Procedente del vocablo árabe “mudayyan” que significa “aquel a quien le es permitido quedarse”, el mudéjar es según la Real Academia de la Lengua un estilo arquitectónico que floreció en España desde el siglo XII hasta el XVI.
Continúa esta definición aclarando que se caracterizaba por la conservación de elementos del arte cristiano y el empleo de la ornamentación árabe. Estamos ante un tipo de arquitectura rápida en la que los arcos de medio punto, los frisos de esquinilla, las portadas, los ábsides, las composiciones geométricas de lacerías y estrellas o los paños de “sebka”, tan característicos del arte musulmán, son los encargados de hacer sobresalir a este estilo arquitectónico. Para su construcción usaban materiales que tenían más a mano como el barro cocido, el yeso, la cerámica, la madera para las techumbres y por supuesto, el ladrillo. Material comúnmente utilizado en Zamora, Valladolid o León, en Cuéllar (Segovia) el calicanto tuvo tanta o más importancia en la construcción que el propio ladrillo.
El románico mudéjar de Cuéllar, en la provincia de Segovia, está considerado junto con Arévalo en Ávila, Sahagún en León y Toro en Zamora como uno de los cuatro principales focos españoles y castellano y leoneses del románico del ladrillo, estilo arquitectónico que en la villa cuellarana vemos representado tanto en edificios civiles como religiosos.
Centro de interpretación del arte mudéjar
Antes de comenzar nuestro acercamiento al mudéjar de Cuéllar es imprescindible hacer una parada en el Centro de Interpretación del Arte Mudéjar. Situado en la iglesia de San Martín, nos llevará en un viaje al siglo XII y nos mostrará cómo se construían las iglesias, como eran sus gentes y su vida diaria y la convivencia entre las tres culturas.
La puerta suroeste del castillo conserva importantes restos mudéjares. Compleja puerta que conecta directamente con el Parque de la Huerta de Duque, en el pasado estuvo enmarcada por dos torreones y en ella se pueden apreciar escaleras, pasadizos, ventanas y rastrillos de este estilo. Cuando pasó a ser propiedad de la Casa de Alburquerque fue reforzada con grandes sillares de piedra caliza.
Conjunto defensivo que por su compleja construcción nos recuerda a la arquitectura árabe toledana. Formada por dos torres, una rectangular y la otra semicircular, defienden la puerta en la que aparecen cuatro arcos bajo una bóveda de medio cañón. Coronando dicha puerta, dos escudos de los Duques de Alburquerque con las armas de los Cueva y los Toledo, y sobre la clave del arco mudéjar, el escudo del Concejo de Cuéllar.
La última de las construcciones civiles que conservan restos mudéjares es la Puerta de San Andrés en la que sobre un arco de ladrillo enmarcado con alfiz aparece el escudo anteriormente mencionado del Concejo de Cuéllar.
Declarada Bien de Interés Cultural, este templo cuenta con uno de los triples ábsides mudéjares más interesantes de Castilla y León, conservando en el interior parte de la pintura mural mudéjar, así como las yeserías policromadas originales. La torre, que es independiente del resto de la iglesia y está situada a los pies del templo se levantó en el siglo XV en el lugar que ocupaba parte de lo que sería el atrio mudéjar que rodeaba las naves de la iglesia.
Para llegar hasta la iglesia de San Esteban debemos atravesar el barrio de la Judería. En el templo destaca su imponente ábside y en el que arcos, casetones y frisos de esquinilla se mezclan con el rojo y el blanco de los ladrillos y morteros. En el presbiterio podremos admirar cuatro sepulcros ojivales del siglo XV adornados con arabescos mudéjares policromados que dan cobijo a siete esqueletos momificados y en los que aparecieron libros de oración y bulas de los primeros tiempos de la imprenta, algunos incunables. La decoración se completa con pinturas en tonos desvaídos en las que se vislumbran figuras de santos.
En el entorno de este templo se puede admirar el Parque Arqueológico Medieval donde encontraremos tumbas antropomorfas y silos, pozos y pilas de las antiguas tenerías.
En el primer recinto amurallado y siguiendo la muralla hacia la calle del Carmen se encuentra el ábside de Santiago, conservando las clásicas bandas horizontales de arquerías de ladrillo y casetones mudéjares y en el interior un doble piso de arquerías ciegas de precioso aspecto.
Iglesia de Santa María de la Cuesta
La iglesia de Santa María de la Cuesta es el ejemplo más claro, dentro del arte mudéjar de Cuéllar, de la utilización del calicanto en su construcción por encima del ladrillo o sillar y que es apreciable en la cabecera, en la nave y en la torre. Nos encontramos ante el templo cuellarano que más se aleja de los cánones arquitectónicos que caracterizan al arte mudéjar. En cuanto a la decoración, sobresalen los tres ventanales y los canecillos historiados de la cabecera y que difieren también de la estética común de ladrillos de las iglesias de Cuéllar y en la nave destacan dos arcos de ladrillo de origen románico. La torre, declarada Monumento Histórico Artístico, es por su altivez y ubicación la más imponente de la villa y llama la atención por su lisura, únicamente interrumpida por sus escasos vanos. En cada cara presenta dos grandes huecos de medio punto y una pareja de arcos geminados separados por un mainel.
Otros ejemplos de arte mudéjar de Cuellar
La iglesia de San Miguel, situada en la Plaza Mayor, conserva parte de las arquerías de ladrillo de los que en su día fue el atrio mudéjar; la Torre de Santa Marina es la única torre de iglesia que conserva en todo su esplendor la traza mudéjar con arquerías de ladrillo cegadas enmarcadas en casetones o mampostería con verdugadas de ladrillo; la iglesia de la Trinidad y los restos de su convento que conserva la cabecera y el ábside mudéjar y la iglesia del Salvador que presenta un ábside poligonal de arquerías ciegas y que llama la atención por los arbotantes que salen de la cabecera y que fueron colocados para sujetar la posterior bóveda barroca.