Es curioso cómo, a veces, la vida parece imitar al arte (ese «Life Imitating Art» de Oscar Wilde). El bedroom pop es un género musical que últimamente estaba despuntando en nuestro país. Se trata de un estilo lo-fi que aglutina ritmos lentos, letras sencillas y banales normalmente contemplativas (a menudo en castellano y, por qué no decirlo, tristes), sintetizadores y una atmósfera hipnótica y relajante. Comparte elementos con otros géneros indie incluyendo shoegaze, dream pop, jangle pop y emo. Y es que algo que caracteriza al bedroom pop es el lugar donde se graba y produce: los propios dormitorios (o, al menos, las casas) de los artistas.
Para quien aún no se haya enterado, el coronavirus ha hecho que todos estemos de cuarentena (confinados) en nuestras casas hasta próximo aviso. Esto ha hecho que surjan muchos festivales en streaming para paliar la desesperación generada por el aburrimiento. Precisamente estos días está teniendo lugar por Internet el Cuarentena Fest, «el festival de música en streaming en tiempos difíciles» en el que participan muchos artistas o grupos independientes. Pero eso no es lo único que comparte el cartel: la mayoría pertenecen al género del bedroom pop. Por lo que se trata de la puesta en práctica o la demostración exacta del quid de este estilo musical.
De esta forma, los artistas que actualmente están haciendo bedroom pop desde sus casas no solo ponen en valor el espacio de sus dormitorios como estudios de música, sino ahora también como escenarios masivos de cara a un público global y virtual. Es la representación más exacta (y casera, por supuesto) del género musical en cuestión; lo que hace que tenga todo el sentido del mundo: las canciones que yo mismo he creado como artista entre las cuatro paredes de mi habitación, ahora las puedo cantar desde ese lugar de origen a través de una pantalla ante miles de espectadores. (Sí, suena creepy pero también puede ser algo precioso).