Como seguimos en casa, seguimos con exposiciones virtuales…
Esta vez centrándonos en Pablo Picasso, y en la evolución del pintor malagueño con una serie de obras del MPM…
A través de esta selección de Pablo Picasso, se propone un recorrido cronológico por la colección del Museo Picasso Málaga. Desde sus inicios hasta su madurez, el conjunto permite comprender la importancia crucial de su legado en la historia del arte.
Picasso tuvo una sólida formación académica tutelada por su padre, profesor de dibujo. Iniciada en Málaga, prosiguió en La Coruña, Barcelona y brevemente en Madrid. Atraído por su ambiente vanguardista, se traslada a París en 1904.
“Una cosa curiosa, añade, es que yo no he hecho nunca dibujos de niño. Jamás. Ni siquiera cuando era muy pequeño”.
Hélène Parmelin. Habla Picasso..., 1968, p. 80
El viaje de Picasso a Gósol en 1906 marcó un punto de inflexión en su carrera. Es el final de la temática circense y el inicio de una revisión conceptual y estilística de su obra, incorporando influencias del arte arcaico y de otras culturas no-europeas que le lleva a pintar Las Señoritas de Aviñón en 1907.
“El cuadro no está pensado ni fijado de antemano; mientras se le pinta sigue la movilidad del pensamiento. Una vez acabado, vuelve a cambiar según el estado del que le mira. Un cuadro vive su vida como un ser viviente y sufre los cambios que la vida cotidiana nos impone. Ello es natural puesto que un cuadro sólo vive por aquél que le mira”.
Christian Zervos. “Declaraciones de Picasso” en Gaceta de arte, marzo 1936, pp. 10-11
Entre 1917 y 1924 se produce un profundo cambio en la vida y la obra de Picasso. Con motivo de su colaboración con los Ballets Rusos, viaja a Italia donde redescubre el arte antiguo clásico. Allí conoce a Olga Khokhlova, bailarina rusa con la que contrae matrimonio.
"La enseñanza académica de la belleza es falsa. Se nos ha engañado tanto, que ya no se puede volver a encontrar ni la sombra de una verdad. Las bellezas del Partenón, las Ninfas, los Narcisos, todo eso son mentiras. El arte no es la aplicación de un canon de belleza, sino aquello que el cerebro y el instinto conciben independiente de ese canon".
Christian Zervos. “Declaraciones de Picasso” en Gaceta de arte, marzo 1936, pp. 12-13
Entre 1908-1914, Picasso y Braque desarrollaron el cubismo. Caracterizado por representar de forma simultánea un mismo objeto desde diferentes ángulos, empleando figuras geométricas y prescindiendo de la perspectiva tradicional renacentista.
“Muchos piensan que el cubismo es un arte de transición, un experimento que traerá resultados posteriores, los que así lo creen no lo han comprendido. El cubismo no es semilla ni feto, sino un arte que trata fundamentalmente de las formas; y cuando se crea una forma, ésta adquiere vida propia”.
Picasso. Poemas y declaraciones, 1944, p. 31
Aunque Picasso nunca se integró formalmente en el movimiento surrealista, sí compartió muchas de sus ideas integrando en sus obras elementos surrealistas como figuras transformadas y distorsionadas. En la década de 1930, instalado en Boisgeloup, se centrará principalmente en la escultura.
“Siempre tiendo a la semejanza... Un pintor debe observar la naturaleza, pero nunca confundirla con la pintura. Sólo se la puede traducir en pintura mediante signos. Pero los signos no se inventan. Hay que procurar la semejanza si se quiere llegar al signo. Para mí, lo surreal no es otra cosa, jamás ha sido otra cosa que esta semejanza profunda, más allá de las formas y los colores que adoptan las cosas”.
Brassaï. Conversaciones con Picasso, 2002, pp. 205-206
Tradicionalmente el retrato reflejaba la apariencia y la personalidad del retratado objetivamente. Picasso lo reinventa desde la subjetividad, incluyendo tanto los rasgos físicos como los sentimientos que la modelo le inspira, transformándose acorde con sus emociones. La asimetría del rostro subraya la importancia de la máscara como representación primitiva del ser humano.
“Un artista no está libre aunque a veces lo parezca. Sucedió lo mismo con los retratos que hice de Dora Maar. Jamás pude hacerle uno riendo. Porque para mí ella es la mujer que siempre llora. Durante años la pinté en formas torturadas, no mediante una influencia sádica ni tampoco con placer; simplemente obedecí a una visión que se me impuso por sí sola. Era la profunda y no superficial realidad”.
Françoise Gilot. Vida con Picasso, 1965, p. 118
Picasso utilizó con frecuencia materiales y técnicas novedosas en sus obras. Con el collage, empleó recortes de periódico aportando una nueva dimensión a la superficie pictórica. En escultura, reutilizó objetos cotidianos que transformaba al manipularlos. Igualmente trabajó con materiales industriales, poco convencionales como el hierro, metal o cemento.
“Entre los varios pecados de que me acusan ninguno tan falso como el de que mi objetivo fundamental de trabajo sea el espíritu de investigación. Mi objeto al pintar es mostrar lo que he encontrado, no lo que estoy buscando. En el arte no basta con intenciones y, como decimos en español: obras son amores y no buenas razones. Lo que cuenta es lo que se hace y no lo que se tenía la intención de hacer”.
Picasso. Poemas y declaraciones, 1944, p. 27.
El impacto de la guerra dotará a la obra de Picasso de un dramatismo reflejado indirectamente en varias de sus naturalezas muertas con motivos de calaveras, gallos y cráneos de animales. Estos bodegones son su personal adaptación de la tradición iconográfica de los vanitas de la pintura española.
“No he pintado la guerra porque no soy la clase de pintor que sale, como un fotógrafo, buscando algo que retratar. Pero tampoco tengo ninguna duda que la guerra forma parte de estas obras que he realizado”.
Traducido de Peter D. Whitney. “Picasso is safe” en San Francisco Chronicle, sept. 1944.
En 1946, Picasso y Françoise Gilot visitan la alfarería de Madoura en Vallauris iniciándose una intensa relación de Picasso con la cerámica. Su inspiración fueron las cerámicas de la antigüedad griega y oriental que se exponían en el Louvre. Faunos, ninfas, peces, sátiros y toros son seres en los que se reencarna el artista.
“La cerámica funciona como el grabado. La cocción es la tirada. En ese preciso momento te das cuenta de lo que has hecho. Cuando recibes la prueba ya no eres el que hizo el grabado. Has cambiado. Te ves obligado a retomar la obra. Sin embargo, la cerámica ya no tiene vuelta atrás”.
Traducido de Pierre Daix. Le nouveau dictionnaire Picasso, 2012, p. 168.
A Picasso le encantaban toda clase de animales. Su peculiar bestiario estaba formado por aves —palomas, gallos y búhos— así como por perros, gatos, toros, caballos y cabras que aparecen reiteradamente en sus obras. También sometió a estas criaturas a continuas metamorfosis atribuyéndoles valores simbólicos.
“Picasso, que puede amar o aborrecer a los hombres, adora a todos los animales […]. En Bateau-Lavoir tenía tres gatos siameses, un perro, un macaco, una tortuga; en el cajón de su mesa vivía un ratón blanco domesticado. […] En Vallauris tenía una cabra; en Cannes, un mono. En cuanto a perros, ni un día ha estado sin su compañía. […] Si dependiera sólo de él, estaría rodeado siempre de una verdadera arca de Noé”. Brassaï. Conversaciones con Picasso, 2002, p. 239.
Con más de 80 años y con apenas unas pinceladas, Picasso creó una serie de cabezas y retratos esquemáticos. Carentes de fondo, las marcas en zigzag remiten a la idea de juego, llenando la superficie con colores que utiliza para definir el espacio y diferenciar los rasgos. El soporte vacío los convierte en seres transparentes.
“Un niño ve el rostro de su madre: lo ve de una forma completamente distinta que los demás, y no me refiero al espíritu de la madre sino a sus rasgos y a la totalidad del rostro, el niño lo ve desde muy cerca, una cara grande para los ojos de una cara pequeña; el niño sólo ve durante unos momentos una parte del rostro de su madre, conoce un rasgo pero no otro, un lado pero no el otro. A su modo, Picasso conoce las caras como las conocen los niños, y ocurre lo mismo con la cabeza y el cuerpo”.
Gertrude Stein. Picasso, 2002, p. 42.
En la última década de su vida, Picasso incorpora a su iconografía figuras ataviadas a la usanza del siglo XVII, conocidos como mosqueteros, personajes del Siglo de Oro español surgidos de su renovado interés por Rembrandt y Velázquez. Empleando colores llamativos y pinceladas rápidas, estas obras transmiten fuerza y energía.
“Yo he nacido de un padre blanco y de un pequeño vaso de agua de vida andaluza yo he nacido de una madre hija de una hija de quince años nacida en Málaga en los Percheles el hermoso toro que me engendra la frente coronada de jazmines”.
Pablo Picasso, 4 mayo 1936. Traducido de Picasso. Écrits, 1989, p. 128