“Cuando el Parlamento es un teatro, los teatros deben ser Parlamentos”
La Sala Mirador celebra aniversarios varios, y como siempre ocurre cuando se cumplen años, es momento de hacer balance, recordar lo que les trajo hasta aquí, junto a quien caminan, creadores y equipo que les han acompañado, compartido y ayudado a crecer.
40 años desde que se fundó la Escuela de Interpretación Cristina Rota
35 años de La Rota producciones
27 años desde que pisamos por primera vez el escenario de la Sala Mirador
25 años en Cartel: La Katarsis del Tomatazo.
Esta temporada teatral 2019-2020 pretende ser precisamente eso, un ciclo que se cierra, para dar lugar a nuevas etapas, y quieren mantenerse fieles a su constante en la línea artística:
- Ofrecer espectáculos con un compromiso artístico, filosófico, social y político.
- Generar, a través de espectáculos de creadores y disciplinas diversas, un espacio de movilización, debate y reflexión.
Tal como dicen:
Es enriquecedor ver cómo apuestas arriesgadas se transforman en éxitos de público, como el trabajo y el esfuerzo se ve recompensado, como las historias llegan al espectador y se produce ese intercambio entre actor-espectador. Otras veces no es fácil acercar al público a ver espectáculos dada la inmensa oferta que propone la cartelera madrileña, a veces desanima que producciones de calidad no funcionen en la taquilla como uno espera y desea, pero ahí está el desafío, el riesgo, de todos: las Compañías por atreverse a producir montajes, la Sala y su equipo por abrir sus puertas para ser plataforma de exhibición, la prensa por dar difusión a los creadores y salas etc… Es una red de la que todos formamos parte, y por la que vale la pena seguir desarrollando proyectos culturales, y más en los tiempos que corren.
Además, el 28 de septiembre tendrá lugar el nuevo estreno de La Katarsis del Tomatazo para celebrar su 25 aniversario. Veinticinco años de aplausos, tomatazos, “catártica nocturnidad lúdica” que ya pertenece al imaginario colectivo. Siempre renovándose, ofrece esta temporada más irreverencia y ganas de agitar la libertad de expresión, ahora tan limitada, y de recuperar el espíritu popular del teatro y del circo romano. Invita al espectador a purificar el alma a través de la expresión de las emociones y a hacer suyo más que nunca el escenario y la libertad artística. Interpretado por los actores de la Escuela de Cristina Rota y dirigido por María Botto, prosigue con más humor y números nuevos.
“Creemos firmemente en la necesidad de espacios de reflexión y consideramos al teatro el marco idóneo para pensarnos colectivamente. Queremos ser un lugar de entretenimiento, pero también de pensamiento, con ingenio, creatividad y compromiso.”