TURISMO INTERNACIONAL

Mónaco, la joya del Mediterráneo que esconde uno de los casinos más espectaculares de toda Europa

Redacción | Martes 10 de septiembre de 2019

Mónaco es especialmente conocido por dos cosas: la Fórmula 1 y el juego. Sin embargo, no todo el mundo sabe que se trata del segundo estado más pequeño del mundo, después de la Ciudad del Vaticano. Además, es el primero por densidad de población. Mónaco fue un principado italiano, y estuvo estrechamente ligado a este país hasta la invasión y anexión francesa de finales del siglo XIX.

Los turistas constituyen una de las principales fuentes de ingresos de Mónaco, y visitan el estado sobre todo por su agradable clima y el lujoso mundo que gira en torno al juego. De hecho, el casino de Montecarlo es famoso en todo el mundo y un referente dentro del continente europeo. A lo largo del año, una innumerable cantidad de viajeros pasan por sus estancias no solo para jugar, sino también para apreciar la majestuosidad de un casino que está entre los más bellos del mundo. Construido por el arquitecto Charles Garnier, quien también creó la Ópera de París, este complejo Beaux Arts alberga también el Gran Teatro de Montecarlo, una casa de ballet y una ópera.

El casino también es un buen lugar para los amantes del motor, pues es común ver algunos de los modelos más exclusivos de Ferrari, Lamborghini, Porsche, Maserati, Rolls-Royce o Bentley. Según muchos aficionados a los automóviles, es muy difícil encontrar un lugar en el mundo donde se puedan ver todos estos coches a la vez.

En uno de los laterales del emplazamiento que ocupa el complejo del casino se encuentra el Hotel París, otro clásico inconfundible vinculado a la ciudad y caracterizado, también, por su elitismo.

Pero si el casino de Montecarlo es un destino perfecto para alguien es para los amantes del póker, siendo también un referente europeo en este ámbito, y del blackjack, probablemente uno de los principales atractivos para los turistas que visitan las salas de juego. Aunque, a priori, podamos pensar que el blackjack no es más que un juego entretenido con el que divertirse un rato, teóricos matemáticos como Roger Baldwin demostraron que se podía reducir considerablemente la ventaja de la casa si se jugaba de forma inteligente. Esto, entre otras muchas cosas, ha hecho que el blackjack se popularice y arraigue en culturas de todo el mundo.

Curiosamente, los ciudadanos de Mónaco tienen vetada la entrada al casino, algo que se remonta nada menos que a Carlos III, quien en el año 1860 decidió prohibir el uso del casino exclusivamente a los monegascos. Partiendo de esta idea podemos intuir que el casino de Montecarlo lleva siendo un atractivo turístico desde hace muchos años.

En cualquier caso, Mónaco es más que juego y lujo, y ofrece muchos atractivos turísticos dignos de ser visitados. Eso sí, hay que tener en cuenta su tamaño, como indicamos al comienzo de esta publicación. Si lo que quieres es moverte, pasear y visitar diferentes lugares, mejor que hagas un viaje por la Costa Azul y Mónaco sea solo una de tus paradas. Para conocerlo, por encima, es suficiente con un día.

Uno de estos atractivos turísticos de los que hablamos es el puerto deportivo que, en lugar de tratarse de un paseo marítimo al uso, es, más bien, un paseo entre yates y todo tipo de embarcaciones de lujo. En verano hay atracciones para los más pequeños en uno de los laterales de la calle paralela al puerto, además de puestos de comida rápida que vienen muy bien para los que vamos más justos de presupuesto en nuestros viajes.

Del puerto deportivo debemos ir, inevitablemente, al barrio del castillo. A través de empinadas cuestas nos adentramos en una especie de Edad Media modernizada, con algunos edificios que datan, en origen, del siglo XIII, cuando Francisco Grimaldi fue el primer regidor de la familia en Mónaco.

Si tenéis la oportunidad, os recomendamos visitar la catedral de estilo neorromántico, construida en 1875 sobre el lugar que ocupaba la iglesia de San Nicolás. Lo ideal es poder disfrutar de su fachada por la noche, pues goza de una iluminación magnífica, que nos traslada a un Mónaco bucólico, más sencillo que el que rodea al casino y al puerto. Como curiosidad, en esta catedral yacen los cuerpos de Rainiero III y Grace Kelly, probablemente la pareja más famosa del principado de Mónaco, quienes pusieron a la pequeña ciudad-estado en el imaginario de todo el planeta.

No podemos cerrar esta publicación sobre Mónaco sin, al menos, mencionar la Fórmula 1. En el principado se lleva a cabo uno de los premios de mayor renombre (y también uno de los más antiguos) de la Fórmula 1. El Gran Premio de Mónaco se realiza siempre en el mes de mayo, a la vez que tienen lugar las fiestas de la Ascensión. Aunque la primera carrera tuvo lugar en 1929, no fue hasta 1950 cuando entró a formar parte del campeonato de Fórmula 1 y, desde 1955, se ha disputado cada año de forma ininterrumpida.

Como este gran premio se lleva a cabo por el entramado urbano de Montecarlo, hay una innumerable cantidad de bajadas y subidas, calles estrechas y curvas muy cerradas. Como curiosidad, el piloto profesional Nelson Piquet afirmó que participar en él era “como volar con un helicóptero en el comedor de casa”; y otro piloto, David Coulthard, lo comparó con “montar en bicicleta en el cuarto de baño”. En definitiva, un circuito agotador e imposible para los participantes, pero una atracción de primer nivel para los que acuden como público.

Con todo, Mónaco es, lleva siendo y será un destino incuestionablemente imprescindible dentro de la Costa Azul.

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