Para quienes buscan experiencias insólitas y diferenciales sin sobrepasar las fronteras nacionales, Tenerife permite descubrir el hábitat de especies exóticas protegidas como la tortuga boba, el calderón tropical o el delfín mular
En un momento en el que los viajes a destinos lejanos se han dejado de lado a causa de la crisis sanitaria, Tenerife ha hecho un ejercicio de puesta en valor de los activos cercanos que ofrece al viajero combinando tanto el factor de la seguridad como el del exotismo, muy demandado en la búsqueda de experiencias únicas en estos momentos. Dentro de ese conjunto de activos, su fauna, terrestre y marina, es uno de los más importantes que tiene y que ofrece a sus visitantes, siempre desde una perspectiva respetuosa y sostenible.
El viajero contemporáneo busca cada vez más formar parte de vivencias emocionales y peculiares, lejos de los circuitos convencionales. Todo ello con la máxima personalización, para sentir que esa experiencia es especial e irrepetible. En los últimos meses, Tenerife se ha volcado con la puesta en marcha de actividades que aúnen todos estos atributos atendiendo, además, a la garantía de sostenibilidad y protección del medioambiente que requiere este tipo de visitante.
Observar la fauna de un lugar entra en ese compendio de experiencias significativas que buscan los viajeros. El delfín mular, el calderón tropical, la tortuga boba o el tiburón angelote son algunas de las especies que se pueden visualizar en las aguas atlánticas que bañan el archipiélago canario, bien desde la superficie, a bordo de un catamarán o un yate, o tras sumergirse algunos metros. Se dice pronto, pero las profundidades que rodean la isla cuentan con elementos tanto atlánticos como mediterráneos, tropicales, cosmopolitas y macaronésicos, lo que origina una extraordinaria biodiversidad.
El exotismo no está reñido con la cercanía en un lugar como Tenerife, y buena cuenta de ello dan estos animales marinos que se dejan ver asiduamente en sus proximidades:
Grandes mamíferos como el cachalote, la ballena jorobada, la orca o incluso la ballena azul. No es lo más habitual, pero algunos viajeros privilegiados pueden ser testigos del lujo de ver alguno de estos grandes animales marinos, dependiendo de la época del año y la zona.
Delfín mular. Esta es una de las especies de cetáceos más comunes en las actividades de avistamiento, subdividida en dos ecotipos: el residente costero y el oceánico. La franja marina Teno-Rasca, en el suroeste de Tenerife, ofrece mares cálidos y protegidos que crean el entorno perfecto para que prosperen estos ejemplares y, tímidamente, se dejen ver entre los barcos. Son reconocibles por su tono gris oscuro y suelen alimentarse de pequeños peces en la columna de agua más superficial del mar.
Ballena piloto o calderón tropical. Esta especie de cetáceo reside de forma permanente en la costa oriental de la isla, entre Tenerife y La Gomera, al tratarse de una región resguardada de los vientos alisios que ofrece aguas calmadas la mayor parte del año. Verlas es especialmente único porque suelen vivir en grupos estrechamente emparentados, permitiendo el avistamiento de los miembros más jóvenes de la familia en compañía de adultos. Suele ser más fácil a bordo de una embarcación desde los puertos de Los Cristianos, Las Galletas, Playa San Juan, Puerto Colón o Los Gigantes.
Tortuga boba. El nombre lo debe a la facilidad con la que, tristemente, puede ser alcanzada por los pescadores. Debido a los problemas ambientales, se encuentra en estos momentos en peligro de extinción, lo que convierte su avistamiento en una vivencia verdaderamente memorable. Es posible verlas incluso realizando snorkel, puesto que, en ocasiones, nadan a poca profundidad para buscar comida.
Tiburón angelote. Este tipo de tiburón es apto para los viajeros más experimentados en el buceo, ya que se esconde entre los fondos de fango y arena de las profundidades del lecho marino junto con otras especies como los salmonetes o la merluza canaria. Se encuentra especialmente protegido por las autoridades debido a su condición de especie el peligro de extinción, y el archipiélago canario es uno de los pocos sitios del mundo en el que se puede ver con relativa facilidad en su época de apareamiento, entre mediados de octubre y finales de febrero.
Caballito de mar. Una especie única que se muestra especialmente en sebadales y zonas con muchas algas o plantas. Suele camuflarse muy bien en el entorno, por lo que requiere un extra de atención durante la inmersión. La recompensa a tanta paciencia merece la pena.
Rayas y mantelinas. En las zonas más profundas y escondidas de la costa tinerfeña es posible localizar grandes ejemplares de rayas y mantelinas, de varios metros de largo. Frecuentan los fondos arenosos y son aptas para aventureros y buceadores expertos, que pueden encontrar desde chuchos comunes hasta grandes rayas negras, águilas marinas o rayas mariposa.
Grandes bancos de caballa o boquerón. Sumergirse en mar abierto puede dar lugar al avistamiento de grandes grupos de peces, como las caballas, las sardinas, los boquerones, los chicharros o los jureles. Si bien estas especies son más comunes y menos exóticas que otras, los buceadores expertos coinciden en que avistar un gran banco de este tipo despierta una emoción que no puede explicarse con palabras.
El pasado mes de noviembre, la isla presentó su
Carta por la Sostenibilidad para el Avistamiento de Cetáceos en Tenerife, reivindicando una mayor protección para los mamíferos y refrendando su objetivo estratégico de fortalecer un modelo turístico sostenible en torno a una actividad tan en auge como el avistamiento de especies marinas. Asimismo, la franja marina que separa las islas de Tenerife y La Gomera recibió la acreditación de Hope Spot (punto de esperanza marina) por la fundación Mission Blue, debido a su condición de hábitat de más de 1.500 especies marinas diferentes.