Bodega la Montaña es más que un clásico en la hostelería santanderina; con casi 80 años de historia, se ha convertido en una de las referencias gastronómicas de la ciudad. La segunda taberna más antigua de la capital cántabra no ha dejado de estar al día desde la llegada en 1995 de la restauradora lebaniega, Pilar Velarde. Este espacio fue su primer proyecto, donde apostó por mantener una cocina tradicional, imprimiendo un estilo más fresco y renovado. Gracias a esto, a día de hoy, el restaurante es conocido no sólo por su cocina, sino también por su ambiente distendido, animado y bullicioso tan típico de las tabernas.
Propuesta versátil con producto local
El restaurante ha estado actualizándose continuamente creando una propuesta muy versátil. En ella, conviven platos más actuales como el tartar de vaca ecológica o los muslitos de pollo Teriyaki, con otros más tradicionales como el cocido lebaniego, que se sigue cocinando como antaño, con los ingredientes de la tierra. Este plato, que es la estrella de la casa, es el potaje con más tradición del valle de Liébana, situado en el corazón de los Picos de Europa en Cantabria, y se diferencia de los otros tipos de cocido por el garbanzo que utiliza en su elaboración, mucho más pequeño, de la variedad pedrosillano. Además, el cocido lebaniego que se sirve en Bodega La Montaña se remata con repollo, tocino, costilla adobada y otras carnes, chorizo, cecina seca y una fritura de miga de pan con perejil, huevo y chorizo.
Aquí también el público podrá descubrir muchos productos típicos cántabros como son los quesucos, las anchoas de Santoña, carne de vaca Tudanca ecológica, o el canónigo, un postre típico de Liébana que es un suflé de merengue horneado con natillas. Sabores auténticos de la rica y variada despensa cántabra que enriquecen las propuestas de Bodega La Montaña.
Pero su variedad va más allá: la carta incluye tanto platos de cuchara como raciones para compartir. Especialidades como las rabas de chipirón con cebollita frita, las patatitas baby rellenas de langostinos y alioli o una gran variedad de ensaladas, embutidos y quesos o sartenes de huevos rotos, han sido en parte responsables de la consolidación del local como un lugar al que acudir a cualquier hora del día y apto para todo tipo de público.
En Bodega la Montaña se puede empezar desayunar salado, tomar el aperitivo con unas ricas gildas y una cerveza artesana de Cantabria, y al mediodía, disfrutar de su demandado menú que cuenta con una excelente relación de calidad-precio y logra sorprender con platos caseros muy saludables, una opción ganadora que además, si no se tiene tiempo para disfrutarlo en el local, se puede pedir para llevar.
Y para los que buscan un plan para despedirse del fin de semana, los domingos adaptan la tradición del PinchePote, muy arraigada al País Vasco, y ofrecen, a partir de las 20:00 horas un pincho y un pote por un 1,5€.
Una bodega que recorre España
En esta línea de pluralidad, la bodega no podía quedarse atrás: Pilar ha diseñado una carta muy completa en la que, además de referencias de las clásicas denominaciones de origen de la Rioja y Ribera del Duero, hay cabida para regiones como Ávila, Cuenca, Ribera Sacra y Extremadura, entre otras.
Para completar esta bodega que viaja por todo el país, Bodega la Montaña cuenta con cervezas artesanales realizadas en Cantabria de la marca Dougall’s; una cerveza de producción limitada y elaborada con las más selectas materias primas al estilo inglés por su propietario Andrew Dougall.
Pilar Velarde, una vida ligada a la gastronomía
Con la llegada de Pilar Velarde, Bodega la Montaña comenzó una actualización que llega hasta nuestros días. En este local volcó toda su ilusión y sus conocimientos, una experiencia que ya había iniciado mucho antes, cuando con tan solo 17 años se ligó al sector hostelero. Junto a este trabajo, también inauguró una serie de gastroviajes en los que fue interiorizando las nuevas formas de trabajar y la innovación en el sector. Sin duda, el viaje que más le marcó fue su visita a Can Roca, donde vivió una experiencia inolvidable ya que tuvo delante a los cocineros que realmente admiraba: los hermanos Roca. A partir de este punto, se desarrollaría en ella una pasión que la acompañaría el resto de su vida.
En Bodega la Montaña Pilar ha conseguido imprimir un aire moderno a un local que nació a mitad del siglo XX y no sólo en lo referente a la cocina, sino también a nivel de estilo. En la actualidad, compagina su labor en Bodega la Montaña con la gerencia del “espazio gastronómico” Santa Luzía, un restaurante consagrado a la cocina de fusión que se nutre de la despensa cántabra. Un sello de identidad con el que consigue marcar la diferencia.
Pilar también colabora impartiendo clases de formación en diferentes escuelas de hostelería y es asesora de empresas relacionadas con el sector, actividades en las que transmite no solo su experiencia y conocimientos, sino, sobre todo, su amor por la gastronomía.