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Martes 30 de diciembre de 2014
Recorrido por las tradiciones más divertidas de celebración de nochevieja en Navarra.
Si quiere celebrar una Nochevieja diferente y le gusta el Carnaval, su destino es Pamplona. Desde hace cuatro décadas, la mayoría de los vecinos de la capital navarra dan la bienvenida al año disfrazados. Tras las doce campanadas y el brindis de rigor, las calles del casco viejo se llenan de los personajes más variopintos. Bob Esponja, Superman, Lady Gaga, Spiderman, Al Capone o el capitán Sparrow son algunos de los habituales invitados a esta fiesta de fin de año tan peculiar.
Aunque no se sabe a ciencia cierta el origen de esta tradición, parece que fue a finales de los años 70 del siglo XX cuando varios jóvenes decidieron disfrazarse para despedir el año. La moda se extendió rápidamente entre los pamploneses y en los años 80 y 90 alcanzó su máximo apogeo. Hoy en día, la mayoría de la población opta por celebrar la Nochevieja disfrazado y, a pesar de que varias discotecas y hoteles organizan fiestas de fin de año, los cotillones no consiguen asentarse.
Antiguamente, en varios pueblos de Navarra, la Nochevieja y el Año Nuevo se celebraban con sencillos ritos que servían para enterrar el año que termina y desear felicidad para el que nace. Una de las pocoas localidades que conserva el rito ancestral de la ofrenda del agua es Urdiain: Ur Goyena, ur barrena (agua de arriba, agua de abajo). Es costumbre que los jóvenes recojan agua en la fuente de los Cuatro Caños y la ofrezcan a las autoridades y a los vecinos a cambio de un aguinaldo. Se trata del primer agua del año y se supone que tiene poderes purificadores.
En busca de dulces
En muchas localidades de la montaña era costumbre que el último día del año los niños recorriesen las calles para despedir el año viejo y pedir alimentos por las casas. En Bera, la reglamentación de estas salidas ya se recogía en las ordenanzas municipales de 1908. Aunque la tradición, denominada “Glin Glan”, se perdió, la sociedad Gure Txokoa la recuperó en 1979 y, desde entonces, los niños de Bera recorren los barrios para cantar delante de las casas: “Glin glan, glin glan, duenak ez duenari eman (Glin glan, glin glan, el que tiene, que dé al que no tiene)”. A cambio reciben desde ventanas y balcones una deliciosa recompensa. Antiguamente se les obsequiaba con castañas asadas, mandarinas, nueces y frutos secos. Sin embargo, ahora han sido sustituidas por golosinas y chucherías.
Al anochecer, los jóvenes y mayores toman el testigo y del “Glin-Glan” se pasa al “Dios te salve”, otra tradición en la que se cantan unas coplas para despedir el año y desear lo mejor para el nuevo.
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