CULTURALES

Exposición en el MPM: Cara a cara. Picasso y los maestros antiguos

Redacción | Martes 22 de febrero de 2022

Desde el martes 22 de febrero y hasta el 26 de junio de 2022, la personas que acudan al Museo Picasso Málaga tendrán una oportunidad excepcional de descubrir los vínculos de Pablo Picasso con destacados artistas del pasado. El MPM acogerá ‘Cara a cara. Picasso y los maestros antiguos’, una exposición organizada en colaboración con el Museo de Bellas Artes de Sevilla en la que se mostrarán pinturas de El Greco, Francisco Pacheco, Giovanni Battista Caracciolo, Francisco de Zurbarán, Cornelius Norbertus Gijsbretchs, Bernardo Lorente Germán y Diego Bejarano junto a importantes obras de Pablo Picasso.

‘Cara a cara. Picasso y los maestros antiguos’ presenta pinturas procedentes de la notable colección del Museo de Bellas Artes de Sevilla de maestros españoles y de otros países europeos frente a nueve obras destacadas de Picasso pertenecientes a la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte (FABA). La exposición del MPM se distingue de la celebrada anteriormente en el Museo de Bellas Artes de Sevilla por la inclusión de un excepcional cuadro adicional de Picasso procedente de la colección del Museo de Málaga. La exposición está comisariada por Michael FitzGerald.

Esta exposición ofrece al visitante una oportunidad única de descubrir vínculos entre la obra de Picasso y una selección de obras de grandes maestros del pasado, al yuxtaponer sus pinturas a las de El Greco, Francisco Pacheco, Giovanni Battista Caracciolo, Francisco de Zurbarán, Cornelius Norbertus Gijsbretchs, Bernardo Lorente Germán y Diego Bejarano. Estos emparejamientos no solo permiten al espectador establecer comparaciones específicas entre la obra de Picasso y la de los maestros antiguos para comprender el profundo arraigo del arte del pintor malagueño en las tradiciones españolas, sino que, además, las yuxtaposiciones nos permiten discernir cómo Picasso transformó estas tradiciones en el arte revolucionario del siglo XX.

Nacido en Málaga en 1881 y formado por su padre, el pintor y profesor José Ruiz Blasco, Picasso asimiló desde niño la tradición española. Además, su adscripción al arte y la cultura de España perduró y se fortaleció a lo largo de su dilatada carrera. Pablo Picasso revolucionó el arte del siglo XX, pero fue un artista profundamente interesado y gran estudioso del arte del pasado. Su obra, de raíces profundas, mantuvo arraigo a la cultura española y en especial al barroco. Los logros de aquellos pintores españoles proporcionaron a Picasso modelos y técnicas que le impulsaron tanto a emular como a transformar la tradición, como habían hecho los grandes maestros al responder a las tradiciones clásicas abrazando estilos que los puristas habían excluido del canon clásico, de forma muy diferente a la de sus contemporáneos de Italia o Francia. Este eclecticismo fue fundamental para los maestros del barroco español e inspiró la voluntad del propio Picasso de trastocar las tradiciones artísticas.

Las temáticas que aborda esta exposición giran en torno al significado social y psicológico del retrato, al papel del realismo ilusionista en la pintura o la meditación sobre la mortalidad. Asimismo, se ha seleccionado una amplia gama de estilos y épocas de Picasso que representan la diversidad de su arte a lo largo de su trayectoria. Todas estas cuestiones se reflejan en siete grupos de obras en las que el espectador puede observar cómo Picasso emula a sus predecesores, en ocasiones con un particular sentido del humor.

Un recorrido por la exposición

Para Picasso, El Greco representaba al mismo tiempo las más altas cimas alcanzadas por los maestros españoles y una libertad frente a la tradición que le sirvió de inspiración para crear el cubismo. Así, enfrentado el Retrato de Jorge Manuel Theotocópuli (ca. 1600-1605) de El Greco con el Busto de hombre (1970) y Cabeza de mosquetero (1968) de Pablo Picasso, vemos cómo el malagueño exagera la técnica de El Greco de mostrar a su modelo tanto de frente como de perfil como inspiración para reconstruir de forma radical el rostro humano.

Al contraponer Olga Khokhlova con mantilla (1917) y Cabeza de hombre (1971) de Picasso con la obra de Francisco Pacheco Retrato de dama y caballero orantes (1623), queda patente el profundo arraigo del pintor malagueño en la tradición realista de la retratística española. También comprobamos su voluntad de transformar dicha tradición en sus propias interpretaciones, a veces lúdicas y a veces serias. Picasso se valió a menudo de temas violentos tomados del arte religioso para plasmar los acontecimientos trágicos de su tiempo y meditar sobre ellos con humor sombrío, como puede apreciar el visitante frente a su Composición (1933) y su Naturaleza muerta con gallo y cuchillo (1947), expuestas junto al óleo Salomé con la cabeza del Bautista (ca. 1630) de Giovanni Battista Caricciolo.

En el binomio del Restaurante (1914) de Picasso con la Vanitas (1960) de Cornelius Norbertus Gijsbretchs, Picasso conquista la tradición solemne y moralizante de la pintura del bodegón y la convierte en una celebración de los placeres gustativos. En Hombre observando a una mujer dormida (1922) de Picasso y El niño de la espina (ca. 1645) de Francisco de Zurbarán, ambos artistas hacen gala de un notable dominio de la línea y el color. Sin embargo, Picasso se aleja de las raíces medievales del cuadro de Zurbarán y abraza más bien la tradición clásica del arte griego y romano.

Un nuevo Busto de hombre (1970) de Pablo Picasso, presentado en contraposición con el Retrato del Infante don Felipe (1729-1735) de Bernardo Lorente Germán, nos permite comprobar que Picasso ha desmontado las fórmulas del retrato de gran estilo y las ha reconstruido de una forma radicalmente nueva que destaca el uso de una pincelada notablemente libre por encima de una representación detallada del porte distinguido del Infante y del estatus que transmite su vestimenta. Picasso también exploró la habilidad de los artistas españoles para engañar al espectador haciéndole creer en la realidad de la imagen pintada y por ello el recorrido de la exposición finaliza con una comparación del Pescado (1914) del malagueño con el Trampantajo (segunda mitad siglo XVIII) de Diego Bejarano.

‘Cara a cara. Picasso y los maestros antiguos’ ha sido organizada por el Museo Picasso Málaga y el Museo de Bellas Artes de Sevilla, está patrocinada por Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte (FABA) y Eeckman Art & Insurance, y cuenta con la colaboración del Museo de Málaga. La exposición ha sido comisariada por Michael FitzGerald, profesor de arte moderno y contemporáneo en el Trinity College de Hartford, Connecticut, y director del programa de investigación sobre Pablo Picasso iniciado por FABA.

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