Malta es puro Mediterráneo. El estar “en medio” le ha hecho ser deseado por diferentes civilizaciones y haber desarrollado un carácter propio, ni demasiado europeo ni demasiado africano. La consecuencia es una exótica mezcla de influencias, una buena cantidad de bastiones defensivos y poblaciones que desafían con buen gusto las peculiaridades de la tierra. Porque, además de acantilados, aguas cristalinas y los pastizzi, Malta tiene unos cuantos pueblecitos que merece la pena descubrir. A continuación, te desvelamos los 5 imprescindibles.
Ghaxaq
Ghaxaq es el típico pueblo maltés de interior: casas blancas sin tejados, callejuelas de lo más pintorescas e iglesias (no olvides que en Malta hay una iglesia por cada día del año). La religión es bastante importante, por eso no sorprende que este pueblo esté diseñado para que todas las miradas se fijen en su iglesia parroquial de Santa María, un templo del siglo XVIII bastante ornamentado y que es el más alto de Ghaxaq. Pero el callejeo también descubre algún que otro sitio notable como las casas de las bandas de música (donde muy probablemente estén ensayando de cara a las fiestas religiosas) o la casa de las conchas, llamada así por su decoración. Y, cómo no, todas esas pequeñas parroquias que pretenden dejar bendito cada rincón.
Marsaxlokk es, sin duda, uno de los pueblos más típicos de Malta. Entre otras cosas, es muy famoso por sus luzzu, barcos de pesca tradicionales malteses, que se caracterizan por sus colores brillantes y por la presencia de dos ojos pintados en la proa, cuya representación se remonta a la época de los fenicios. Admirar la bahía de Marsaxlokk cuando todos los luzzu se encuentran en el puerto es un espectáculo extraordinario; un arco iris que hará las delicias de cualquier fotógrafo.
A su vez, Marsaxlokk merece una visita un domingo por la mañana, cuando el mercado de pescado (que se monta todos los días de la semana) se completa con otros puestos de artesanos y comerciantes locales, donde comprar productos típicos maltesa, como licor, miel y el famoso encaje de Malta. La vocación marinera de Marsaxlokk también puede apreciarse en los muchos restaurantes, donde se sirve pescado fresco recién recogido. Tampoco te pierdas la iglesia principal de Marsaxlokk, dedicada a Nuestra Señora de Pompeya; construida en 1897, se erige como importante centro de peregrinación.
Xlendi se encuentra en la isla de Gozo y poco a poco se ha hecho su hueco en la lista de lugares más visitados del país. Debido a sus formaciones coralinas, la bahía de ix-Xlendi es un lugar ideal para bucear, incluso para principiantes. Pero también es una aldea pesquera típica de Gozo, con maravillosos restaurantes, bares y hoteles. Además, Xlendi tiene sus propias tumbas púnicas así como una torre que inmortaliza la fortaleza contra los piratas. Y, por supuesto, pequeñas capillas que datan del siglo XVII como la de San Simón, Santa Domenica o Santa Catalina. ¡La combinación perfecta de cultura y turismo de playa!
Un rincón idílico y muy poco conocido por los turistas extranjeros que visitan el archipiélago. Marsascala es una tranquila villa de pescadores emplazada al sureste de la isla, y que sirve como refugio de veraneo para muchas familias maltesas. Conocida por los malteses como Wied-Il Ghajn, cuyo significado es valle de la fuente, Marsascala se encuentra ubicada en la falda entre dos laderas. Su puerto, poblado de coloridos luzzu, sus formaciones rocosas que crean un bello escenario sin igual, y la ingente cantidad de restaurantes a orillas del mar, confieren a Marsascala un encanto único y mágico.
Hasta la Segunda Guerra Mundial, Marsascala no era más que un rincón perdido en la isla, sin demasiada infraestructura, reservado para la aristocracia maltesa. Sin embargo, y tras los desastres de la guerra, no tardó en convertirse en lo que es hoy en día: uno de los lugares más codiciados por aquellos que buscan combinar historia, tradición y relax.
El Popeye Village está situado en el pueblo de Sweethaven y fue en 1979 escenario de la película «Popeye» protagonizada por Robbin Williams. A pesar del paso de los años, el pueblo de Popeye mantiene la pintoresca arquitectura original y sigue siendo uno de los centros de atracción de la zona. Pero no del mundo del cine, sino del turismo.
El pueblo ofrece actividades de ocio activo, que combina con diferentes tipologías de alojamiento y que está orientado al turismo familiar y al público juvenil y escolar. Aunque también es cierto que dispone también de actividades dirigidas al turismo de reuniones y congresos. Y, lógicamente, ambientado en el mundo de Popeye.