El proyecto del empresario español afincado en México Jorge Cueto, una asociación que ayuda en la reinserción social de los presos a través del arte y la moda, recala en la isla.
La Fundación Prison Art, una asociación que nació en 2013 y que tiene como objetivo ayudar a los reclusos de las cárceles mexicanas, está presente en la isla desde el pasado mes de mayo, tras la apertura de una nueva tienda en Ibiza.
Su fundador, el español Jorge Cueto, fue detenido injustamente en 2012 y recluido en el penal de Puente Grande de Jalisco, cuenta su experiencia durante los 11 meses que estuvo preso, cuando vivió las dificultades que supone estar detenido en una cárcel de México. “Allí primero te detienen, te meten en la cárcel y luego te preguntan”, explica Cueto. En los centros penitenciarios de este país no hay oportunidades de rehabilitación ni de luchar contra la estigmatización de haber pasado por la cárcel y, por tanto, lograr la reinserción. Por ello, marcado por su experiencia en prisión, Cueto creó un sistema de capacitación retribuido, con el fin de reinsertar a los reclusos tras su paso por la penitenciaría.
Así nació la Fundación Prison Art, que ofrece a las personas recluidas los elementos para trabajar en la elaboración artesanal de productos de calidad enfocados al mundo de la moda. La asociación de Cueto ha ayudado desde su creación a 300 presos, proporcionándoles herramientas y materiales para la elaboración en talleres complementos como bolsos, billeteros, juegos de mesa, portafolios, mochilas, carteras, tarjeteras, zapatos, camisetas, maletas, cazadoras y joyas.
Los motivos principales de cada creación se basan en los tatuajes sobre piel que dibujan los reclusos. Según la filosofía de la fundación, los reos que participan en el programa pueden dibujar lo que quieran evitando personajes que existen, familiares o motivos que exalten la violencia. Todo es un proceso de aprendizaje y los temas relacionados con la forma de ver la vida, animales salvajes o plantas suelen ser los más recurrentes, aunque sin duda, los diseños más representativos son los motivos mexicanos relacionados con el arte del tatuaje como las catrinas y calaveras.
Los presos realizan todo el proceso, desde el corte de la piel al tatuado o cincelado, hasta el ensamble realizado totalmente a mano. En definitiva, se trata de un programa de autoempleo para capacitar a esos reclusos en algo que les gustara y que estuviera bien pagado. El proyecto se basa en “fomentar su autoestima, en que crean en sí mismos y se sientan valiosos para que no vuelvan a delinquir”, concluye Cueto.