Casa Lucio, uno de los locales más emblemáticos de Madrid y defensor de la cocina y el producto nacionales, ha elaborado un menú maridado con Tinto de Verano y Distinto de La Casera® con motivo del 70 aniversario de la que está considerada como la marca de bebidas más querida de nuestro país.
Considerada por los consumidores como una de las marcas españolas de bebidas más querida y auténtica, La Casera® lleva presente en nuestras vidas desde 1949, año en que nace de la mano del emprendedor de origen francés Francisco Duffo Foix.
Sus productos (la gaseosa, Tinto de Verano, Tinto de Verano Limón y, ahora, Distinto de La Casera) son sinónimo de distensión, de terraceo y de buenos de momentos en torno a la mesa y hasta sus eslóganes publicitarios son recordados con cariño por muchas generaciones.
Por su carácter icónico y su papel en las costumbres culinarias de los españoles, la histórica casa de comidas de Lucio Blázquez ha elaborado un menú maridado con las referencias Tinto de verano y Distinto de La Casera en el que rinde homenaje a los orígenes y al carácter de la firma, con un menú que consta de cuatro platos: para empezar, los míticos huevos de Casa Lucio seguidos de sopa de ajo, una receta típicamente castellana, tan sencilla y humilde como sublime y nutritiva (lleva ajo, pimentón, pan, caldo de ave y huevo), que surgió después de la guerra por pura necesidad y que en los años 50, allá por el nacimiento de La Casera, se había convertido en un auténtico manjar muy habitual tanto en las tabernas como en los cafés de tertulia de Madrid. De segundo, Casa Lucio propone capón en pepitoria, una de las especialidades más longevas y demandadas del establecimiento (con permiso de los huevos).
«Debido a la preferencia que mostraba la reina Isabel II por este plato, en el siglo XIX la pepitoria se convirtió en un imprescindible de los banquetes de la corte y, por extensión, de las celebraciones en las casas, donde solía haber gallinero». «Es por esto», cuentan, «que la hemos elegido para rendir tributo a una marca que ha estado siempre presente en las reuniones en familia y con amigos». Y añaden: «en Casa Lucio sustituimos la gallina o el pollo por capones criados en libertad, ya que tienen mucho más sabor».
Por último, el menú incluye pan perdido, uno de los postres más emblemáticos de la casa, escogido para esta efeméride en alusión al origen galo del fundador de La Casera®. El pan perdido (pain perdu en francés) es una receta francesa similar a la torrija en la que el pan se desmenuza previamente haciendo el postre más ligero, suave y jugoso. A diferencia de la original, la de Casa Lucio no se fríe sino que se sirve en frío con azúcar caramelizado y helado.
Tinto de verano y Distinto de La Casera para maridar
La gaseosa La Casera® fue la primera gaseosa de calidad, capaz de llegar a todos los rincones del país y, a lo largo de su historia, ha sido pionera en el lanzamiento de novedosos formatos y productos (por ejemplo, Cola La Casera® fue la primera cola sin cafeína de España) buscando siempre adaptarse a las demandas del consumidor y utilizando ingredientes locales. El menú de Casa Lucio se sirve acompañado de las dos referencias que mejor representan estos valores de innovación y de apuesta por la proximidad: Tinto de Verano (el tinto de verano número uno en hostelería, elaborado con vino Tempranillo y gaseosa) y Distinto de La Casera®, el último lanzamiento de la marca a base de vino blanco de uva Verdejo, gaseosa La Casera® y zumo de limón natural de la cuenca del Mediterráneo.
Dos iconos juntos
Con solo doce años, Lucio Blázquez, natural de Serranillos (Ávila), entró a trabajar en el madrileño Mesón del Segoviano a las órdenes de doña Petra. Casi tres décadas después la dueña le vendió el local y así nació Casa Lucio, hoy uno de los restaurantes más emblemáticos de la cocina tradicional madrileña y castellana, conocido tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Aquello ocurría en 1974, en una década en la que La Casera lidera ya el mercado y su gaseosa se convertía en el refresco familiar por excelencia, desbancando a su competidor de la época (el sifón) y consolidándose como el complemento indispensable del vino tinto tanto en las casas como en las fondas de batalla y de prestigio. La unión de estas dos firmas icónicas en este menú tributo es, en definitiva, un homenaje a la tradición, al gusto por la sencillez, a la pasión por las cosas bien hechas y, a fin de cuentas, a nuestra cultura culinaria.