Sergio Feferovich, es un aclamado músico argentino, que estuvo en España hace pocas fechas para dar dos charlas-concierto en Madrid y en Bilbao, junto a la ONG Anesvad.
Feferovich ha dirigido orquestas y coros en Argentina y en el extranjero. Ha recibido premios de la Organización de los Estados Americanos, el Club Rotario y el Mozarteum Argentino, entre otros.
Se graduó de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), obtuvo su Doctorado en Música en la Universidad Johns Hopkins (Baltimore, MD, USA).
Además, tiene una Maestría en Dirección Orquestal del Conservatorio Peabody (JHU) y una Maestría en Piano de la Universidad Católica de América (Washington, DC). Además de su extensa labor como director de orquestas y coros, realiza una amplia labor docente en diversas áreas de la academia…
Básicamente lo más importante es que disfruto enormemente haciendo lo que hago y eso es lo que se transmite
Con este reconocido pianista pudimos hablar…
LA MÚSICA DE LAS IDEAS
En la música hay un contexto que acompaña a una idea, y es muy importante ese contexto para que una idea funcione, la misma idea en distintos autores puede funcionar distinto… en fin, un montón de relaciones que, investigando o intuitivamente, me permiten llegar con la música a públicos que normalmente no van a escuchar a Bach o a Mozart, y eso combinado con un poquito de humor y un poquito de acento argentino genera una respuesta en el público que a mí me sigue cautivando, porque lo que hago lo hago naturalmente, casi como un juego y ha habido gente que me dicho “le escuché tal día y me cambió la vida…” eso es mucha responsabilidad, cambiar la vida con la música, aunque básicamente lo más importante es que disfruto enormemente haciéndolo y eso es lo que se transmite.
Tienes dos facetas, la puramente musical y la pedagógica ¿Cuál de ellas prefieres?
Creo que la pedagógica es imprescindible para que la música clásica no se muera. Estamos en una época donde los músicos somos responsables de que cada vez vaya menos gente a los conciertos, que la media de edad de las personas que asisten es cada vez mayor, y si no bajamos a la tierra lo que significa la música, me parece que esto va a dejar de existir, yo hice un espectáculo que se llama “La vuelta al mundo en un violín”, es un concierto que hice para niños con una orquesta de cuerda, que tuvo una gran repercusión en Argentina, no es que la pedagogía la ubique en primer plano, pero necesariamente es una herramienta fundamental para que la música llegue. Si yo me siento acá y toco lo que toqué sin decir una palabra, la mitad se duerme y la mitad se va, es así, porque la música sola para el público en general, termina por no ser la suficientemente atractiva… es lo que decía Miguel Ángel, que en el bloque de mármol él veía la escultura y lo que hacía era quitar lo que sobraba para que los demás la vieran, esto es parecido, Bach es maravilloso pero si no le quitamos lo que hace que los demás no lo escuchen no va a existir más Bach, así que parte de mi misión en esta vida es llevar la música, una música de una calidad y una artesanía fantástica, a mucha gente que sino no la escucharían nunca.
¿Qué diferencia ves entre el público argentino y el español?
Mi opinión es totalmente arbitraria, pero lo que vi, hablo de sensaciones, es muy cálido acá y hay como un puntito más de formalidad que en Argentina, porque allá la gente me interrumpe mucho más, que conste que no me molesta porque participa activamente, acá me pareció que a la gente les ha costado entrar, después al final estaban todos entregadísimos, pero no hubo nadie que dijera algo solo. Mi idea no es la solemnidad como sinónimo de seriedad, porque yo soy muy serio en lo que hago, pero que todo el mundo lo escuche quieto y sin emitir un sonido no es natural, uno escucha música que te conmueve que te dan ganas de aplaudir, de comentarle al otro… eso es parte de mi trabajo, así que la diferencia del público supongo que va por ese lado.
El público que va a escuchar música clásica se pone excesivamente serio
Eso está mal porque eso hace que las nuevas generaciones se alejen de los músicos, de hecho si vas al teatro o al cine alguien comenta, se supone que estos son actos colectivos, cada uno comenta lo que escucha, cierto, pero tampoco ese extremo de la seriedad de los cementerios, creo que hay un punto intermedio.
Mi idea no es la solemnidad como sinónimo de seriedad
Aquí a veces esa solemnidad no permite que los jóvenes entren en la historia, por así decirlo
Me pasa con la orquesta que dirijo en Buenos Aires, y tocamos una sinfonía, la sinfonía tiene cuatro movimientos, cuatro partes, cuando llegamos al segundo o al tercero y desde el primer movimiento suele terminar con el aplauso, y está bien que aplaudan, pero a veces el director pide que no aplaudan hasta que termine la obra, con eso hacemos que sea una cosa elitista y mucha gente se está perdiendo disfrutar de esta música.
¿Cuál es tu compositor favorito?
Siempre el que estoy tocando es el que más me gusta, pero si tuviera que decir diría a Bach porque tiene una cosa tan cercana a la perfección… por supuesto hay que cosas que Mozart que me fascinan, de Chopin, de muchos… pero si tuviera que elegir uno, injustamente elegiría a Bach.
¿Cómo comienza tu andadura en la música clásica?
Yo empecé a leer música antes que a leer letras…
¿Por tu familia?
Mi familia le gustaba la música aunque no eran músicos, pero había un profesor de música en el barrio que les dijo a mis papás que tenía que estudiar, ese profesor es Pablo Cohen, que es un musicólogo muy reconocido, crítico de muchos medios, que me dio está pasión, estas ganas de aprender y también un desarrollo del oído, yo tengo oído absoluto que significa escuchar una nota y saber que nota es, tiene que ver con la estimulación muy temprana, no es algo de genialidad, y él fue uno de los que provocó eso, que jugábamos, él tocaba una cosa a la flauta, yo empecé en la flauta dulce, y yo tenía que repetirla y así es como empecé a desarrollar una parte, luego fue al conservatorio, a la facultad, hice la maestría en Estados Unidos, un doctorado y ahí estoy, toda la vida estudiando y aprendiendo…
Diriges una orquesta…
Dirijo una orquesta en Buenos Aires, dos coros, doy clases en la Universidad y hago estas charlas donde me convocan…
En Buenos Aires doy una materia de música en la Universidad, que es Musicoterapia
Y eres profesor en la Universidad de…
En Buenos Aires doy una materia de música que es Musicoterapia, que es fabuloso…
¿La música sana?
Si, de hecho en la Universidad, dirijo el coro de Musicoterapia, que es un coro que no canta en público; canta solo en hogares, en geriátricos, en escuelas con niños con discapacidad y los resultados que ves con la música te llena el alma… Hace poco estuvimos en un geriátrico y un señor que estaba en silla de ruedas y casi era una planta, de repente el coro empezó a cantar un tango como “Nada”, que ese señor en algún momento lo habría escuchado, estaba postrado en la silla de ruedas, se paró, se levantó, se la cayeron los pantalones, estaba en pañales, y se puso a cantar el tango, no le importó nada, era una mezcla de ternura… cantó el tango con el coro a viva voz, terminó el tango, se dio cuenta, se subió los pantalones, se sentó y volvió a su estado anterior… ese es uno de los miles de ejemplos… Siempre terminamos con los chicos del coro que se mezclan entre la gente y cantamos canciones populares al unísono, “El día que me quieras”, o un bolero y lo que disfruta esa gente… cuando nos vamos nos dicen “vuelvan pronto” … Esto lo digo porque es parte muy importante de lo que hago… no es el concierto de música al uso, a los chicos los maravilla como responde la gente y eso me da un placer enorme.
¿Qué futuro tiene la música clásica?
Difícil… nadie sabe cuál es el futuro, pero si seguimos como seguimos está complicado.
Nadie sabe cuál es el futuro de la música clásica, pero si seguimos como seguimos está complicado
¿Qué hace falta?
Hace falta política de Estado, hace falta Gobiernos que digan no solamente voy a gastar más, sino que digan vamos a ahorrar, por lo menos en Latinoamérica, si en lugar de combatir la drogadicción, la violencia, pongo más coros, más orquestas, lo que ahorraría que con todo lo otro sería mucho más, los Gobiernos no se dan cuenta que en la música, en el arte, en el deporte hay una herramienta de cambio social que es increíble y que no están usando, porque siempre se fijan en cuánto cuesta comprar un violín, en realidad nada cuesta si te lo ahorras en todas las cantidades de seguridad, de policías, de cárceles, de drogas… en las cuales si gastas porque es imperioso, pero hace falta políticos que hagan política de Estado, que tengan visión de futuro, porque si empiezo un programa hoy de acá a veinte años va a haber una generación de músicos que no van a pensar en drogarse, o en todo caso van a pensar en otro lugar, y van a tener las herramientas sociales en cuanto acción, represión, está comprobado que quién toca música, mejor o peor, es emocionalmente más estable, tiene más conciencia de lo que hace, sentimientos… hace falta políticas de Estado…
¿Cualquiera vale para músico?
Todos… si vas a empezar hoy no te diría que vas a hacer una carrera como concertistas, pero el instrumento que elijas lo vas a tocar y cada día mejor, depende obviamente de cierto talento propio, pero esa gente que dice que no sirve para la música, es mentira, todos valemos a nivel que cada uno puede lograr, obviamente si no estudias no.
Sergio Feferovich después de la visita a Madrid y Bilbao para impartir y compartir sus charlas musicales, su “música de las ideas” regresó a Argentina a seguir con su tremenda y maravillosa tarea, con su musicoterapia, sus coros…