal. Desde el Crómlech de los Almendros de Évora, pasando por castillos como los de Marvão, Monsaraz y Mértola e imponentes catedrales como la de Santarém, hasta localidades clasificadas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (Évora y Elvas) y murales de arte urbano en Beja, Alentejo es un auténtico museo al aire libre.
También cuenta con dos actividades declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO: las Festas do Povo de Campo Maior y el famoso cante alentejano, que no puede faltar en ninguna celebración popular.
Otra de las tipologías viajeras más comunes del Alentejo es, sin duda, la foodie. La cocina alentejana destaca por su inventiva y, sobre todo, por la calidad de los productos locales: el pescado de la costa, los quesos del interior, el aceite… Todos juntos crean platos típicos que no defraudan ni a los paladares más exigentes.
Además de la comida, sus vinos, producidos en las más de 22.000 hectáreas de viñedos que se extienden a lo alto y ancho de la región, son los mejores embajadores de la región. Los 260 productores locales elaboran los elixires que cautivan a alentejanos y turistas que viajan atraídos por la fama que los precede.
Como extra, para explorar más en profundidad esta faceta del Alentejo, es imprescindible realizar alguna de las actividades propuestas por las rutas enogastronómicas “De la tierra a la mesa”, donde se pueden descubrir de primera mano y en compañía de los propios productores todos los secretos que esconde esta gran región.
El viajero amante de la naturaleza
Mar o montaña, esa es para muchos la cuestión. Este territorio es perfecto para aquellos que no se decidan y quieran disfrutar de todo lo bueno que tiene para ofrecer la naturaleza: preciosas playas, ingentes lagos -el de Alqueva es el lago artificial más grande de Europa- y campos tan extensos que continúan más allá de donde alcanza la vista.
En esta categoría, cabría destacar los espacios naturales que se encuentran distribuidos por toda la región: el Parque Natural del Sudoeste Alentejano y de la Costa Vicentina y la Reserva Natural del Estuario del Sado, ambos situados en la costa atlántica; y en el interior, los Parques Naturales del Valle del Guadiana y de la Sierra de São Mamede, cercanos a la frontera con España.
Además, el Alentejo es una región muy comprometida con la sostenibilidad y lleva en su ADN el respeto y el amor por la tierra; no en vano ha sido elegido uno de los 52 destinos mundiales a visitar por quienes quieren contribuir a “un planeta más sostenible”, según la elección de The New York Times.
El viajero callejero
Una de las mejores maneras para conocer los atractivos que ofrece el territorio es, sin duda, callejeando. Sus casitas bajas de color blanco y el pavimento de piedra es todo lo que necesitan localidades como Castelo de Vide, Monsaraz, Borba o Arraiolos para cautivar a los visitantes desde que ponen un pie en ellos.
El viajero instagrammer
Alentejo ofrece mil y una posibilidades para hacer del viaje una experiencia para recordar, y no hay mejor manera de inmortalizar esos recuerdos que a través de las fotografías.
Paisajes de todos los colores, puestas de sol de ensueño en pueblos pesqueros como Escaroupim, castillos como el de Belver y el de Valongo, que parecen sacados de un cuento, columpios instagrameables o incluso espacios decorados con calaveras como la Capilla de los Huesos de Évora, la región ofrece un sinfín de enclaves que harán las delicias de influencers y amantes de la fotografía, que volverán con el carrete (y el corazón) lleno.
El viajero edonista
Por último, Alentejo es también el destino perfecto para los viajeros que busquen paz y desconexión. La sensación de tranquilidad que se respira en la región es tan contagiosa que los amantes del slow travel no querrán irse jamás de los pequeños hoteles de las localidades más encantadoras, las casas rurales del interior, los resorts con spa de la costa y las posadas regentadas por los lugareños.