En el norte de la provincia de Burgos, más de 360 núcleos de población, extendidos en una superficie similar a la vecina Vizcaya, componen la amplia comarca de Las Merindades. En ella, el Ebro y la Cordillera Cantábrica han condicionado un paisaje de ensueño, colorido y sorprendente en todas las estaciones del año donde se contraponen amplias depresiones y desolados páramos; valles glaciares y escarpadas montañas; grandes cavidades y desafiantes desfiladeros; saltos de aguas y caudalosos ríos; bosques autóctonos y empinadas praderas.
En el norte de la provincia de Burgos, más de 360 núcleos de población, componen la amplia comarca de Las Merindades
Recorriendo las Merindades se puede descubrir el reflejo de la imponente huella de la historia. Desde el hombre primitivo, en Ojo Guareña, hasta nuestros días distintos pueblos han legado su herencia. En la Edad Media la comarca jugó un crucial papel en la Repoblación como núcleo del origen de Castilla. El arte románico adquiere nombre propio en las Merindades con magníficos templos repartidos por su variopinta geografía. Por otro lado, los restos del belicoso pasado se muestran en las abundantes torres defensivas y casas fuertes fruto de las luchas entre los linajes de los Salazar y de los Velasco.
Un territorio donde disfrutar de la naturaleza, del deporte al aire libre practicar senderismo, bici de montaña, escalada, espeleología, esquí, vela, rafting, piragüismo, golf, pesca, caza, equitación y toda clase de deportes aéreos. Un lugar donde descubrir la historia, pero sobretodo un lugar donde sumergirse en las tradiciones, costumbres y valores de sus gentes.
Y un buen modo de empezar a conocer esta zona puede ser una escapada…
Tres días de viaje…
Por estas tierras, intentando conocer algunos de sus secretos y sus encantos ocultos…
PRIMER DÍA
El viaje comienza en la ermita de San Pedro de Tejada, una de las mejor conservadas del románico castellano. Se encuentra sobre una loma a las afueras de la población, al pie de la Sierra de la Tesla.Su historia se inicia en el siglo IX, cuando el 850 se funda el monasterio del que formaba parte.Este, ya desaparecido, pasó en el siglo XI a depender del cercano Monasterio de San Salvador de Oña. La ermita tiene planta de cruz, contando con una torre en uno de los brazos de este.Toda ella está construida con sillería de gran calidad.El cuerpo principal consta de una única nave dividida en dos tramos mediante un arco fajón, parte de una bóveda de cañón. La nave acaba en un ábside que consta de presbiterio y sobre el crucero se levanta una torre…
El viaje comienza en la ermita de San Pedro de Tejada, una de las mejor conservadas del románico castellano
… Siguiendo por el monasterio de Santa María de Rioseco, que se encuentra situado al comienzo del valle de Manzanedo, en una altura que domina al Ebro, junto a la carretera que asciende hasta San Martín del Rojo.Estuvo habitado durante siglos por “monjes blancos” de la Orden del Císter, llamados así por su indumentaria, por contraposición a los monjes cluniacenses, conocidos como “monjes negros”.Pero no siempre estuvo ubicado donde hoy se contempla. Su primer establecimiento fue en Quintanajuar, entre Cernégula y Masa. En 1135, el rey Alfonso VII “el emperador” entregó el monasterio de Quintanajuar al monje Cristóbal, sobre el que los estudiosos no se ponen de acuerdo en si era ya un “monje blanco”. El rey Alfonso VIII deseaba pacificar la frontera de Castilla con Navarra, por eso les ofrece donaciones a los monjes de Quintanajuar si se trasladan a San Cipriano Montes de Oca en La Rioja, lugar al que se van en 1184. Pero en Montes de Oca no les gusta vivir, motivo por el que en los años siguientes fueron adquiriendo -bien mediante donaciones o mediante compras- terrenos en el Valle de Manzanedo. Por ello en 1204, los monjes se mudan a Rioseco, sin comunicárselo al Capítulo General de la Orden y con el desagrado del rey. Por esta decisión el abad fue destituido.Pero no se ubicaron en su actual localización, puesto que ese terreno era de los Velasco, señores de Medina de Pomar, sino junto a un arroyo que nace en Fuente Humorera y vierte sus aguas en el Ebro.Con la compra del terreno a los Velasco, la disculpa de una inundación que “destruyó” el monasterio primitivo y el beneplácito, esta vez, del Capítulo General, se trasladaron en 1236 definitivamente al que sería su último y definitivo emplazamiento…
… Y termina la jornada en Puentedey, con el enorme arco natural horadado en la roca por el río Nela.Este gran puente es una de las imágenes más conocidas de la provincia burgalesa. Está localizado en el norte, en la Merindad de Valdeporres. El enorme arco natural de piedra formado por el río Nela fue atribuido por los antiguos pobladores a una obra divina, el “puente de Dios”, que derivó al topónimo Puentedey. El pueblo guarda interesantes ejemplos de arquitectura tradicional típicos de Las Merindades.
SEGUNDO DÍA
Visita a la cascada de Garguero, conocida como Kilómetro 21 porque hace tiempo estaba allí dicho punto kilométrico. El complejo kárstico Ojo Guareña, para, paseando por sus diferentes salas, descubrir algunos aspectos que, debido a la magnitud y fragilidad del complejo, no se pueden apreciar a simple vista…
Puentedey, con el enorme arco natural horadado en la roca por el río Nela
Más tarde se llegaal Alcázar de Medina de Pomar,que fue construido en el extremo suroeste del recinto amurallado de la ciudad. Lo mandó edificar Pedro Fernández de Velasco cuando reinaba Enrique II, del que era Camarero Mayor y posteriormente Condestable de Castilla (nombrado en 1473). Se estima que fue en 1370 cuando se comenzó a construir, y se finalizó en tiempos de Juan Fernández de Velasco.Conocido popularmente con el nombre de “Las Torres”, fue palacio y castillo defensivo. Está compuesto por dos torres cuadrangulares (la torre sur es más alta que la norte) unidas por un cuerpo central. En 1931 fue declarado BIC (Bien de Interés Cultural) y en su interior alberga el Museo Histórico de Las Merindades.
Se puede recorrer todo el casco histórico, un conjunto medieval, hoy en día centro de servicios y comercial de la comarca de las Merindades…
TERCER DÍA
El viaje o escapada se completa con la visita de San Pantaleón de Losa, otra de las joyas del románico burgalés, que además cuenta con varias historias y leyendas en torno al Santo Grial.En un maravilloso paraje, sobre un crestón rocoso bien destacado, se encuentra la Ermita de San Pantaleón de Losa, que domina el caserío de la villa. Todo el conjunto nos recuerda a la proa de un barco, perfectamente visible en su entorno. Su acceso es complicado, por tratarse de una elevada y continuada pendiente.El nombre y la consagración de la ermita a San Pantaleón aparecen en una inscripción de 1207, en la que además, y siendo un edificio de pequeño tamaño, se le otorga el nombre de basílica…
Está más adelante el castillo de Tedeja en Trespaderne, ya en las últimas cumbres de la Sierra de Tesla, que es una de las fortalezas más desconocidas de la provincia de Burgos, emplazado sobre el desfiladero de La Horadada. La fortaleza de Tedeja se localiza al suroeste del núcleo urbano de Trespaderne (Burgos), sobre un cerro calcáreo de 718 m. de altitud desde cuya cima puede contemplarse una amplia vista: hacia el suroeste, el estratégico paso del desfiladero de la Horadada, surcado por el río Ebro, paso natural entre Trespaderne y La Bureba, por el que actualmente discurren la carretera N-639 y el antiguo ferrocarril Santander – Mediterráneo (abandonado en 1985); hacia el norte, el valle del río Nela; y hacia el este, el valle de Tobalina…
Y luegouna pausada visita a la Villa de Oña, a cuyos pies corre el río Oca, y enclavada bajo la impresionante silueta de la Mesa de Oña, que extiende su caserío por calles empinadas ante el grandioso Monasterio de San Salvador. Toda esta villa conserva plazas y rincones de claro sabor medieval, con el citadoMonasterio de San Salvador, que alberga numerosas obras de arte y es uno de los hitos de la historia de Castilla.
La Villa de Oña alberga monumentos llenos de historia, entre los que destaca el monasterio de San Salvador y su iglesia abacial
En el noreste de la provincia de Burgos, y a los pies de los Montes Obarenes, se alza la Villa. Su privilegiado entorno natural y su rico patrimonio cultural, fruto de su espléndido pasado, hacen de este pueblo uno de los lugares con más interés turístico de la zona.Pieza clave en el pasado de Castilla, la Villa de Oña alberga monumentos llenos de historia, entre los que destaca el monasterio de San Salvador y su iglesia abacial. El Monasterio de San Salvador de Oña fue fundado en el año 1011 por el Conde de Castilla Sancho García para su hija Tigridia. Con su construcción, Oña de convirtió en uno de los puntos destacados de Castilla y su monasterio en uno de los más importantes del condado y posterior reino durante siglos.En su interior, alberga un vasto patrimonio artístico y cultural. Destaca la amplísima variedad de estilos artísticos y la cantidad de objetos y obras de arte conservados en su interior. Muchos de estos objetos son únicos, como la mortaja del príncipe García y otra que se cree perteneció al Conde Sancho Gracia, datada en torno al año 929.La capilla mayor es sin ninguna duda la joya de este monasterio. Bajo la protección de una impresionantebóveda, recorre la capilla una sillería gótica de nogal perfectamente conservada que termina a los pies del impresionante retablo bajo el cual se encuentra el panteón real y condal.
Son tres jornadas intensas y repletas de emociones y de historia, que invita a volver en otra ocasión y con más detenimiento.
En resumen, Las Merindades, quizá poco conocidas, quizá desconocidas, quizá…