Conocido como Kodomo no Hi esta emotiva festividad japonesa desea la buena salud de niños y jóvenes y su imagen más característica son las decoraciones en forma de carpa. Estas “banderas”, denominadas koinobori, pueden verse en las casas, postes y otros espacios públicos de todo el país, especialmente en las zonas rurales donde suelen colocarse sobre los ríos. Una representación muy visual, en especial cuando el viento mueve los koinobori, emulando la fuerza y coraje de las carpas salvajes que nadan río arriba. Una fuerza y salud que los japoneses desean para sus niños.
Japón se prepara para celebrar la tercera de sus cinco festividades estacionales denominadas gosekku: el Kodomo no Hi, el día del niño. Esta fiesta nacional, que tiene lugar cada año el 5 de mayo, es un festejo para los niños y jóvenes del país en el que se desea su buena salud.
Durante los días previos a esta celebración, Japón se engalana con los koinobori. Un tipo de decoración en forma de carpas coloridas que inunda las calles de todo el país, especialmente las de las zonas rurales. Algunos ejemplos de celebraciones especialmente bonitas son en prefectura la Gunma, el Kanna Koinobori Matsuri; en Ibaraki (Ryujinkyo Koinobori Matsuri), en Gifu (Aikawa Koinobori) en Tokushima (Koinobori Hikyo Obokekyo) y en Kumamoto (Tsuetate Onsen Koinobori Matsuri) entre otras.
Estas “banderas” en forma de koi (carpas) son la imagen más característica de la festividad. Pueden verse colgadas de mástiles: en la parte más alta se encuentra una carpa de color negro, que simboliza al padre (magoi), justo debajo una más pequeña de color rojo, en representación de la madre (higoi) y después, otras de diferente color en menor tamaño por cada hijo de la familia. La brisa de la primavera hará que estas decoraciones se muevan emulando la fuerza y coraje de las carpas salvajes que nadan río arriba, una fuerza y salud que se desea a los niños en su futuro. Además, en lugares públicos se exhiben muñecos (gogatsu ningyo), representativos de los héroes y guerreros japoneses que representan el crecimiento fuerte, y las casas particulares se decoran con kabuto (cascos samurái), que buscan propiciar la protección de los niños.
La gastronomía típica de este día se compone por dos platos hechos a base de arroz que, además de comerse se llevan como ofrenda a los santuarios sintoístas: los chimaki, arroz cocido envuelto en hojas de bambú que por su fuerte aroma, tradicionalmente se cree que aleja los males de los nichos; y los kashiwa-mochi, pastelitos de arroz rellenos de judías rojas dulces y envueltos en hojas de roble. Una característica insólita del kashiwa (roble) es que no se le caen las hojas hasta que salen las nuevas, por ello, se cree que es un símbolo de la prosperidad de los descendientes y la continuación de los linajes familiares. En cuanto a la bebida, en algunas zonas es común beber licor de iris (lirio). El lirio, por su forma alargada se relaciona con las espadas de los guerreros y se asocia con la fortaleza y la victoria. Así, también es muy habitual en esta festividad los denominados shobu-yu, o baños de iris o lirio, donde se echa en el agua esta planta antes de sumergirse en ella.
Otra de las celebraciones que se realizan con motivo del Día del Niño es el Festival Nakizumo. Con más de 400 años de antigüedad, este festival se celebra en varios templos y santuarios en esta temporada y en él dos luchadores de sumo sujetan en brazos a dos bebés y, mediante gritos o muecas, tienen que conseguir que lloren. El que primero lo haga se declara ganador. El motivo de esta tradición es el proverbio japonés que afirma que "el niño que llora, crece".