La Fundación Juan March presenta, en coproducción con el Teatro de la Zarzuela, ‘I Tre Gobbi’, una de las cinco óperas de salón del afamado tenor y maestro de canto Manuel García (1775-1832) y la única del sevillano que aún no había sido interpretada en España. La ópera está basada en ‘La favola d’tre gobbi’ de Carlo Goldoni (1707-1793), padre de la comedia italiana y renovador de los viejos usos de la “commedia dell’arte”.
‘I Tre Gobbi’ es una ópera bufa sencilla, de salón y con tintes populares que se representará en la sede madrileña de la Fundación Juan March entre el 26 de septiembre y el 3 de octubre, con acceso gratuito y tres funciones dedicadas al público escolar. Contará además con una retransmisión en directo por Radio Clásica y por streaming en Canal March y el canal de YouTube de la Fundación el miércoles 29 de septiembre a las 18:30h, con entrevista previa a las 18:00 a José Luis Arellano (dirección de escena) y Rubén Fernández Aguirre (dirección musical y piano) conducida por Irene de Juan.
La propuesta de José Luis Arellano y Rubén Fernández Aguirre reflexiona sobre la vigencia de los tópicos presentes en esta comedia, tanto sobre lo masculino y lo femenino como sobre el dinero. En ella, tres jorobados adinerados compiten por el interés de la bella e inteligente Mme. Vezzosa, quien dejará clara su carta de intenciones desde el principio –“hoy en día quien tiene mucho dinero lleva la nobleza en el bolsillo”– y terminará logrando encontrar una solución beneficiosa para todos.
Esta producción contará con las voces de Cristina Toledo (soprano), que con este papel aborda la tercera ópera de García, David Alegret (tenor), especialista en repertorio rosiniano, David Oller (barítono) y Javier Povedano (barítono), acompañados del actor y bailarín Andoni Larrabeiti.
Compositor, maestro y cantante
ando a componer un total de cinco óperas de salón: ‘L’Isola Disabitata’, ‘Un Avvertimento Ai Gelosi’, ‘Le Cinesi’, ‘I Tre Gobbi’ e ‘Il Finto Sordo’.
Compuestas “valiéndose del piano como escritorio” mientras daba sus lecciones, estas óperas estaban destinadas para la educación vocal, musical y dramática de sus alumnos de canto, entre los que figuraban sus hijas, María Malibran y Pauline Viardot-García, dos de las cantantes más fulgurantes del siglo XIX. Escritas en uno o dos actos, están pensadas para ser interpretadas por un reducido número de cantantes con acompañamiento de piano, y se caracterizan por mezclar ideas italianizantes con una escritura florida, trasladando el género a los salones burgueses sin renunciar a la ambición estética y técnica del lirismo rossiniano. Además, están concebidas como vehículo para la improvisación, una destreza que García consideraba indispensable.
Para José Luis Arellano, el interés de la pieza radica “no solo en la comicidad y la audacia de la situación, sino en las relaciones entre lo masculino y lo femenino”. Unas relaciones en las que la ópera profundiza a través de un juego de espejos en el que probablemente nos reconozcamos. “¿Estamos muy lejos de aquel tópico? –se pregunta el dramaturgo– ¿Siguen usando las mujeres la sexualidad para ascender en la trama social? ¿Siguen los hombres utilizando la prepotencia para conseguir sus fines?”.
El maestro y pianista Rubén Fernández Aguirre, que ha interpretado ya las cinco óperas del tenor en los últimos diez años, considera que “rescatar la partitura y que en el futuro se pueda seguir tocando es una responsabilidad que tenemos hacia la música que se ha quedado un poco dormida, olvidada en algún cajón”. Especialmente con este proyecto, que describe como “un plan para todo tipo de público, con música muy afable, risas aseguradas y buenos cantantes y actores. Un bomboncito de 70-75 minutos del que la gente va a salir con una sonrisa en los labios”.
Puesta en escena
En este divertimento musical la idea de juego se refleja también en el vestuario. “La hemos ubicado en torno a 1870, que es una época que nos permite mucho juego de capas: la falda, la sobrefalda, la enagua, el corpiño... Y luego también un juego erótico y de identidades que se daba mucho en la época y que se va a potenciar, porque la mujer va a vestirse de hombre y al revés”, avanza la diseñadora de vestuario, Ikerne Giménez. “Hemos jugado a que las chepas, las jorobas y estas malformaciones sean como apósitos que vienen por encima del traje. No están integrados en su cuerpo, sino están puestos por encima de los trajes, porque para nosotros son atributos subjetivos”, explica.
Un juego de espejos, de engaños y ocultación que solo podía darse en el espacio adecuado, que ha tomado forma de la mano del escenógrafo Pablo Menor Palomo. El también arquitecto ha diseñado un pabellón en el que hay un color predominante. “Elegí el color rojo –cuenta– porque me parecía que reflejaba el carácter de Mme. Vezzosa, que es apasionado, seductor, y un poco canalla”. Así, ese templete rojo hace las veces de caja de juegos, un puzle donde surgen toda clase de enredos: hay dobles pasarelas, espejos, pilares, una pasarela elevada y un tul que es un fragmento de un cuadro flamenco de Nicolaes van Veerendael. “Será ese rincón del mundo en el que Mme. Vezzosa se siente segura, y que acabará siendo un espacio conquistado por todos”, resume el escenógrafo.
El proyecto en torno a las óperas de salón de Manuel García culminará este diciembre con la reposición de una producción del Centre de Perfeccionament del Palau de les Arts de Valencia: ‘Un Avvertimento Ai Gelosi’ [Una advertencia a los celosos]. Este título cerrará la etapa que desde 2017 la Fundación Juan March y el Teatro de la Zarzuela han dedicado a la música teatral en pequeño formato del compositor sevillano, de quien ha recuperado otros dos títulos: ‘Le Cinesi’ e ‘Il Finto Sordo’, esta última en coproducción con la ABAO.