El hostelero cántabro Carlos Crespo, propietario de algunos de los establecimientos más señeros de Santander como Bodega del Riojano, Vermutería Solórzano o Días de Sur, y el chef Álex Ortiz, jefe de cocina del Grupo El Riojano y socio de Crespo en el renovado Café Centro Botín y otros negocios, han adquirido la gestión de los espacios gastronómicos del Gran Casino Sardinero, un emblemático edificio de estilo neoclásico con apuntes modernistas situado en primera línea de la playa del mismo nombre. Además de dos elegantes y amplísimos salones para eventos privados –con capacidades para 300 y 180 personas, respectivamente– dirigen un restaurante pop up ubicado en una de sus privilegiadas terrazas con vistas al mar.
La Terraza del Gran Casino Sardinero es un evocador y elegante reducto de tranquilidad que traslada al comensal a los lujosos veranos en Biarritz. Las típicas sillas parisinas de aluminio trenzado, sombrillas en blanco y azul, mesas de pie de hierro fundido y mármol, velas, música ambiente y abundante y fragante vegetación visten un espacio de ensueño que mira a la costa y que se enmarca en un escenario único en la ciudad. El actual casino se ubica en un edificio de 1916 que vino a sustituir una construcción anterior en la que, durante muchos años, se celebraban las fiestas de la realeza –Amadeo de Saboya, Alfonso XIII y Victoria Eugenia se daban cita allí– y la aristocracia de la época, que acudían atraídas por la belleza de la playa y la oferta cultural del santanderino barrio del Sardinero. El restaurante de Carlos Crespo recrea ese glamour decimonónico con toques de modernidad. Y lo hace durante apenas 60 días o, mejor dicho, noches, ya que abrirá únicamente del 15 de julio al 15 de septiembre y solo en horario de cenas.
COCINA MARINERA A ORILLAS DEL CANTÁBRICO
Completan la oferta los clásicos imprescindibles del Grupo El Riojano: las rabas; la ensaladilla rusa de Bodega del Riojano –patata, bonito, anchoa, zanahoria, rábano, pimiento rojo asado, huevas de trucha, guindilla y mayonesa, todo fresco y en su justa medida–; las croquetas cremosas de jamón ibérico y el pastel de cabracho –de notable jugosidad–; y otros refrescantes entrantes, ideales para el verano, como el salmorejo de mango con jamón, la ensalada de burrata La Pasiega con tomates cherry asados, pesto y pipas o la ensalada de tomate de Cantabria y cebolla roja. Mención especial merecen los postres: tarta de queso; el Valenciano –con helado mantecado, zumo de naranja y Grand Marnier–; brownie de chocolates y nueces con chocolatinas y helado cremoso de moka; apple crumble con mascarpone de limón; lemon pie con helado mantecado y fresas encurtidas; helado de moka sobre crema de tofe y crocant de almendras garrapiñadas; helado de fresa con frutos rojos y crujiente de almendras; helado de queso con galleta crujiente de almendras y coulis de frambuesas y piña natural.