El 28 de enero da comienzo el Año Nuevo Lunar, y todo Taiwán se prepara desde hace días para una de las fiestas más importantes del calendario Los orígenes de la fiesta de Año Nuevo Lunar se remontan a hace miles de años, y existen varias leyendas al respecto. La más conocida es la que hace referencia a Nien, una bestia cruel y feroz que devoraba a las personas la noche de fin de año. Para mantenerlo alejado, el pueblo colgaba tiras de papel rojo en las puertas, encendía antorchas y tiraba petardos durante toda la noche ya que, al parecer, la terrible criatura le tenía miedo al color rojo, al fuego y a los ruidos muy fuertes.
La celebraciones se inician el vigésimo cuarto día del duodécimo mes del año anterior cuando, según la creencia, varios dioses suben al cielo para informar acerca de los asuntos terrenales al Emperador de Jade, la deidad suprema del taoísmo. Es costumbre quemar papel moneda, sin valor real, para pagar los gastos del largo viaje y embadurnar los labios de uno de los viajeros, el llamado Dios de la Cocina. con azúcar de malta para que presente un informe favorable al Emperador o, si no, para que al menos guarde silencio.
Seguidamente se cuelgan en las casas coplas de primavera con palabra de buenos augurios. Normalmente se cuelgan boca abajo, ya que “tao” significa en mandarín, además de “al revés”, también “llegada”, simbolizando así la inminente llegada de la primavera y con ella, de tiempos más prósperos.
La víspera del año nuevo, los miembros de la familia que están lejos del hogar suelen retornar al mismo para reunirse con sus familiares. Se entregan sobre rojos con dinero de la buena suerte (hung-pao) a niños y ancianos, y se permanece toda la noche despierto esperando la llegada del Año Nuevo. Renunciar al sueño esa noche ayuda, se cree, a que los padres tengan una vida más larga.
Llega el día de Año Nuevo y lo primero es rendir homenaje a los antepasados, venerar a los dioses y mostrar respeto a los más mayores. Después continúan las reuniones, visitas, comidas y cenas familiares. Muchos de los platos que estos días se preparan son considerados como símbolos de buena suerte. Por ejemplo, el pescado (“yu”) significa tambiésn "abundancia"; la cebollina (“chiu-tsai”) significa “eternidad”; los nabos (“tsai-tou”) simbolizan “buen augurio”; y las bolas de pescado (“yu-wan”) y de carne (“jou-wan”) representan “reunión”.
Pero ¡ojo!, que también hay supersticiones: barrer el piso durante los primeros cinco días puede suponer llevarse la buena suerte a otro lado; si se rompe un plato hay que decir “sui sui ping an” (paz durante el año); y hay que mantener encendidas las barras de incienso y las velas para promover la longevidad. Así hasta el quinto día, en el que, poco a poco, todo vuelve a la normalidad.
El orgulloso gallo
Con su porte altivo y mirada penetrante, el gallo será el animal que rija los designios del Año Nuevo Lunar que ahora comienza. Los orgullosos gallos desean ser honrados por quienes les rodean. Quienes nacieron en el año del gallo (1945, 1957, 1969, 1981, 1993, 2005, 2017) siempre quieren ser el centro de atención.
Son personas que podrían obtener mucho éxito si no se pusieran el listón tan alto. Están acostumbrados al trabajo duro y emplean su tiempo y energía en alcanzar el éxito, pero casi siempre se les acaba adelantando alguien que se toma todo mucho más a la ligera.
La alabanza es para el gallo el mejor regalo posible, La recibe como con altiva nobleza y, por esa razón, es frecuente que los gallos se dejen engañar por personas que, con sus adulaciones, solo pretender conseguir que se cieguen y se paseen orgullosos con la cresta erguida mientras aquellos van haciendo hervir el caldo para ponerlos a cocer.
En cambio, el amor suele ser su punto fuerte. Aquí sí que es difícil engañarlos, pues mujeres y hombres nacidos bajo el signo del gallo suelen ser afortunados en este terreno y tiene fama de ser buenos amantes. Pese a su orgullo, los gallos son por lo general cordiales y voluntariosos. Hay que respetar sus sueños y cierto sentimiento romántico que ocultan en lo más profundo de su ser. En definitiva, a los gallos hay que amarlos para saber realmente lo que se oculta en su interior.
(Extracto del libro "El horóscopo chino", de Georg Haddenbach)