El 25 de agosto se celebra en todo el mundo el Día Internacional del Peluquero, una profesión esencial que pese a los vaivenes de los últimos tiempos, siempre consigue salir a flote. Su gran ventaja es que se trata de una disciplina totalmente artesanal, en la que juegan un papel esencial la destreza y habilidad con las manos. Cada vez más enfocada al corte, en los últimos tiempos ha adquirido una loable concienciación por el medio ambiente, sustituyendo muchos de sus productos de cuidado para el cabello por otros orgánicos y bio.
DAVID LESUR - Natural de Compiègne, una pequeña localidad del norte de Francia, David Lesur lleva casi la mitad de su vida en Madrid, dedicado a su gran pasión, la peluquería: “Es una profesión que amo, totalmente vocacional, pues ya lo tenía claro a los 5 o 6 años. Todo lo que conseguí fue a base de mucho esfuerzo y dedicación. He conocido a muchos de los mejores profesionales del sector que me han enseñado todo lo que sé, transmitiéndolo después a otros peluqueros en los cursos de capacitación que doy desde que tengo 22 años”. David ejerce de director de formación en los salones David Künzle en Madrid, uno en la calle Ponzano y el segundo junto a la Glorieta de Quevedo, en la calle Gonzalo de Córdoba, esquina Fuencarral. Ambos salones se caracterizan por los productos que usan, todos bio con ingredientes de origen natural, fabricados y comercializados de manera justa y respetuosa con el medio ambiente. Son expertos en corte, color, recogidos de novia y maquillaje entre muchos otros servicios que ofrecen.
CÉSAR PARRA - La tijera y la navaja no tienen secretos para César Parra, director de Homine Madrid, un salón de peluquería y barbería en el Barrio de Salamanca, dedicado en exclusiva al hombre, con servicios de higiene facial, masaje de espalda y piernas, depilación y manipedis. Con una estética similar a las barberías tradicionales de Londres, disponen de limpiabotas y sastrería a medida para hombres de todas las edades.