Solán de Cabras es un balneario real. Fue abierto por un rey, por Carlos III en 1775, y disfrutado por las realezas españolas de diferentes épocas. En el de Solán, el visitante no puede dejar de sentirse así, como un rey.
Ya en el sitio, en una comarca poco poblada de Cuenca, en el Valle de Solán, el usuario puede descubrir el valor añadido que le ofrece el entorno natural y el paisaje que rodea a la estación termal. En ese lugar, la tranquilidad es real, porque reina en estado natural. Lo pone fácil parra convertirlo en una excusa perfecta para olvidarse de prisas, obligaciones, de relojes y de sus tiranías. El paisaje de piedra que envuelve al centro termal está tapizado por tilos y robles, algunos de ellos más que centenarios, y la avifauna, que canta cada mañana y hace ecos en el valle, es un atractivo para los sentidos.
El balneario de Solán de Cabras tiene un menú completo de naturaleza para disfrutar en sus inmediaciones. Quienes conocen el lugar eligen la Hoz de Beteta, o van más lejos, a la Ciudad Encantada, o quizás al Parque El Hosquillo, al Nacimiento del Río Cuervo o a la Cueva de la Ramera con diferentes programas de excursiones. Las caminatas más populares en los alrededores guían los pasos de los alojados hacia dos miradores, el del Rey y el de la Reina. Como no podía ser de otra manera.
Para los que no se puedan resistir a las tentaciones del patrimonio urbano y antiguo, la ciudad de Cuenca, que es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, está a menos de 70 kilómetros de la puerta del balneario de Solán.
La casa madre
Su espacio principal, un palacete que recuerda al bohemio de Karlovy Vary en la República Checa, le ofrece al visitante 26 habitaciones.
El alojamiento que siempre ha tenido la categoría tradicional de hostal está abandonando esa condición por la de hotel, más acorde con los tiempos y más coherente con la calidad y con la proyección y tradición que representa Solán. En cualquier caso, ninguna de las estancias en las que se alojan los clientes del balneario es igual a otra.
En el corazón del balneario y el motivo más saludable de todos es el de sus aguas. Las mismas que fueron descubiertas hace 500 años, o tal vez muchos más, y que mantienen intactas sus propiedades curativas. Se dice que todo nació de la perspicacia de un pastor de la zona que vivió encantado de que sus cabras gozaran de una salud envidiable bebiendo las aguas de uno de los manantiales del valle.
Las aguas del Real Balneario de Solán de Cabras ofrecen diferentes tratamientos de hidroterapia a la carta, pero también hay otros más afinados que incluyen masajes corporales y faciales en una renovada carta de prácticas saludables.
Las aguas salen del manantial a una temperatura cálida pero baja, a 21 grados centígrados y con un caudal de 5.400 litros por minuto. Y un dato curioso, se ha constatado que el agua permanece en el acuífero antes de brotar por lo menos 500 años.
El agua es de mineralización baja, tanto, que los especialistas la recomiendan para personas con problemas de riñón, no sólo lavan los tejidos orgánicos, sino que también tiene el poder de eliminar los cálculos renales.
Con esas aguas se embotella la conocida marca mineral que lleva el mismo nombre, en una planta de procesado a pie de surgente que está condenada a no crecer. La protección del espacio natural del valle impide toda obra de ampliación de la embotelladora.