La industria del lujo es una de las más antiguas de la economía. Desde los egipcios y romanos hasta la actualidad, el concepto fue evolucionando: en un principio se trataba de un privilegio para pocos, y hoy se relaciona con vivencias y experiencias de vida.
La evolución a través de los años ha generado cambios en los consumidores, que ahora valoran productos como un balcón o la entrada de luz natural en una vivienda, que antes no demandaban. Y es que el lujo se ha infiltrado en las personas de tal manera que ha influido en su forma de vivir, actuar y sentir, según la etapa de vida que estén transitando.
“El lujo es una necesidad que nace donde la necesidad acaba”, afirmaba Coco Chanel en los comienzos de su carrera. Y es que la importancia del lujo radica en su evolución. Al hablar de sus inicios, debemos remontarnos a los egipcios, que veían la ropa, las joyas y cosméticos como artículos ostentosos. En la actualidad, esto se había trasladado a los coches, los viajes y también las viviendas. Y ahora, al valor que puede tener una estancia en particular o una experiencia de vida.
Pero existen situaciones que hacen que lo que para algunos sea lujo, para otros no lo sea; o lo que alguna vez resultó serlo, por alguna situación determinada, ahora ya ha dejado de tener ese valor. Y es que en los tiempos que corren, un buen balcón con sol y una rápida conexión a internet se convierten en los artículos más anhelados por todo el mundo.
Elizabeth Hernández, directora de BARNES Barcelona, una de las inmobiliarias de alto standing más importantes de España, reflexiona: “El concepto de lujo se relaciona intrínsecamente con la percepción que tienen las personas de su significado. Hoy en día, un producto lujoso busca distintas formas de prestar un servicio para ofrecer calidad, confort y bienestar; pero también para lograr ser extraordinario sin ser banal”.
Y es que la naturaleza del lujo ha cambiado profundamente en la última década y hoy resultan más valiosos otros bienes, aquellos que suman experiencias, como el tiempo que tenemos disponible para vivir y compartir con otros, o el deseo de alcanzar una mejor calidad de vida.
Democratización del lujo
El lujo es un concepto enlazado con los valores y que, cuando estos cambian en la sociedad, también varía lo que ésta desea. La clave está en ofrecer un producto que genere una implicación emocional y la creación de experiencias para lograr la satisfacción y fidelización de los consumidores.
“En el siglo XIX comenzó la primera democratización del lujo que abarcaba los escenarios de vida, las viviendas y los equipos domésticos. Esto se reflejaba en un buen cuarto de baño, iluminación natural y calefacción doméstica, seguida de una buena decoración interior. Entonces lujo ya no era del todo lujo y pasaban a serlo las experiencias que ofrecían esos bienes de consumo”, agrega Hernández.
Es que la clave de la modernidad consiste en apreciar los valores y dedicarle tiempo al bienestar y el placer. En la evolución se reemplaza exceso por esencia, y los consumidores buscan aquello que se relaciona con modos de comunicación más eficaces, mejores procesos y servicios; y bienes y productos que, más allá de si resultan costosos o no, brindan experiencias únicas e irremplazables.