El primer pueblo español declarado Conjunto Histórico en 1940 festeja desde hace cinco siglos el Diagosto y La Loa.
La Alberca celebra el 15 y 16 de agosto dos fiestas declaradas de Interés Turístico Nacional: el Diagosto -en honor a Nuestra Señora de la Asunción, que se festeja desde hace cinco siglos- y La Loa –auto sacramental de origen medieval que refleja el triunfo del bien sobre el mal.
Hablar de La Alberca es hablar de tradición en cada una de sus calles y rincones, en sus casas de entramado serrano y en sus arraigadas celebraciones. Precisamente, en su calendario festivo hay dos conmemoraciones que destacan sobre el resto: el Ofertorio y La Loa, declaradas de Interés Turístico Nacional, que se han convertido en reclamo turístico no solo para el municipio sino para la comarca de la Sierra de Francia y la provincia de Salamanca.
Desde hace más de cinco siglos, el 15 de agosto se celebra el Diagosto, en honor a Nuestra Señora de la Asunción. En la bella plaza mayor, mayordomos y vecinos realizan ofrendas y bailan ante la imagen de la Virgen, ataviados con los más preciosos trajes y joyerías. Una ocasión única para contemplar el espléndido traje de vistas de este pueblo, considerado el más vistoso de los trajes regionales del panorama nacional, y recogido por Sorolla en su gran obra de “Paisajes de España”, hoy en la Hispanic Society of America.
Al día siguiente, junto al atrio de la iglesia, se celebra La Loa, un auto sacramental de origen medieval en el que vecinos del pueblo se vuelven protagonistas de la representación. Ángeles y demonios comparten escenario en una lucha en la que triunfará el bien sobre el mal.
La Alberca
Extensos robledales y variados frutales rodean el municipio de La Alberca, bajo la protección de la emblemática Peña de Francia y de su Virgen morena. Es, sin duda, una de las más emblemáticas localidades de la Sierra de Francia que suma al hecho de ser el primer pueblo español declarado Conjunto Histórico en 1940, ser uno de los principales destinos turísticos de la provincia tras la capital, Salamanca, y por tanto, uno de los recursos promocionales contemplados en las acciones turísticas de la delegación de turismo de la Diputación de Salamanca.
Su arquitectura tradicional de entramado serrano proyecta las casas hacia el cielo, en calles empedradas en las que apenas se aprecia el sol por la cercanía de los alerones de los tejados; casas que conservan escudos e inscripciones de recuerdo medieval. Las fiestas se hacen únicas e irrepetibles y constituyen una gran oportunidad para visitar la localidad y disfrutar de la tradición, contemplando la extraordinaria joyería e indumentaria festiva que adorna a mozas y mozos, sin olvidar su otra no menos tradición sobrecogedora de La Moza de Ánimas, que también estos días festivos recorre las calles al atardecer en recuerdo de los difuntos.
El alto del Portillo permite descubrir y adentrarse en el mágico valle de Las Batuecas: robles, madroños, antiguas ermitas y el monasterio del Desierto de San José invitan a perderse y abstraerse.