La investigación, centrada en las ciudades de Palma de Mallorca, Berlín y Quito, ha sido llevada a cabo por el Profesor José A. Mansilla. El artículo ha sido publicado en la Revista de Sociología Tendencias Sociales.
El turismo destaca como una de las más importantes políticas de dinamización urbana puestas en marcha durante las últimas décadas. Bajo determinadas circunstancias, turismo y gentrificación pueden acabar por difuminarse, de forma que ambas dinámicas se retroalimenten de forma continua, acentuando algunos de sus efectos. Las necesidades de producción del espacio, pero también los cambios habidos en los consumidores del mismo, suponen otro de los elementos comunes a ambos procesos. Aunque situadas en ámbitos territoriales diferentes, tres barrios de las ciudades de Palma de Mallorca, Berlín y Quito, mantienen casuísticas similares en lo que respecta a la interrelación entre turismo y gentrificación y todas han puesto en marcha medidas destinadas a controlar los impactos más perjudiciales.
Estos y otros aspectos son tratados en el artículo escrito por el profesor de la Escuela Universitaria de Management Turístico Ostelea, José A. Mansilla, “Turismo y gentrificación. La reestructuración social, económica y espacial de tres ciudades de Europa y América Latina” y que ha sido recientemente publicado por la Revista de Sociología. Tendencias Sociales de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). En el mismo, este investigador persigue mostrar que la gentrificación es un complejo proceso y un elemento fundamental en la conformación del paisaje urbano contemporáneo. Así, bajo ciertas consideraciones y condiciones, turismo y gentrificación se convierten en dinámicas íntimamente interrelacionadas ya que ambos procesos consideran el espacio como un bien de consumo. El interés por los fenómenos urbanos por parte de los turistas y de las clases medias es otro de los puntos en común de ambos elementos.
El artículo también abarca y analiza algunas de las medidas implementadas desde distintas administraciones a la hora de limitar los impactos negativos producidos por estos fenómenos. Las medidas se han basado, principalmente, en limitar el número de apartamentos turísticos irregulares o en fomentar la entrada de nueva vivienda en el mercado del largo plazo, aunque también en ordenar el parque hotelero y establecer planes de uso con el objetivo de ordenar el tejido comercial de algunas zonas. Destacan también los controles sobre la normativa vigente, los cuales deben efectuarse correctamente para evitar algunos efectos no esperados. Finalmente, la participación de las comunidades afectadas puede ser un elemento fundamental a la hora de desarrollar una legislación coherente y generalmente aceptada.