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Escapadas otoñales para practicar idiomas

Redacción | Martes 05 de noviembre de 2019

Antes de adentrarse en la nieve y las infinitas capas de ropa, Europa se llena de hojas secas, colores otoñales, y temperaturas agradables para pasar un fin de semana diferente. Las opciones son prácticamente inagotables pero Babbel, la app para aprender idiomas, propone cinco destinos que no dejarán indiferente al viajero mientras practica fugazmente una nueva lengua.

Inglés: Bath (Reino Unido)

Situada al sudoeste de Reino Unido, a 20 km de Bristol, esta ciudad ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su tamaño permite exprimir al máximo su oferta en tan solo dos días. Sin duda, la gran sorpresa son sus termas romanas, que se conservan prácticamente intactas, que se pueden pasear y visitar junto al museo. Esto, se une a sus calles de cuento y a su oferta de pubs y restaurantes. Pero eso no es todo, gracias a Thermae Bath Spa, también se puede disfrutar de las aguas termales desde las alturas, con modernas instalaciones integradas en edificios centenarios, de día o de noche, para poner el broche de oro a un fin de semana de desconexión y descanso.

Francés o inglés: Gante (Bélgica)

A pesar de ser uno de los principales destinos belgas, Gante ofrece una receta infalible para un fin de semana otoñal: sus altas torres, iglesias y canales, unido a la oferta de cervezas artesanas y chocolate, se convertirán en el tándem ganador. Un plan sencillo pero prometedor en el que se puede incluir una vista panorámica desde la Torre Belfort, un paseo en bici por uno de sus parques o una ruta improvisada por sus callejones en busca del mejor grafiti. Además, el callejón Werregarenstraat no siempre aparece en las guías pero es toda una oda al arte urbano. Un último apunte: el idioma oficial es el flamenco pero no tendrás problema para practicar inglés o francés.

Sueco: Gotemburgo (Suecia)

Es la segunda ciudad que más turismo recibe del país, después de Estocolmo, de donde se encuentra a tres horas en un tren rápido. Su paisaje típicamente nórdico, se junta con las peculiaridades de destino costero. Su gastronomía incluye pescado fresco y marisco de primer nivel. Además, es obligatorio visitar la Iglesia del Pescado que, nada más lejos de la realidad, es un emblemático y céntrico edificio que funciona como lonja y que guarda una gran similitud con la forma de una iglesia (de ahí su nombre). Una propuesta curiosa es Universeum, el museo de ciencia de la ciudad que hace que el visitante se pierda en una selva urbana, sin renunciar a una arquitectura de lo más vanguardista.

Alemán: Hallstatt (Austria)

Uno de los pueblos más fotografiados de Europa ya que pasear por sus calles es como pasear por una postal. Las casas se extienden alrededor del lago, rodeado de montañas, restos arqueológicos, cataratas y una de las minas de sal más antiguas del mundo. En un fin de semana en Hallstatt las opciones son variadas: se pueden recorrer todos los miradores, en busca de la mejor foto, planificar algunas rutas de senderismo o dar tranquilos paseos a orillas del Hallstättersee. Además, cualquiera de los tres planes se pueden complementar con un plato de Wiener Schnitzel o de Forelle nach Müllerin Art, o lo que es lo mismo, si lo traducimos del alemán, escalope de ternera o trucha a la molinera. Y de postre Sachertorte, es decir, pastel de chocolate con mermelada de albaricoque.

Francés: Toulouse (Francia)

La última propuesta es esta ciudad al sur de Francia en la que las fachadas de ladrillo rojo y sus cinco puentes forman las vistas más emblemáticas. Las librerías, los museos, los cafés y los restaurantes tampoco pueden faltar en una ruta por Toulouse. Le Cafe des Artistes es uno de los enclaves más celebres con los que hacerse una idea del ambiente. Además, una alternativa con la que desmarcarse de los museos típicos es Le château d’eau (El castillo del agua), una galería que debe su nombre a la torre de agua, en la que se encuentra. A día de hoy es un espacio dedicado a la fotografía, en el que se puede contemplar la obra de emergentes artistas, lo que la convierte en una de las galerías más visitadas de Europa. El colofón en este destino lo pone el atardecer a orillas de Río Garona. El plan es esperar en las escaleras que forman el paseo a que se esconda el sol, acompañado de los mejores macarons de la ciudad o, si lo prefieres, con una copa de vino de la región.

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