El Carnaval es una tradición fundamental para los ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria. Una fiesta con mucha historia, declarada de Interés Turístico Nacional, que cada año atrae a miles de turistas procedentes de todo el mundo.
Esta nueva edición, que se extiende desde el 15 de febrero al 10 de marzo y que lleva por nombre "Una noche en Río", homenajea a la fiesta carioca y tiene como platos fuertes la Gala de la Reina, la Gala Drag Queen y el Gran Desfile.
La historia del Carnaval
La historia del Carnaval viene de lejos. Supo resistir los años de dictadura en España, disfrazada bajo el nombre de Fiestas de Invierno, y celebrándose casi a escondidas en los clubes sociales y las calles de La Isleta, un barrio popular construido al amparo del crecimiento del Puerto de La Luz y en donde siempre se vivió intensamente el humor, la máscara y la alegría de las carnestolendas.
Aunque las primeras celebraciones de bailes de máscaras apuntan al centro histórico de la ciudad, su histórico Gabinete Literario y la influencia italiana que emanaba de Venecia, fue allí, en La Isleta, donde nació el Carnaval contemporáneo, una fiesta que ha pasado de los encuentros furtivos de 'mascaritas' a Fiesta de Interés Turístico Nacional (declaración que obtuvo del Ministerio de Turismo de España en marzo de 2017). Es más, la Sociedad de Promoción de Las Palmas de Gran Canaria, organizadora del Carnaval, trabaja para conseguir la declaración de Fiesta de Interés Turístico Internacional. ¿Cómo ha sido posible semejante evolución?
Una ciudad abierta y cosmopolita
El secreto está en la calle, en el espíritu abierto, tolerante y cosmopolita de la ciudad que ha ido creciendo hasta convertirse en el principal destino urbano de Canarias alrededor de su Puerto. Un muelle que se ha ido ampliando desde finales del siglo XIX para ejercer como centro logístico entre Europa, África y América. También para convertirse en punto de avituallamiento de los buques en esas rutas, concentrar a una gran flota pesquera internacional en los años setenta y ochenta (pesqueros soviéticos y asiáticos incluidos) y funcionar como centro de transbordo de mercancías y, en la última década, en nodo de las reparaciones navales de embarcaciones de última generación.
La capital grancanaria está acostumbrada a recibir desde hace años a visitantes de diferentes nacionalidades, que incluso han llegado a asentarse y formar sus propias comunidades en la urbe: hindúes, coreanos, africanos... Muy cerca del Puerto, La Isleta era el primer núcleo en absorber ese talante de anfitrión abierto y alegre. No es extraño que desde allí, abierta la etapa democrática en España, se impulsara un Carnaval aún primitivo en su agenda, en donde comenzaron a desfilar suntuosos vestidos de las candidatas a reina, empezaron a cantar las murgas (por influencia de la chirigota gaditana) y a bailar las comparsas. Pronto, la ciudad hizo suya estas celebraciones que agrupaban a miles de personas en torno al Parque Santa Catalina para presenciar galas y concursos, y, sobre todo, disfrutar de la fiesta en la calle y con disfraz.
El Carnaval del siglo XXI
La fiesta de la carne, sin embargo, no dejó de evolucionar ahí. En el siglo XXI su agenda ha incorporado espectaculares eventos, se ha adaptado a los tiempos para celebrar también de día el encuentro espontáneo de los disfraces y atraer la mirada de los numerosos turistas que visitan la ciudad. Aunque el pregón anunciador de la fiesta se celebra en Vegueta, en la Plaza de Santa Ana, las principales galas y concursos de celebran en el Parque Santa Catalina, entre el muelle de cruceros y la Playa de Las Canteras, una de las playas urbanas más célebres del mundo. Allí, en Santa Catalina, se construye cada año un espectacular escenario donde compiten murgas, comparsas, grupos infantiles, grupos de disfraces, modelos tan solo ataviados con su maquillaje corporal y hasta las mascotas del Carnaval Canino y en donde el Carnaval elige a su Reina y y a su Drag Queen.
Como en cada edición, los ciudadanos eligen un tema en el que ambientar la fiesta. En 2019 el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria se dedica a 'Una noche en Río': por eso el escenario de Santa Catalina se convierte en un homenaje al carnaval carioca, y muchos de los participantes buscan un atuendo adecuado que recuerde a la famosa fiesta brasileña.
¿Cómo vivir el Carnaval en Las Palmas de Gran Canaria?
Para el viajero, vivir el Carnaval de la capital grancanaria es sencillo si lo único que se pretende es disfrutar del ambiente y la fiesta en la calle. El programa abarca desde el 15 de febrero al 10 de marzo. En la primera noche, la del 15 de febrero, la Plaza de Santa Ana acoge el pregón: es de entrada libre, y la zona histórica comienza a asimilar el momento, con pasacalles de grupos y mucho ambiente en un entorno en el que destacan los establecimientos de restauración y la belleza del casco viejo en donde nació la urbe, en 1478. Es una buena aproximación a Una noche en Río, a este lado del Atlántico.
La primera semana se completa con las competiciones de grupos (murgas y comparsas) en Santa Catalina que se convierte en centro de atención de los aficionados a estas competiciones que se desarrollan con una gran pasión. En el fin de semana del 23 y el 24, no obstante, el viajero también tiene otras alternativas para la diversión.
El sábado 23, Vegueta toma de nuevo la alternativa, con un multitudinario Carnaval de Día, una de las grandes citas del Carnaval. Y, el domingo 23, estas celebraciones al sol se trasladan a Santa Catalina, donde además de celebra el Carnaval Canino a mediodía: un acto en el que dueños y mascotas compiten disfrazados.
Un fin de semana muy especial
El fin de semana siguiente (que se alarga de viernes a martes) llegan los grandes espectáculos televisados para el mundo desde Santa Catalina. La Gala de la Reina (el viernes 1 de marzo) la final de la Gala Drag Queen, en la noche del lunes de Carnaval, el 4 de marzo.
Antes, los candidatos compiten en una preselección, programada para el sábado día 2, en la que no pueden entrar cámaras (para no desvelar secretos) y que concentra a una gran cantidad de público. Son eventos muy demandados por el público local y los turistas: hay que pagar entrada, que se ponen a la venta en días previos en el mismo parque o a través de internet. Y hay que estar muy atentos, porque se agotan muy pronto.
Con todo, el ambiente festivo alrededor de estos certámenes es muy animado, con un Carnaval de Día en Santa Catalina el domingo día 3 y el martes día 5.
Además, la ciudad vieja recupera la fiesta el sábado 2, con una celebración de día en la calle Mayor de Triana (una destacada zona comercial) y el Carnaval Tradicional en la noche del lunes 4, con los asistentes vestidos de blanco y donde se arrojan polvos de talco para recordar a los indianos, inmigrantes regresados de América. Esta fiesta la comenzó a organizar la Casa de La Palma en homenaje a la gran celebración tradicional que se vive en aquella Isla cada año. Tampoco hay que olvidar las Noches de Carnaval y sus conciertos en Santa Catalina en estas fechas.
Los grandes desfiles
Si el viajero se encuentra en la ciudad en estas últimas semanas se puede encontrar con una capital que sale a la calle disfrazada. En especial, en los grandes desfiles o cabalgatas. La infantil está programada para el martes 5 de marzo y la Gran Cabalgata, para el sábado 9 de marzo. Carrozas (grandes vehículos también disfrazados) se mezclan con los grupos de Carnaval y una multitud que sale de La Isleta en dirección al casco histórico en una larga jornada que casi cierra el Carnaval.
Y es que la despedida final tendrá lugar el domingo 10, con el popular Entierro de la Sardina: un pez que custodian el Drag y la Reina de las fiestas hasta la playa de Las Canteras, para quemar la figura en el agua.
Antes de estos desfiles no conviene perderse el concurso de maquillaje corporal, en Santa Catalina, el viernes 8 de marzo: es espectacular la destreza que demuestran los diseñadores en un certamen que ha ganado protagonismo en las últimas ediciones.
Con una agenda como ésta, resulta difícil no participar del espíritu que invade a Las Palmas de Gran Canaria durante un mes entero. El viajero queda pronto atrapado en su Carnaval, con el carácter que le imprime con naturalidad una ciudad acostumbrada a recibir a los foráneos y a contagiar su amable alegría.