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Sucia, la historia de una agresión sexual real, desde el 6 de mayo en el Teatro de La Abadía

Redacción | Viernes 07 de mayo de 2021

Esta es una historia real sobre una agresión sexual que sufrió la propia Bárbara hace 5 años en el barrio de La Latina de Madrid.

SUCIA podrá verse del 6 al 30 de mayo en la Sala José Luis Alonso del Teatro de la Abadía.

SUCIA no solo es el análisis exhaustivo sobre una historia de abuso, sino que analiza el sistema que produce agresores y víctimas. Mediante entrevistas con expertas y expertos en diversos aspectos de este campo, logra generar una visión lo más objetiva posible sobre este asunto que nos interpela a todxs. Entenderemos el abuso no solo como casos aislados, sino como la estructura base en la que nuestro sistema se fomenta.

En un momento en el que los abusos, a causa de la pandemia, van en aumento, nos planteamos tratar este tema intentando trazar un puente que nos ayude a comprender la complejidad de un problema que nos atraviesa a todxs por igual.

Para hacerlo, SUCIA nos propone un cambio de roles con la intención de generar una empatía y entendimiento transversal independientemente del género con el que te identifiques.

SUCIA habla de forma ácida y atrevida sobre las partes oscuras y no conocidas sobre el abuso sexual poniendo el foco no solo en la propia experiencia vivida por la víctima, sino en cómo recibimos como sociedad este tipo de situaciones.

Cuando la víctima explica su experiencia, la primera reacción que surge por parte del mundo es clara:

¿POR QUÉ NO HICISTE NADA?

‘Sucia’ es la respuesta a esa pregunta.

REPARTO

Nacho Aldeguer

Bàrbara Mestanza

Sucia por Bárbara Mestanza

¿Que, por qué hago esto?

Una vez un homeópata me dijo:

- ¿Tú sabes lo que es una perla?

Y yo le respondí:

- ¡Claro, una perla! Eso que se pone en los collares y los pendientes. Eso que hay dentro de las ostras.

Luego insistió diciendo:

- ¿Y tú sabes cómo se hace una perla?

Ahí yo no tenía respuesta. Ese hombre me tenía absorta con tanta preguntita, yo lo único que quería era que me curara de aquello que me dolía y que me había hecho ir a su consulta. Pero entonces el hombre me explicó lo siguiente:

Las ostras son golpeadas una y otra vez por el océano. El océano las zarandea con su movimiento hasta herirlas. Pero ellas, en lugar de curar y sanar sus rasguños hasta olvidarlos como hacemos nosotras, ellas de eso hacen una perla. El flujo que sale de sus heridas como nuestra sangre o supuración, se transforma en eso tan apreciado por los humanos. Ellas no sanan borrando la herida de su cuerpo, ellas hacen algo con su herida, algo bello, algo valioso.

Y finalizó el relato diciéndome con mucho tacto:

Bárbara, haz una perla con tu herida.

Esta pieza es esa perla que he querido crear a partir de una herida que, a través de los años, iba empeorando, se me quedó una cicatriz fea de esas por las que la gente te pregunta cuando vas en bañador en la piscina o en la playa.
- ¿Uau, cómo te hiciste eso?

Eso me lo hizo un hombre o muchos, eso me lo hicieron varias décadas de machismo y abuso. Eso me lo hicieron una vida de culpabilidad, de poco respeto hacia mí misma y sobre todo, varios años de sentirme SUCIA por el simple hecho de haber nacido mujer.

Eso es lo que me impulsó a crear esta pieza, la necesidad de sacar la mierda fuera y generar algo bello y útil, algo que a alguien le pudiera servir para algo, aunque fuera, simplemente para no sentirse sola. ¡Quería encontrar una utilidad a mi mierda! De pronto me entraron unas ganas terribles de dar la cara y usar mi propio cuerpo y mi propia voz para ponerme como ejemplo exacto a eso que a veces resumimos simplemente con una palabra en un titular: ABUSO. Yo quería que los hombres supieran qué significaba con exactitud esa palabra, qué suponía para una vida y un cuerpo reales. Quiero mostrar la realidad de una persona abusada para dejar de suponer una palabra, un número o un tanto por ciento con el que jugar en debates políticos o en discusiones tontas en el metro o alguna sobremesa. Quise tanto que lo entendieran que pensé en usar su propio cuerpo, o el de uno de ellos para ejemplificar nuestra realidad en su propio paradigma. ¿Qué pasaría si uno de vosotros pudiera sentir en su carne, pelo y uñas lo que nosotras vivimos desde el día en que nacimos? Pensé en crear un caballo de Troya perfecto y Nacho se prestó con miedo y muchas ganas.

Y, por supuesto, quería que las mujeres, todas anteriormente abusadas, incluso a veces sin reconocerlo, quería darles a ellas una oportunidad. La oportunidad de recibir información que yo en su momento no tuve, la oportunidad de dejar de sentirse solas en esto, de sentir el calor del colectivo, al menos durante una hora y media, y, sobre todo, quería darles la oportunidad de, a través de mi cuerpo, poder movilizar sus propias experiencias de abuso, brindar un lugar donde poder arrojar todo eso con protección. El teatro es un buen lugar donde vaciar nuestras oscuridades para sacudirlas y brindar luz.

Esas son mis intenciones. Pero, debo ser sincera, además de todo eso, con esta obra, yo lo que pretendo lograr es SANAR.

SANAR por fin.

El teatro me ha salvado la vida muchas veces.

¿El arte puede ser un buen método para eso, no?
Yo siempre creí que sí.

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