La Ciudad Primada del Nuevo Mundo, Santo Domingo, atesora más de quinientos años de historia que la convierten en el destino perfecto para un viaje cultural. La capital de República Dominicana, en su actual emplazamiento, fue fundada por Nicolás de Ovando en 1502. Los conquistadores no habían explorado aún toda la isla de La Española cuando Santo Domingo, joya de la Corona, ya mostraba su ordenado urbanismo de calles rectilíneas. Todo un avance para la época que anunciaba el gusto renacentista y que ponía de manifiesto que una sociedad nueva estaba forjándose al otro lado del Atlántico. Una historia dura pero apasionante que hoy en día continúa narrando ese Santo Domingo histórico que atrapa a los turistas.
Recomendaciones para una visita inolvidable
Para los viajeros españoles la historia de Santo Domingo es también su propia historia. Por eso, visitar la primera ciudad levantada en América y saber cómo fueron los años que siguieron a la llegada de Colón resulta doblemente interesante. Recorrer este núcleo histórico que se conoce como Ciudad Colonial es una gran experiencia cultural, pero también resulta una actividad muy entretenida; sobre todo tomando nota de lo que no se puede dejar de hacer en Santo Domingo:
Visitar la Catedral Primada de América. Se levanta sobre el mismo lugar en el que los primeros conquistadores habían erigido una modesta iglesita de madera y techado de paja. La primera catedral de América necesitó casi dos décadas para construirse, siendo consagrada en el año 1541 a Santa María de la Encarnación. El templo combina diversos estilos arquitectónicos, siendo su sobria fachada frontal uno de los iconos de la Ciudad Colonial. Hay muchas historias para descubrir en torno a la Catedral Primada, donde reposaron los restos de Cristóbal Colón antes de ser trasladados al Faro Colón, y que sufrió el expolio del pirata Francis Drake.
Contemplar la desembocadura del río Ozama desde el Alcázar Colón. El rey Fernando el Católico cedió a Diego, hijo de Cristóbal Colón, un terreno para que construyera la casa familiar en Santo Domingo. Ese palacio fortificado, que vigila la desembocadura del río Ozama, se conoce como Alcázar Cólon y hoy en día es un museo. Recorriendo sus salones, dormitorios y despachos podemos imaginar cómo era la vida del virrey del Nuevo Mundo.
Sumegirse en una historia de piratas en 4D. Tanto si viajamos con niños como si no, merece la pena reservar media hora para el Colonial Gate 4D Cinema, cuyas proyecciones inmersivas son la experiencia más didáctica para sumergirse en el pasado de la Ciudad Colonial y conocer de primera mano a sus personajes clave, desde los Colón al temido pirata Drake.
Irse de tiendas y callejear. La Ciudad Colonial es un escenario de historia viva para disfrutar paseando e irse topando con edificios coloniales convertidos en museos, en tiendas, en hoteles boutique, restaurantes, cafés y terrazas. Por supuesto, también hay pequeños comercios y galerías donde adquirir preciosas artesanías.
Aprender todo sobre el cacao. Uno de los productos típicos dominicanos que reclama nuestra atención es el cacao. Visitando el taller Kah Kow & Kah Kow Experience conoceremos todos los secretos de su cultivo y la elaboración del chocolate. Una deliciosa visita que difícilmente acabará sin que nos llevemos algún dulce recuerdo.
Bailar al ritmo de Bongé. El monasterio de San Francisco, el primero del Nuevo Mundo, está también en la Ciudad Colonial. Francis Drake, las batallas militares, el expolio de las piedras y, para remate un ciclón, lo arrasaron de modo tal que hoy en día queda lo que se conoce como las Ruinas de San Francisco. Sin embargo, este monumento revive gracias a las Noches de Bonyé cada domingo por la tarde cuando la gente se da cita para bailar aquí, al aire libre, al ritmo del son y el merengue.
Sorprenderse con una gastronomía que no olvida sus raíces. Una visita a Ciudad Colonial no estaría completa sin reservar un tiempo para saborear la cocina dominicana. Santo Domingo ostenta por segundo año consecutivo el título de Capital de la Cultura Gastronómica del Caribe, otorgado por la Academia Iberoaméricana de Gastronomía. En la Ciudad Colonial abundan los restaurantes maravillosos donde probar las especialidades dominicanas, como el célebre Mesón de Bari, el selecto Nicolás de Ovando o el laureado Paté Paló en la plaza de España.